Crypto: populismo vs. un algoritmo

Es fácil atribuirle el aumento del precio del dólar a $ 4.000 al ciclo electoral que viene. No obstante, es un cambio que se produce desde 2014 con el surgimiento de la industria de gas de esquisto.

Esto cambió el balance fiscal para países como Colombia que dependen del petróleo. Luego, la pandemia aceleró ese proceso de endeudamiento, que hoy nos pasa factura y que hace que sea más caro adquirir aquello que no producimos. Es decir, tecnología.

Esa factura puede representar un riesgo social. Sin embargo, ¿cuál es la relación de este fenómeno con las criptomonedas? ¿Qué tiene que ver con la situación de Brasil, Argentina y Venezuela?

Si vamos al pasado, observaremos que en la historia de América Latina hemos vivido procesos en los cuales se ha fracturado el contrato social y los gobiernos han llegado al extremo de confiscar las cuentas bancarias de sus ciudadanos.

Un ejemplo claro fue la época del presidente brasileño, Fernando Collor (1990-1992), quien de un día para otro ordenó congelar los ahorros de millones de personas.

La pregunta que surge es: ¿en un escenario de ese tipo tenemos un activo que no pueda ser confiscado? En un escenario en el que el contrato social es tan claro, ¿tengo la posibilidad de tener un activo no confiscable? Esa es justamente una de las propiedades de las criptomonedas.

Crypto no es la panacea, es altamente volátil y difícilmente cumple la propiedad de una moneda. También es el activo con el que los millennials decidieron tomar riesgo.

No se trata solo de los millennials, sino que también crypto es una posibilidad para millones de personas que anhelan una salida frente a un gobierno populista o que simplemente no confían en el contrato social de su país.

Es un proceso que ya vemos con los venezolanos, que buscan una salida, y con los brasileños y argentinos, que quieren alternativas.

Bitcóin se está convirtiendo en un activo de escape para millones de habitantes de países emergentes. Eso es valioso.