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Ya hay dudas sobre la capacidad del Gobierno para conseguir los votos que requerirá la reforma pensional

Richard Francis, director sénior de la calificadora Fitch, da su visión sobre la economía colombiana en 2023. Dice qué se necesita para recuperar el grado de inversión y alerta sobre la incertidumbre política del país.

21 de enero de 2023
| Foto: karen salamanca-semana

SEMANA: Se estima que Colombia será una de las economías que más se va a desacelerar en 2023 tras un 2022 muy bueno en términos de crecimiento. ¿Comparte esa visión?

RICHARD FRANCIS: El año pasado, Colombia fue uno de los países de mayor crecimiento en el mundo, con casi 8 por ciento, y aunque tiene déficits preocupantes en su economía (uno fiscal de casi 7 por ciento y otro muy alto de cuenta corriente), nosotros pensamos que esa desaceleración es necesaria para contener esos desbalances. Para este año esperamos un crecimiento de un poco menos de 2 por ciento, en medio de mucha incertidumbre interna y externa. En la primera está la subida de tasas de interés del Banco de la República, y en la segunda, una posible recesión en Estados Unidos y en Europa. A eso se suma la subida de tasas de interés de la Reserva Federal. El bajo crecimiento de Colombia este año también se deberá a un ajuste fiscal, que creemos que se podrá dar gracias a las dos reformas tributarias que entran en vigencia (parte de la que aprobó Duque y parte de la de Petro), así como por recortes en gastos de capital. En resumen, será una desaceleración fuerte pero necesaria.

SEMANA: Si bien ese menor ritmo de crecimiento puede ser sano, también hay temor por las reformas económicas que planea el Gobierno. ¿Cómo las ve?

R.F.: Aún no se conocen las propuestas concretas. En el caso de la reforma tributaria aprobada en 2022, fue adecuada, pues, desde la campaña, Petro venía hablando de más gasto social y su costo se puede financiar con esa reforma tributaria. Sin embargo, con las otras reformas, nosotros, al igual que los mercados, todavía tenemos muchas dudas. No sabemos qué va a pasar en el sector petrolero. Las propuestas oficiales son inciertas, vamos a ver qué tan pragmáticos son, pues han hablado de detener la exploración. El problema es que esta es una actividad muy importante para Colombia en crecimiento, inversión, exportaciones e ingresos fiscales. En lo que respecta a la reforma pensional, la propuesta final tampoco es clara. Entendemos que el Gobierno está trabajando en ella para radicarla en marzo o abril. Desde la campaña sabemos que quieren crear un sistema de pilares, el primero de los cuales implica una pensión solidaria y universal, dirigida a quienes no tienen pensión. Eso va a costar mucho dinero, va a tener un impacto fiscal y no sé si sea factible. Del segundo pilar solo sabemos que sería para quienes ganen entre uno y cuatro salarios mínimos, los cuales tendrían que cotizar en el sistema público. Eso puede tener un impacto muy negativo sobre el mercado local, pues entre el 80 y el 90 por ciento de la población está dentro de ese rango salarial. El resultado sería la desaparición de los flujos para el sistema privado y le daría un golpe al mercado de valores, al fondeo de las empresas y del Gobierno. Tenemos, además, la duda de si esta propuesta pensional realmente puede obtener los votos que necesita en el Congreso.

¿Cómo pinta el 2023?

SEMANA: ¿Qué tan pendientes están en Fitch del debate legislativo?

R.F.: Lo que pasa es que la incertidumbre política no es buena para el crecimiento, pues muchos inversionistas van a decir: yo voy a esperar hasta que conozcamos las políticas del Gobierno, y la inversión privada puede caer en el corto plazo. Vamos a ver si nuevamente Colombia puede crecer entre 3 y 3,5 por ciento, un nivel que creemos es igual al PIB potencial. Pero hay riesgos a la baja.

SEMANA: En su cálculo de crecimiento para 2023, ¿está incluida esa incertidumbre política?

SEMANA: ¿Cómo ve la transición energética que ha mencionado el Gobierno?

R.F.: Colombia no es el único país que está pensando en eso, pero tiene grandes desafíos. En Chile han tenido éxito, pues cuentan con un plan para usar más energía hidráulica y solar, impulsados por el hecho de que no producen petróleo. Creo que la transición energética funciona, sobre todo si se cuenta con un plan a mediano plazo. En Colombia, por el contrario, existe la posibilidad de nuevos hallazgos de crudo, por ejemplo, en el Caribe, lo cual implicaría más producción y más ingresos para el Gobierno. El país todavía puede competir, solamente tiene que exportar más petróleo.

Continúa desacelerándose la economía en Colombia, ¿por qué?

SEMANA: ¿Qué tanto afecta a la calificación del país la menor producción petrolera?

R.F.: Colombia tiene que diversificar sus exportaciones y en eso estoy de acuerdo con Petro. El problema es hacer ese cambio muy rápido, pues hoy 50 por ciento de las ventas externas son carbón y petróleo, al tiempo que 10 por ciento de los ingresos del Gobierno y un alto porcentaje de la inversión extranjera directa. Sería riesgoso cambiar eso de un día para otro. En el mediano plazo, tal vez funcione si el país tiene nuevas fuentes de ingresos. El lío es que esas fuentes son difíciles de desarrollar y, además, toman tiempo. Por ejemplo, es demorado volverse una potencia agrícola, pese al potencial del país.

SEMANA: ¿Cómo ve el endeudamiento del país?

R.F.: La cifra de cierre de 2022 puede ser igual a la de 2021 o incluso menor, ahí también influye la tasa de cambio, pero lo cierto es que la fuerte alza de la deuda que se dio en pandemia es difícil de corregir, por ende, no la vemos cayendo mucho, aunque tampoco subiendo. Actualmente, tenemos una perspectiva estable de la calificación de Colombia; para mejorarla debemos ver una real caída de la deuda en términos de PIB y una mejora de las finanzas públicas. Si el Gobierno no puede lograr un ajuste fiscal suficiente, eso podría ser negativo para la calificación. Somos optimistas en ese frente y vemos un ajuste fiscal. Estimamos que en 2022 este haya cerrado un poco por debajo de 7 por ciento, lo que seguiría siendo muy alto, pero con las tributarias de 2021 y 2022, los recortes de gasto de capital y los menores subsidios al precio de la gasolina, creemos que este año el déficit fiscal bajaría a 4 o 4,5 por ciento.

SEMANA: El precio del dólar en Colombia siempre ha sido volátil, pero últimamente lo ha sido mucho más. ¿Qué tanto le preocupa ese tema?

R.F.: La volatilidad en sí misma no nos importa mucho, pero sí sus impactos sobre otras cosas, como la inflación, que en diciembre todavía estaba subiendo. A eso se suma su impacto sobre la gasolina, lo que hará mucho más difícil quitar el subsidio a los combustibles. Asimismo, un buen porcentaje de la deuda está en dólares y su saldo sube con la tasa de cambio.

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SEMANA: ¿Qué tanto le preocupa el actual nivel de inflación del país?

R.F.: Es preocupante porque todavía no se ha llegado al pico, mientras que en muchos países ya se logró. Esperamos que esto se dé pronto, aunque claramente no en enero. Además, la inflación va a ser difícil para el banco central no solo por el dato puntual, sino también por las expectativas a 12 y 24 meses, las cuales están por encima de la meta. Me parece que el Banco de la República ya también podría estar llegando al pico en sus tasas de interés, pero tal vez deberá mantener sus tasas altas por más tiempo. Pensamos lo mismo de Estados Unidos. Allí la FED puede subir sus tasas a 5 o 5,35 por ciento, nivel que se mantendría hasta finales de 2023.

SEMANA: ¿La coyuntura de las protestas y la polarización que vive América Latina podrían impactar las calificaciones de los países de la región?

R.F.: Vemos presiones en muchos países, pero el único en donde actualmente tenemos una perspectiva negativa es Perú, dado que su situación política es bien complicada y luce más difícil porque las elecciones serán hasta 2024. Eso implica que la incertidumbre política podría durar más de un año y las protestas podrían continuar, con el agravante de que cada día son más violentas. Lo bueno en el caso de Perú, en comparación con Colombia, es que su nivel de endeudamiento es muchísimo más bajo y su déficit fiscal al cierre del año pasado fue menor al 2 por ciento. Brasil también está bastante polarizado en este momento. Chile está bien, pero hay riesgo de más movilización popular y ese es un riesgo para casi todos los países de la región andina.

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SEMANA: En el pasado se decía que los inversionistas veían a América Latina como un bloque, en el que todos los países eran iguales. Eso se ha venido desvirtuando. Pero ¿con el giro a la izquierda de la región ha revivido esa idea?

R.F.: Los inversionistas son cada vez más expertos y pueden reconocer las diferencias entre Colombia y Perú, pero sí hay una tendencia hacia la polarización y hacia la movilización popular, intensificada por la brecha entre ricos y pobres, la informalidad, los rezagos negativos de la pandemia y las presiones por más gasto social, por ejemplo, para pensiones. De hecho, creo que este es un fenómeno global, que también se ve en países como Estados Unidos.

SEMANA: ¿Cuáles serían los mayores riesgos externos para la economía en 2023?

R.F.: Uno es el techo de la deuda en Estados Unidos, que es una discusión complicada en medio de un Congreso muy polarizado. Eso puede impactar los mercados estadounidenses y, como se sabe, cuando estos se impactan se tiene un problema global. Otro riesgo está en la incertidumbre política de América Latina, con el aliciente de que al menos este año no hay muchas elecciones en la región, solo en Argentina. Igualmente, con China siempre hay alguna preocupación, podría ser una guerra con Taiwán. Son temas que nadie ve, ocurren de un momento a otro y, por eso, se llaman cisnes negros. Finalmente, están los riesgos asociados al cambio climático.