ENERGÍA

“Si cesa la exploración, en 6 años tendríamos que importar petróleo”: Ministro de Minas

Joe Biden anunció liberación de crudo para abaratar costos de la gasolina. A nivel global, hay pedidos ambientales para reducir el uso de combustibles fósiles y Petro propuso frenar la exploración petrolera. Estas son las condiciones de Colombia.

27 de noviembre de 2021
DIEGO MESA Ministro de Minas y Energía
DIEGO MESA Ministro de Minas y Energía | Foto: CORTESÍA mINENERGIA

En un esfuerzo por controlar la inflación, el presidente estadounidense Joe Biden quiere reducir los precios de la gasolina, que en el Día de Acción de Gracias se ubicaron en su país en 3,40 dólares por galón, 62 por ciento más que en la misma fecha de 2019. Para lograrlo, utilizará 50 millones de barriles de su reserva estratégica y se juntará con India, Japón, Corea del Sur y Reino Unido para hacer la primera liberación coordinada de petróleo de emergencia en una década.

Esta medida es una reacción a la posición de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) de no bombear el crudo suficiente para abastecer la creciente demanda global que, según JP Morgan, aumentaría en 3,5 millones de barriles por día en 2022, de manera que alcanzaría los 99,8 millones de barriles diarios (280.000 barriles más que en 2019).

A mayor demanda, sin que haya suficiencia, los precios se revientan y ponen contra las cuerdas a los países consumidores, como Estados Unidos, que dependen del petróleo para mover las industrias, el transporte y todo lo que forma parte de la vida cotidiana. Así, el jueves, el precio del crudo de referencia Brent se ubicó en 81,86 dólares. Pero lo que pone a temblar a economías consumidoras es música para países como Colombia, cuyo crudo es el principal producto de exportación y un alto generador de ingresos.

Hace apenas dos semanas concluyó la cumbre climática COP26, celebrada en Escocia, de la que salió una recomendación puntual: reducir el uso de combustibles fósiles, como petróleo y gas, para detener el calentamiento global.

Como si estos anuncios internacionales no fueran suficientes para enrarecer el mercado petrolero, en Colombia se avivó el debate luego de que el candidato presidencial Gustavo Petro anunciara que, de ser elegido, su primera decisión sería frenar la exploración petrolera en el país, convirtiendo a la política minero-energética en un tema crucial del debate electoral.

Para entender el panorama global, sus implicaciones locales y el impacto del crudo en la campaña presidencial, SEMANA conversó con el ministro de Minas y Energía, Diego Mesa, quien expuso las estadísticas del sector, un insumo clave para asumir posiciones.

SEMANA: ¿Qué implicación tendría para Colombia el cese inmediato de contratación de la exploración petrolera como lo propone Gustavo Petro?

DIEGO MESA: Lo primero es que el sector hidrocarburos es clave para la estabilidad macroeconómica y las cuentas nacionales, así como sus aportes para el desarrollo de proyectos regionales, empleos y cierre de brechas sociales. Aporta entre 12 y 15 por ciento de los ingresos corrientes de la Nación; representa entre 40 y 50 por ciento de las exportaciones totales del país, así como cerca de 30 por ciento de la inversión extranjera directa y 2,1 por ciento del PIB. Adicionalmente, el sector es responsable por cerca del 80 por ciento del recaudo del Sistema General de Regalías, que a la vez representa, en promedio, uno de cada tres pesos de los presupuestos de inversión de los entes territoriales. En cuanto al empleo, en 2019 generó 95.000 puestos de trabajo directos, de alta calidad y bien remunerados. Cerca del 82 por ciento de estos trabajos son ocupados por habitantes de las regiones donde se desarrolla la actividad.

SEMANA: Todo eso no es fácil de reemplazar tan rápido...

D.M.: El país exporta aproximadamente la mitad de lo que produce: hoy se producen diariamente cerca de 750.000 barriles de crudo. Si cesa la exploración de manera súbita, en seis años tendríamos que estar importando cerca de 400.000 barriles día, con un enorme impacto en materia fiscal, de balanza de pagos, y pérdida de recursos para invertir en las regiones. Los más afectados serían los colombianos de bajos recursos, que verían un incremento generalizado en los precios de los bienes básicos; y, además, los municipios productores y los que tienen altos índices de necesidades básicas insatisfechas, que son los que reciben la mayor asignación de regalías, perderían este rubro de inversión para seguir cerrando brechas sociales.

SEMANA: ¿Eso implica que los colombianos saldrían muy afectados?

D.M.: Acabar de manera súbita con la exploración, y eventualmente con la explotación de hidrocarburos, representaría un golpe muy fuerte para el bolsillo de los colombianos, porque el precio de las facturas de gas se podría incrementar en cinco o seis veces al tener que depender del gas importado. Ocho de cada diez familias colombianas consumen gas en sus hogares. En resumen, sería imposible reemplazar, de un día para otro, los aportes del sector en las cuentas fiscales, la balanza comercial, el mercado de divisas y el portafolio de inversiones internacionales.

¿Por qué la producción de petróleo en el primer trimestre bajó 14,6 %?
¿Por qué la producción de petróleo en el primer trimestre bajó 14,6 %? | Foto: Getty Images

SEMANA: ¿Cuánto costaría cargar las refinerías con petróleo importado?

D.M.: La carga de crudos necesaria para las refinerías de Barrancabermeja y Cartagena, sin contar las otras refinerías que producen derivados livianos para otros sectores, es de aproximadamente 400.000 barriles diarios, lo que representaría un valor de más de 124.000 millones de pesos al día. De llegarse a tomar la decisión de importación, se debe tener en cuenta que los incrementos en los costos por los tipos de crudo varían según la optimización de la producción de refinados. La infraestructura que hoy existe en el país, especialmente la de Barrancabermeja, no está diseñada para internar y transportar crudo importado, lo cual puede encarecer significativamente e incrementar los costos exponencialmente, e incluso poner en riesgo la seguridad energética del país.

SEMANA: Usted dice que la reactivación se iría al traste sin hidrocarburos, pero el mundo está embarcado en una transición energética. Desde su perspectiva, ¿habrá un escenario futuro con menos petróleo o, incluso, sin petróleo?

D.M.: La transición energética de Colombia es una realidad y es el legado para el presente y futuro de todos los ciudadanos. Ningún Gobierno ha hecho tanto por impulsar esa transición como este, que, gracias al diseño y la implementación de uno de los marcos normativos y fiscales más atractivos de América Latina, incluyendo la sanción de la Ley de Transición Energética en julio de este año, ha multiplicado por más de 15 veces la capacidad instalada de energías renovables no convencionales que existía cuando empezó este Gobierno (28,2 MW).

Con las tres subastas que hemos realizado, ya se han adjudicado más de 2.870 MW en parques eólicos y solares con obligaciones regulatorias o contractuales a partir de 2022. Esto quiere decir que hemos adjudicado proyectos por más de 100 veces la capacidad instalada que encontramos en 2018.

La transición energética en Colombia es una realidad con hechos concretos. A corte de octubre 31 de 2021, el país cuenta con 15 nuevas granjas solares que ya están en operación, 10 proyectos de autogeneración a gran escala y más de 1.500 proyectos solares fotovoltaicos de autogeneración a pequeña escala, que aportan una capacidad pico de 456,72 MW.

Archivo | Foto: 123RF

SEMANA: ¿Eso alcanza para cuánta gente?

D.M.: Esto es el equivalente a la energía que se requiere para atender a 339.000 familias y representa una reducción de 570.000 toneladas de CO2 al año. En 2021 nuestra meta es llegar a 600 MW de energía renovable no convencional, gracias a la entrada en operación de 16 proyectos más, incluido el primer parque eólico que se construye en el país en más de 17 años y que estará ubicado en La Guajira.

Esto nos permitirá cerrar 2021 habiendo multiplicado por 20 la capacidad de energía renovable no convencional que encontramos en 2018. A todo esto hay que sumarle que también hemos apostado por nuevas tecnologías y ya hemos inaugurado los primeros proyectos de geotermia en Casanare, de biogás en Meta y de biomasa forestal en Vichada, además de haber lanzado la hoja de ruta del hidrógeno de cero y bajas emisiones, y estar diseñando la reglamentación para la energía eólica costa afuera.

De abrir o cerrar la llave aún dependen muchas cosas en la economía, pese al camino emprendido para migrar a otros combustibles más limpios.

SEMANA: Parece que no hay más remedio, los hidrocarburos seguirán por mucho tiempo más...

D.M.: Son y seguirán siendo una pieza fundamental en la seguridad energética de Colombia y del mundo, y además forman parte de la transición energética.

En nuestro país los hidrocarburos tienen una alta importancia no solo por sus aportes macroeconómicos, sino también por los recursos que generan para el cierre de brechas y el desarrollo de las regiones a través de la generación de empleo y las regalías. Incluso, la Agencia Internacional de Energía en sus proyecciones de demanda futura demuestra que estos energéticos seguirán siendo importantes en la demanda mundial durante los próximos años, mientras el mundo sigue consolidando su transición energética. Finalmente, tenemos que ser conscientes de nuestras propias realidades.

Colombia es responsable de entre 0,4 y 0,6 por ciento de las emisiones de CO2 globales. A pesar de que estamos muy lejos de ser un gran emisor, hemos adquirido el compromiso de reducir en 51 por ciento nuestras emisiones a 2030 y llegar a la neutralidad en carbono para 2050, lo cual nos ha posicionado como líderes regionales en la transición energética y lucha contra el cambio climático.

Colombia está en plena capacidad de cumplir estos ambiciosos planes climáticos sin tener que abandonar los hidrocarburos ni renunciar a los beneficios económicos y sociales que le generan su producción y exportación.