OPINIÓN
Desempleo juvenil y precariedad del mercado laboral
La tasa de desempleo en Colombia sigue en aumento. Al evaluar las condiciones de este desempleo en el segmento de los jóvenes, hay que preocuparse no solo por la coyuntura actual que ha acentuado el problema por la pandemia, sino también por la precariedad del mercado laboral que desafortunadamente se ha formado para ellos.
El mercado laboral en Colombia está pasando por uno de sus peores momentos. Si bien nuestro país ha sido ampliamente criticado por sus altas tasas de informalidad laboral, ahora la problemática se ha acentuado en la tasa de desempleo por cuenta del covid-19. Todas las dificultades económicas que han enfrentado miles de empresas en el país han pasado una fuerte cuenta de cobro en materia laboral.
Según el Dane, ya son cerca de 3,5 millones de colombianos que atraviesan esta difícil situación. No obstante, si nos enfocamos en el segmento joven de la población, se ve una coyuntura cada vez más delicada en materia de desempleo. Son muchos los casos que escuchamos día tras día en donde el envío consistente de hojas de vida y la aplicación a posibles puestos de trabajo no trae resultados, al menos en el corto plazo.
Según Cuso Internacional, aunque la afectación ha sido general, la situación para los jóvenes se agudizó en 2020, año en el que el desempleo para esta parte de la población creció 7,8 puntos porcentuales. Solo la desocupación juvenil alcanzó el 23,5 % a finales del primer trimestre de este año.
Asimismo, otro de los resultados del estudio: La inserción laboral de jóvenes urbanos de estratos 1 y 2 en Colombia: un análisis en tiempos de COVID-19, liderado por Cuso, dio a conocer una acentuada brecha entre el desempleo juvenil, basándose en la discutida clasificación de estratos. Allí, el panorama difiere ampliamente entre las personas de estrato 1 y 2 y las personas de estratos 4, 5 y 6.
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El estrato 2, según la publicación, tiene la mayor tasa de desempleo entre los jóvenes urbanos. Asimismo, bajo un análisis por género, también se observó que la tasa de desempleo de las mujeres jóvenes de estrato bajo-bajo (o sea, el estrato 1) duplica la de los hombres jóvenes de ese mismo estrato.
Para ello, aunque la subjetividad es creciente, algunos coach y expertos en desarrollo profesional se mantienen al tanto de esta complicada coyuntura que se presenta a nivel mundial. Obviamente se hace necesario un mayor impulso y decidido apoyo de políticas gubernamentales que apalanquen la inserción laboral de mujeres y jóvenes como prioridad de estrategias de reactivación económica. Adicional a ello, se pueden tener en cuenta algunos tips para que los jóvenes de nuestro país se apalanquen a la hora de buscar empleo en una situación tan crítica y compleja.
Por un lado, tener un buen currículum no es sólo sinónimo de experiencia. Aunque se trate del primer empleo, siempre es importante resaltar de primera mano todas las cualidades que se crea que pueden servir para la vacante, hacer énfasis en los estudios que sean relevantes, herramientas que permiten competir con personas con larga trayectoria y, por qué no, pensar en diversas formas de hacer más llamativo la hoja de vida a simple vista. Existen muchos sitios de apoyo en internet donde se guía el diseño y contenido estratégico que debería tener la hoja de vida.
Por otro lado, los contactos son importantes. Esto involucra la posibilidad de encontrar a alguien que pueda ayudar a superar la dificultad de hallar una vacante sin experiencia. Un mentor tiene la facilidad de vislumbrar mayores oportunidades, crear un círculo de relaciones y hasta proveer una serie de consejos útiles para encaminar la carrera de la persona de una manera más acertada que provea resultados.
Otra recomendación de utilidad es tener en la mira una empresa o un sector objetivo. Así se obtiene la oportunidad de estudiar muy bien una compañía (o en dado caso un sector particular) y, de paso, es posible armar un currículum bien estructurado que concentre un mayor interés, enfoque y especificidad. A veces generalizar las aptitudes y conocimientos sin un objetivo claro crea una sensación de ambigüedad en el entrevistador, pues el candidato no sabe cómo responder a la aplicación de lo que sabe en lo que se requiere específicamente.
El mayor desafío, según varios expertos, viene a la hora de una entrevista, así sea telefónica o por herramientas de internet. Actualmente son muchas las preguntas que tienen unas respuestas “prediseñadas”, que no causan mayor impacto en el entrevistador. A pesar de que no se cuente con experiencia, el sentirse seguro, confiado y fuerte son actitudes que sobresalen e, incluso, estudiar con cautela las preguntas más frecuentes y difíciles puede llevar a una mayor autenticidad.
Ante la falta de estadísticas sobre la precariedad laboral, Cuso presentó un índice de ocho indicadores con los que intentó aproximarse bajo análisis de salarios, protección en salud, pensión y riesgos laborales, entre otros. Los resultados mostraron que, el año pasado, solo el 13,6 % de las personas jóvenes ocupadas y de estratos bajos cumplieron positivamente todos los criterios analizados.
Igualmente, coincidieron en algunas cifras en donde el nivel educativo tenía una alta incidencia en la búsqueda de trabajo. Por ejemplo, cuando un joven urbano de estratos bajos consigue su título de bachiller, multiplica por 2,8 sus posibilidades de tener un trabajo no precario; cuando es un título técnico/tecnólogo las multiplica por 8,5 veces y si es universitario por 13.
Indiscutiblemente, si la situación de desempleo es preocupante, las condiciones del empleo juvenil también requieren atención. Desde las políticas gubernamentales no basta con una ley del primer empleo que se limite al sector público, para intentar conseguir algo de experiencia. La falta viene de la ausencia de un cambio más profundo que mejore las condiciones laborales de los más jóvenes, compensando unos esfuerzos, habilidades y conocimientos que tanto les ha costado. Hay que tener en consideración que dar paso a las nuevas generaciones demanda garantizarles condiciones laborales que les brinden una buena calidad de vida y la disminución de brechas de desigualdad.