ANÁLISIS
Si el crecimiento económico es bueno, ¿por qué no se genera el empleo que se necesita y qué pasará en el 2023?
Tras dos años históricos en crecimiento, la tasa de desempleo se ha reducido, pero aún no llega a niveles de un dígito. Ahora se enfrentará a un 2023 con una desaceleración profunda.
Los años 2021 y 2022 se convirtieron en los de mayor crecimiento en la historia reciente del país, con registros de 11 y 8 % (esperado), respectivamente. Dos de los datos más altos de la región y del mundo, cuando en el planeta soplan vientos de recesión.
En paralelo al crecimiento de la economía se ha venido recuperando el empleo. Los recientes datos de septiembre muestran la dinámica del mercado laboral. Según un análisis de la firma Javier Hoyos Asesores y con información del Dane, la población ocupada en el último año, entre septiembre de 2021 y el mismo mes de 2022, creció 8,3 % al pasar de 20.681.000 a 22.389.000, y la población desempleada disminuyó en 4 %, de 2.810.000 a 2.696.000 en iguales períodos.
Como el empleo creció 8,3 % por encima del número de personas que buscaron trabajo 6,8 %, la tasa de desempleo bajó de 12 al 10,7 % entre septiembre de 2021/2022, agrega la firma.
De acuerdo con el estudio, la dinámica del empleo femenino sigue alta, creció 15,2 % equivalentes a 1.227.000 personas, mientras que la de los hombres aumentó 3,8 %, en términos absolutos 481.000. La tasa de desempleo de las mujeres bajó del 15,1 al 13,3 %, y la de los hombres del 9,8 al 8,8 % entre septiembre de 2021 y septiembre de 2022.
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La tasa de desempleo de los jóvenes (15 a 28 años) para el periodo julio-septiembre fue del 18,3 % frente a 21,4 % de hace un año; y para las 13 principales ciudades del 19,4 % vs. 23,6 % en el mismo periodo de 2021.
Sin duda, el crecimiento de la economía ha logrado paliar el impacto que dejó la pandemia en la destrucción de puestos de trabajo. Sin embargo, la velocidad en el crecimiento económico ha sido mayor a la de la generación de empleo. Es como si el crecimiento fuera por ascensor y los nuevos puestos de trabajo, por escalera.
Como advierte Anif en uno de sus análisis, “la pandemia nos dejó con un desempleo elevado, que aún no recobra los niveles de 2019, un mayor nivel de empleo informal y de baja calidad, mayores brechas de género y una mayor profundidad en las disparidades regionales”.
Y agrega este centro de pensamiento que “el dinamismo económico no se traduce en crecimiento del empleo. Al igual que se ha evidenciado con las crisis económicas en Colombia a lo largo de la historia, con la pandemia de la covid-19, el empleo se redujo significativamente ante la caída del producto, pero la recuperación de la economía no se tradujo en la misma proporción en generación de empleo. Es decir, hay rigideces en el mercado laboral que hacen que la recuperación del empleo sea muy lenta y se dé un mayor crecimiento en el empleo informal”.
Con este panorama, el mercado laboral se enfrenta a distintas tensiones en el corto y mediano plazo, con una particularidad: una informalidad que bordea el 59 %.
A principios de diciembre se iniciará la discusión en el aumento del salario mínimo para 2023, en un mercado en el que actualmente más de 51 % de los ocupados en el país ganan menos a un salario mínimo.
La discusión tiene como base la inflación causada este año que, en promedio, los analistas ubican en un poco más de 12 %, pero la tensión para que se mantenga arriba es muy alta. ¿Las razones? Todo indica que, al menos en los próximos meses, se mantendrá en doble dígito y con la posibilidad de que aumente, por las tensiones originadas por el conflicto entre Rusia y Ucrania, el aumento en el precio de la gasolina que, seguramente a final de año se acercará a los 10.000 pesos por galón -aunque ya en algunas ciudades como Tunja y Villavicencio los precios superan este valor-, el invierno y su impacto en los alimentos, los cultivos y la logística, y la volatilidad del dólar, que ha tocado picos superiores a los 5.100 pesos, afectando los productos y materias primas importadas. Y a ellos se suman los efectos de la reforma tributaria -que llevaría a las empresas a aumentar precios- y el mismo salario mínimo para 2023 -cuyo incremento estaría en un rango entre 13 y 18 %- pero que indexa algunos precios como arriendos y peajes, entre otros.
De hecho, de acuerdo con Anif, para el cierre de 2022 la inflación se encontrará en niveles del orden del 12 %, lo cual es por ley lo mínimo que debe subir el salario mínimo para el siguiente año. Además, la entidad considera que la Productividad Total de los Factores será de 1,4 % en 2022. “Por lo tanto, cualquier alza del salario mínimo por encima del 14% sería perjudicial para la generación de empleo en el país”, agrega.
Sin embargo, Anif recuerda que, teniendo en cuenta las declaraciones hechas por el presidente Gustavo Petro en campaña y varios de sus asesores que comentaron la posibilidad de aumentar el salario mínimo en porcentajes históricos, todo parece indicar que el aumento será de una mayor magnitud.
“La ministra de Trabajo, Gloria Ramírez, complementó esas declaraciones con el anuncio de un ‘salario mínimo vital’, que correspondería a beneficios de educación, vivienda, salud y otros que complementarían el salario. En ese sentido, se estaría buscando aumentar los costos laborales y los costos no laborales en los que tendría que incurrir una empresa para contratar formalmente a una persona. En 2021, los costos no laborales representaban el 61 % del salario mínimo.
Además, para el año entrante el Gobierno anunció una reforma laboral basada en acceso a un empleo digno, salario mínimo vital, estabilidad laboral, protección especial a la mujer y menores estudiando y no trabajando. “Todos parecen objetivos bienintencionados, pero a la hora de revisar cómo se pretenden llevar a cabo esas medidas nos encontramos con políticas que no solo no solucionarían los problemas estructurales que hoy tiene el mercado laboral, sino que, por el contrario, los acentuaría”, dice Anif, y pone como ejemplo que la reforma buscará eliminar los contratos por prestación de servicios en el sector público y la tercerización laboral en general. El argumento que se da desde el Gobierno es que, bajo esas modalidades, los trabajadores no cuentan con los mismos mecanismos de protección y seguridad laboral que aquellos que cuentan con contratos a término fijo o indefinido.
“Esas declaraciones van en contra de las realidades del mercado laboral colombiano. Si bien el objetivo común es reducir los niveles de informalidad y generar un mayor bienestar a los trabajadores, el camino debe ser incentivar la creación de empleos de calidad que se ajusten a las dinámicas del mercado; no restringirlos”, añade Anif.
De hecho, habrá discusiones intensas. Por ejemplo, por una parte, la contratación y cotización por horas, y por otra, la jornada laboral que empezará a reducirse.
A su vez, un análisis del Banco de la República señala que los indicadores muestran un mercado laboral estrecho. Dadas las previsiones en materia de crecimiento económico del equipo técnico del Emisor para 2023, que ubica el crecimiento en 0,5 %, los pronósticos indican que la tasa de desempleo urbana se mantendrá estable y terminaría 2022 alrededor del 11,2 % como escenario central.
Para 2023 se prevé que dicho indicador, en promedio, se ubicaría entre el 9,9 y 13,5 %, con 11,7 % como valor más probable. Por el lado del dominio nacional, la tasa terminaría el año 2022 en el 10,6 %, y para 2023, en promedio, estaría entre 9,2 y 12,8 %, con 11 % como valor más probable.
“Estas predicciones implican ligeros incrementos en la tasa de desempleo durante 2023, los cuales serían consistentes con las menores previsiones de crecimiento económico para ese año”, señala el informe.
Además, está el impacto de la reforma tributaria. Como advierte el análisis de la firma Javier Hoyos Asesores, el empleo ha tenido una buena dinámica; sin embargo, se verá afectada en el futuro por la desaceleración de la economía “y por la nueva reforma tributaria que impactará aún más el crecimiento, ya que afectará el ingreso disponible de las personas, actuando negativamente sobre el consumo y el ahorro, y por la mayor carga tributaria que recaerá sobre todo el sector productivo y particularmente en el sector minero y de hidrocarburos, con lo cual también se afectará la inversión”, concluye.
El panorama para el mercado laboral no es sencillo y la discusión del salario mínimo será apenas la cuota inicial de los debates que vienen.