Macroeconomía
Es cierto: El presidente Gustavo Petro quiere que se acabe el detestable impuesto del 4 x 1000. Aquí le contamos cómo sería
Este impuesto, que inició como un 2 x 1.000 en 1998 para hacerle frente a la crisis bancaria de aquella época, ya cumple 24 años vigente en Colombia.
No hay nada más permanente que lo temporal y así ocurrió con el impuesto del 4 x 1.000 con el que se gravaron algunas operaciones financieras. Aunque múltiples veces se han radicado proyectos de ley en el Congreso de la República para desmontarlo, hasta el momento ninguno ha tenido éxito y ya tiene 24 años de vigencia en Colombia.
Este impuesto, también conocido como gravamen a los movimientos financieros (GMF), nació para hacerle frente a la crisis bancaria por la que estaba pasando el país en 1998 y, en ese entonces, se esperaba que su vigencia fuera solo por un año.
Sin embargo, su eliminación se fue postergando con el pasar de los años porque se convirtió en una fuente de financiación para la reconstrucción de zonas afectadas por el terremoto del Eje Cafetero (1999) y ayudó a enfrentar la crisis de 2014 por el desplome de los precios de petróleo, que afectó fuertemente los ingresos de la nación.
Al parecer, después de 24 años de vigencia este impuesto podría llegar a su fin en Colombia, pero no para todos los colombianos, de acuerdo con una propuesta que fue incluida en el proyecto de ley de la reforma tributaria que radicó el Ministerio de Hacienda el pasado lunes 8 de agosto.
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De acuerdo con el director de Impuestos y Aduanas Nacionales (Dian), Luis Carlos Reyes, si se aprueba el artículo 64 de la reforma tributaria, se acaba el 4 x 1.000 para quienes hagan movimientos menores a $13,3 millones al mes. “Ya existe una exención para una sola cuenta bancaria marcada. En adelante, los bancos deberán consolidar información entre ellos para que la exención aplique sin necesidad de marcar la cuenta”, dijo.
Cuando se creó, este impuesto era de solo un 2 x 1.000, es decir, que se debían pagar $2 por cada $1.000 de alguna operación financiera. Luego se incrementó a un 3 x 1.000 y en 2006 subió al 4 x 1.000 actual, que se cobra, por ejemplo, por los retiros en cajeros o ventanilla, desembolsos de créditos o transacciones en cuentas corrientes o de ahorro.
Contrario a lo que muchos colombianos piensan, aunque son las entidades financieras las encargadas de recaudar este impuesto del 4 x 1.000, este dinero finalmente llega a las arcas de la nación para financiar el Presupuesto General de cada año. Es decir, que no es un dinero con el que se queden los bancos.
De acuerdo con datos de la Dian, con corte a abril de 2022, desde la entrada en vigencia del 4 x 1.000 el total de ingresos que ha tenido la Nación por este impuesto son $107,4 billones. Además, destaca que su recaudo bruto ha tenido de manera continua un crecimiento año tras año.
Ha sido reiterativo en estudios de diversa índole que el 4 x 1.000 es un impuesto que impacta la inclusión financiera y estimula a los ciudadanos a guardar la plata debajo del colchón, realizar transacciones en efectivo y otras prácticas que no son sanas para la economía, pues lo ideal es que toda transacción sea visible, a fin de que la fiscalización del pago de impuestos pueda ser más eficiente, lo que genera equidad: todos aportando para que el país se desarrolle.
Voceros de los bancos habían mencionado que ya casi nadie pagaba el 4 x 1.000 o transacciones a los movimientos financieros, pues cada persona podía quedar exonerado, si tenía una cuenta marcada. Aun así, el gravamen ponía plata a la bolsa pública y lo que se le oyó decir el ministro José Antonio Ocampo, previo a la radicación de la reforma tributaria, era que no lo eliminaban porque no había con qué reemplazarlo.