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Desbloqueando el potencial de la humanidad: de la inteligencia artificial a la inteligencia colectiva

El secreto para la creación suprema de riqueza radica en aprovechar el motor de la serendipia de la inteligencia colectiva, desde los antiguos imperios hasta los gigantes de Internet y las comunidades descentralizadas.

Guillermo Valencia
18 de junio de 2024

Hablemos sobre cómo podemos abordar los diversos desafíos que enfrenta la humanidad hoy en día: ataques cibernéticos, guerras, tensiones sociales, revoluciones, pandemias, hambrunas y los impactos del cambio climático. Para abordar estos problemas de manera efectiva, necesitamos cambiar nuestra perspectiva y entender cómo ha funcionado nuestra civilización de una manera fundamentalmente diferente.

Imagina la obra de arte del renombrado diseñador Olafur Eliasson. Dentro de sus marcos, se despliega una red: la red en sí, su proyección y el observador parado ante ella.

Mi propuesta es ver nuestra civilización como una red de inteligencia colectiva que impulsa nuestro crecimiento. La proyección representa los sistemas de gestión que usamos para gobernar esta inteligencia, mientras que el observador es la oportunidad de replantear nuestra perspectiva. Esta inteligencia colectiva nos ha permitido sobrevivir y crear caminos para el progreso. Esto es evidente desde las antiguas tribus hasta ciudades como Uruk con 100.000 habitantes, pasando por metrópolis modernas como Manchester y Chicago, y los extensos complejos urbanos de Nueva York, Shenzhen, Ciudad de México, São Paulo, y las vastas redes urbanas como Tokio y Yokohama y otros complejos en China.

Estamos en una encrucijada similar a la época anterior a la invención de la imprenta. Podemos invocar un nuevo renacimiento en que la inteligencia artificial fomente el florecimiento y la libertad individual, o descender a una nueva edad oscura en la que la IA se utilice para crear rebaños de seguidores.

La elección es nuestra. Aprovechemos nuestra inteligencia colectiva para asegurarnos de elegir el camino del crecimiento, la innovación y el empoderamiento individual.

Somos un colectivo que necesita crear, y este ha sido el algoritmo más poderoso para resolver los principales desafíos de nuestra civilización. Reflexionando sobre esta idea de colectivos, surge la pregunta: ¿cómo, según la gestión de esta inteligencia colectiva, podemos aumentar nuestras probabilidades de sobrevivir a los grandes desafíos que enfrentamos?

La historia nos ha mostrado cuatro métodos mediante los cuales hemos logrado el crecimiento:

Guerra: la guerra requiere autocracias y líderes carismáticos como Alejandro Magno o Genghis Khan, o líderes con narrativas que aceptan atrocidades, como Hitler o Stalin. La guerra demanda un sistema de control con un líder fuerte y seguidores leales. Pero la guerra sacrifica el potencial de la inteligencia colectiva por el control.

Comercio internacional: el comercio implica el intercambio y la polinización cruzada de ideas entre imperios, naciones y civilizaciones. Desata el potencial sin recurrir a la violencia. Sin embargo, cuando falla la confianza entre los estados, el comercio fracasa y volvemos a la guerra. El comercio prospera con la confianza y el beneficio mutuo, fomentando la colaboración.

Revoluciones tecnológicas: las revoluciones tecnológicas amplifican esfuerzos y recursos, creando nuevas clases sociales y oportunidades de riqueza. La tecnología fomenta el desarrollo de las democracias, descentralizando el poder y alentando la creación y tolerancia de nuevas ideas. Convierte la escasez en abundancia.

Reinvención: ¿qué tal si creamos una estructura en que la reinvención sea más probable, sin juicio y factible? Esto es lo que está ocurriendo en nuestra sociedad hoy en día. Al reinventar los principios fundamentales de algo, entramos en una era de crecimiento exponencial. La reinvención requiere coraje y visión para remodelar el futuro.

Estos cuatro algoritmos no son ajenos a nuestra era. Cuando hablamos de guerra, la vemos en Ucrania, en las tensiones entre Irán, Israel y Arabia Saudita, y en conflictos potencialmente más complejos. Es la Segunda Guerra Fría que está ocurriendo entre EE. UU. y China, compitiendo por tecnologías cruciales, recursos naturales, cadenas de valor e influencia geopolítica. Esto ha causado que la globalización se fracture. No hay confianza entre los socios comerciales mientras compiten, y la reconfiguración de las cadenas de valor está creando oportunidades en India, México y Japón.

La competencia se extiende al desarrollo de la inteligencia artificial y cómo esta permea el sistema operativo humano, el lenguaje, con soluciones como ChatGPT, creando una era de innovación sin precedentes. Pero esto no puede ocurrir sin replantear nuestros principios fundamentales.

Estamos en un momento en que replanteamos los principios fundamentales de la vida, como el diseño de proteínas. Cuando Google, a través de DeepMind y AlphaFold, puede predecir o programar proteínas, estamos entrando en una nueva era tecnológica. Cuando podemos usar la IA para estabilizar un proceso de fusión nuclear, podríamos estar hablando de energía ilimitada e incluso de alcanzar una longevidad inimaginable.

Pero esta tecnología también puede ser el sueño de los líderes autocráticos, permitiendo un control sin precedentes sobre nuestras libertades. Por eso necesitamos un internet descentralizado, una Web 3.0 en que nuestra propiedad intelectual esté protegida. Necesitamos crear un nuevo sistema financiero en que el colateral no sea bienes raíces, sino nuestra propiedad digital.

En un mundo lleno de desafíos, nuestra capacidad para aprovechar la inteligencia colectiva desbloqueará oportunidades de crecimiento sin precedentes. Como emprendedores y líderes, nuestro deber es claro: innovar incansablemente, repensar audazmente, inspirar profundamente y allanar el camino hacia un futuro donde el brillo colectivo nos impulse a nuevas alturas.

Gracias por leer.

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