OPINIÓN
Carbón: en busca del ‘paganini’
Con el sugestivo título “Carbón: ¿No hay futuro?”, el director de Portafolio, Francisco Miranda Hamburger, en el editorial del lunes pasado afirmaba: “La semana pasada la empresa carbonífera Prodeco anunció el inicio del proceso de devolución de sus títulos mineros a la Nación.
“Esta decisión de la tercera compañía exportadora del mineral en el país profundiza la crisis que atraviesa esta industria, tanto local como globalmente (...) a lo anterior se añade una creciente sensibilidad de bancos y fondos sobre los aspectos sociales, ambientales y de gobernanza (ESG) de los proyectos de inversión (...) A los bajos precios internacionales como factor catalizador de la crisis, hay que sumarle crecientes costos de producción, altas inversiones ambientales e inseguridad jurídica (…) La muerte del carbón no será tan inminente como muchos pronostican. A pesar de ello, el Gobierno Nacional no parece tener una estrategia clara y concertada con los actores de la industria para mantener al segundo renglón de exportaciones. El Ministerio de Minas necesita establecer una hoja de ruta para la recuperación en el corto plazo, la transformación en el mediano y en el largo, el cierre programado y seguro de este sector de la minería.”
En el juicioso editorial el señor Miranda, acierta en que el cierre de este sector de la minería es inevitable, pero en dicho escrito hay un error de enfoque. El editorialista afirma “La muerte del carbón no será tan inminente como muchos pronostican.” Al contrario, el autor de esta nota cree que será aún más rápida de lo que muchos, especialmente en Colombia, asumen. El carbón, de lejos, es el combustible fósil más contaminante que existe y en un mundo que cada día es más consciente de la necesidad de frenar el cambio climático, el seguir quemando carbón es más que una insensatez económica: es un crimen.
Por otro lado, don Francisco deja entrever que es el gobierno, a través del Ministerio de Minas, el que “necesita establecer una hoja de ruta para la recuperación en el corto plazo, la transformación en el mediano y en el largo el cierre programado y seguro de este sector de la minería.”
El autor de esta nota siente que dicho editorial está insinuando que el gobierno asuma la responsabilidad de este ‘muerto’ hasta que su deceso sea oficialmente certificado. En otras palabras, que si algo sale mal en la intervención del Estado, seamos los contribuyentes los que nos convirtamos en los ‘paganinis’ del entierro.
El carbón es un negocio de ‘privados’ con ‘privados’; y por ende la conversación que se debe tener es entre las empresas, sus accionistas, los trabajadores y los sindicatos. Las utilidades, y obviamente las pérdidas de estas empresas, les corresponden es a los accionistas. El papel del Gobierno debe ser única y exclusivamente el de un ‘amigable componedor’. Que los contribuyentes terminemos pagando el inexorable funeral del carbón, no es ni aceptable, ni equitativo, ni legítimo.
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Apostilla: Sería un lamentable error estratégico que no fuera Ecopetrol quien se quedará con ISA. Para Ecopetrol, el electrificarse no es una opción: es una absoluta necesidad. Por el contrario, que el gobierno considere las ofertas de las Empresas Públicas de Medellín (EE.PP.M) por ISA no debe estar encima de la mesa. EE.PP.M ha demostrado ser una empresa politizada y altamente dependiente de los vaivenes ideológicos del alcalde de esa ciudad. El Grupo Energía Bogotá (GEB), que ha demostrado tener poca capacidad de control de sus empresas, tampoco debe ser una opción. Emgesa, una de las filiales de GEB, les presta a los habitantes de Cundinamarca un servicio tan malo como deficiente. Antes de aventurarse en otras adquisiciones como la compra de ISA, el GEB debe concentrarse en arreglar su propia casa.