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Claudia Varela, columnista

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Buscando ser reconfirmados

Evidentemente, la aparición del internet en la vida de todos ha revolucionado nuestra capacidad de acceder a información que confirma lo que creemos.

Claudia Varela
8 de septiembre de 2024

Hoy quiero hablar un poco del sesgo de confirmación porque lo he visto mucho últimamente. Es difícil cambiar una creencia. Una de las razones principales de esta dificultad radica en que permanentemente estamos buscando información que “confirme” lo que creemos. Le damos más valor a la información que valida nuestras creencias, al tiempo que desechamos y despreciamos aquella que no esté acorde con ellas. A esta tendencia se le llama en psicología “sesgo de confirmación”, término introducido por Kanheman y Shane en 2002, en su artículo “revisitando la representatividad: sustitución de atributos en el juicio intuitivo”.

Evidentemente, la aparición del internet en la vida de todos ha revolucionado nuestra capacidad de acceder a información que confirma lo que creemos. Una simple búsqueda en Google de la expresión “no quiero vacunar a mi hijo” genera más de 367.000 resultados, dentro de los que se mezclan los que explican la urgencia de la vacunación, hasta más de 200 que conté, ofrecen justificaciones de todo tipo sobre los “peligros físicos y mentales” que trae la vacunación. Aunque suene ilógico, en el siglo XXI hay un sector entero de la sociedad que quiere evitar que sus hijos sean vacunados porque tienen la convicción -con “evidencia” en mano- que las vacunas traen efectos mortales.

En distintos procesos gerenciales, organizacionales, de selección e incluso de restructuración, este sesgo se presenta de forma silenciosa, pero implacable. He asesorado procesos de selección donde he escuchado frases como “necesitamos un ingeniero porque son más estructurados”. Y sí, hay ejecutivos que creen que las mujeres, las personas pertenecientes a comunidades étnicas, los homosexuales, las rubias, los bajitos, los fornidos, algunas profesiones en particular son menos capaces que los demás para desempeñar una actividad, realizar una tarea o ejercer una función. Y esos mismos ejecutivos buscan autoconfirmarse: en el club, en internet, en los estudios que buscan para darse la razón.

Hace unos días recibí la llamada de Manuela que me contaba que le habían sacado de su empresa. La razón no fue muy clara y ella estaba bastante golpeada, lo que entiendo que es normal porque nadie quiere que eso pase así esté aburrido en la empresa de que es expulsado.

Por otro lado, me llamó su jefe, a quien también conozco, y me dijo que estaba muy impactada por sacar a Marce pero que definitivamente ella era muy difícil, que la retaba demasiado delante del equipo y que eso era insostenible.

No quise opinar mucho porque me sentí involucrada, ya que las dos son grandes personas. Sin embargo, creo que a la jefe de Marce le falto seniority, porque un buen líder debe manejar sus sesgos y potenciar a las ovejas diferentes al rebaño. Eso sí, lo digo porque siempre he sido una oveja negra, que más bien ahora bautizo como oveja de colores.

No podemos culpar al equipo por ser diferente o pensar diferente a mí mismo. No puedo pensar que si me contradice en público es conflictivo o que si genera controversia es un mal profesional. Estas personas que generan discusiones diferentes son las que mayor innovación e ideas nuevas traen a un grupo de trabajo.

No estoy segura de que se pueda evitar del todo el sesgo de confirmación. Pero si estoy segura, porque lo he hecho, que se puede buscar, analizar y preguntar. Es más que necesario llevarnos la contraria, permitir que las opiniones diversas sean la fuente de las decisiones.

En muchas negociaciones que he tenido la oportunidad de liderar, suelo nombrar un “contrariador o contrariadora”, una persona que todo el tiempo, de forma terca y deliberada, contradiga las soluciones, dé los peros y señale los contras. Es un trabajo emocionante y a veces ingrato, pero es una ayuda enorme para poder entender que la mejor respuesta está en la contribución diversa que recoja las más variadas experiencias.

Soy contrariadora natural, así que me gusta asumir este rol para aprender más. Pero debo reconocer que la vida organizacional invita menos gente que lleve la contraria y más que se adapte al esquema. No más sesgo de confirmación, escuchemos más y hablemos menos. Hay que rodearse de gente diferente no que te reconfirme siempre. ¿Te atreves?