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Análisis

El futuro del trabajo se nos adelantó (y es hoy)

Entre muchos otros cambios, la pandemia generada por la covid-19 reestructuró el modelo tradicional de empleo —basado en la presencialidad, las jornadas de oficina y los acuerdos cerrados con estrechones de manos— acelerando la tendencia a la vida en línea.

22 de enero de 2021

Hoy vemos cómo los avances que venían pronosticando un futuro automatizado del trabajo se saltaron algunos años para transformar una realidad que, por prevención y cuidado de la vida, nos obliga a distanciarnos y ser más eficientes.

Tenemos que admitirlo: el coronavirus nos está impulsando a la conectividad y ahora, sí o sí, las empresas requieren trabajadores capaces de asumir el aumento en la adopción de la tecnología, que terminó de llegar para quedarse.

El mundo laboral como lo hemos conocido está cambiando y lo hace a pasos agigantados (ahora, obligados). Además de adoptar procesos tecnológicos, el empleado de hoy debe saber acomodarse a los cambios, resolver inconvenientes y proponer desde la creatividad.

Hace unos días supe que, según el informe sobre el futuro de los empleos del Foro Económico Mundial, el 50% del total de empleados necesitarán volver a formarse para el año 2025.

Esto quiere decir que las habilidades requeridas en los nuevos modelos cambiarán en los siguientes cinco años o menos, pero para esto necesitamos facilitarles a los trabajadores el acceso a las mismas y las herramientas para adquirirlas, de lo contrario seguiríamos ampliando las brechas.

El mismo informe detallaba que las personas que participaron en la Encuesta sobre el Futuro de los Empleos estimaron que un 40% de los empleados requerirán una recalificación de seis meses o menos.

Me parece poco tiempo, sin embargo la buena noticia está a la luz de muchos y a diario somos testigos también de nuestra propia reestructuración: la pandemia castigó los empleos tradicionales, sí, es verdad, pero a la vez potenció en las personas el desarrollo de aptitudes de autogestión como la búsqueda activa de aprendizaje y la flexibilidad.

Hay quienes piensan que estas modificaciones son producto del coronavirus y que solo se trata de cambios eventuales. Otros, en cambio, ven la transformación a largo plazo como el futuro que se nos adelantó. Lo cierto es que tenemos todo para hacerle frente, y lo tenemos adentro, en nuestras organizaciones.

¿De qué sirve acrecentar la emergencia que vivimos con despidos y aumento del desempleo, si podemos reaprovechar el talento humano con el que contamos? Hay que disponer de los medios que permitan reforzar las competencias de los empleados y orientarlos a los trabajos que el mañana tecnológico les está pidiendo desde ya.

A la autogestión y las nuevas competencias del trabajador actual se suman la conexión y empatía con sus líderes y equipos, lo que se traduce en mayor compromiso por su parte, pero también en la entrega constante de bienestar por parte del empleador. Un bienestar que puede dárselos la preparación para enfrentar tanto cambio.

Entonces, ¿qué podemos hacer desde las empresas? Inspirémonos en esfuerzos como el de la plataforma Reskilling Revolution que fue lanzada en enero de 2020 por gobiernos y compañías mundiales y el Foro Económico Mundial y que tiene como objetivo proporcionar mejor educación a 1.000 millones de personas en los próximos 10 años para garantizarles que puedan acceder a los empleos de la Cuarta Revolución Industrial.

A escala, y desde nuestras capacidades: asesoremos y promovamos al personal idóneo, ofrezcamos cursos, programas y encuentros virtuales de formación y, en la medida de lo posible, contratemos desde la diversidad.

Si el objetivo es adaptarse y sobrevivir, las organizaciones deben fortalecer sus plantillas desde ya, poniendo como meta de recalificación no los seis meses estimados por los encuestados sobre el futuro de los empleos sino, por lo menos, el año 2022.

Otro caso es el de la red global de servicios profesionales KPMG, que en su informe ‘El futuro de RR.HH. en la nueva realidad’ comparte las lecciones que deja este 2020 para Recursos Humanos, basadas en la necesidad de pensar en grande y jugar a largo plazo.

En su documento se muestran los cambios en las prioridades y las formas de trabajar de algunas organizaciones, siendo algunos de ellos: el paso de la mentalidad analógica a la digital, de centrarse en la gestión del talento individual a la capacidad y el desempeño de toda la fuerza laboral y de apoyar las estructuras de gestión jerárquica a la capacitación entre pares y los modelos de liderazgo plano.

De hecho, para KPMG el reskilling, es decir el aprendizaje constante de nuevas habilidades, es la clave del éxito: en su encuesta de RR.HH. de 2020 se clasifica como el factor más importante en la conformación de la futura fuerza laboral, ya que el 72% de los encuestados lo consideran relevante y piensan que el 35% de los colaboradores necesiten reskilling en los próximos dos años.

Esto es lograble. Contamos con seres humanos en las empresas y, como tal, las habilidades requeridas para su capacitación deben ser humanas. No estamos hablando de reemplazar a nadie por máquinas, optemos por oportunidades al alcance de todos y por facilitar el tiempo, el espacio y los equipos remotos de aprendizaje.

El futuro del trabajo lo estamos viviendo hoy. Valorar, impulsar, promover y ser flexibles son también requisitos para sobrevivir a esta pandemia que modificó la vida de todos, incluso la de las empresas.

Por: Alejandro Arango