OPINIÓN
El dilema fiscal
Con la presentación de la reforma tributaria de este año se abre de nuevo la discusión sobre las modificaciones que trae y cómo nos pueden afectar a todos, pero más allá de esto, esta semana quiero compartir algunas reflexiones sobre el papel fiscal de los impuestos.
En septiembre de 2018 escribía una columna en esta revista titulada ‘¿Qué sabemos en realidad de los impuestos?’, explicando algunos de sus conceptos básicos a la luz del inicio del gobierno de Iván Duque y la primera de las tres reformas tributarias que ha llevado a cabo. Ahora dos años y medio después nos encontramos de nuevo con este tema en un contexto aún más complejo. Es por eso que quiero hablar un poco del dilema fiscal al que se enfrenta el gobierno.
Para los que quieran ver la columna de 2018 les dejo el link.
Todos los gobiernos del mundo se han visto enfrentados a situaciones extraordinarias a la hora de lidiar con los efectos económicos de la pandemia y Colombia no ha sido la excepción. Cada subsidio que ha tenido que otorgar en el último año, cada medida de apoyo a la población y de protección a los empleos, es un aumento inesperado a los gastos. Sumando a esto la reducción de ingresos derivada del deterioro del consumo y otros recaudos que disminuyeron, lo que se obtiene es la receta perfecta para un déficit fiscal cada vez mayor.
De acuerdo a los datos del Ministerio de Hacienda, el déficit fiscal al cierre de 2019 era de 2,5 % del PIB y había mostrado una senda decreciente desde 2016, como puede verse en el gráfico 1, en parte, por la implementación de la regla fiscal que ponía un límite al nivel de endeudamiento del gobierno. Por supuesto, hace un año cuando empezó la pandemia, una de las primeras medidas fue suspender dicha regla por la necesidad de enfrentar la coyuntura generada por la pandemia, lo cual sin lugar a dudas era una medida que debía tomarse.
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De acuerdo al Gobierno, para 2020 y 2021, este aumento inesperado del gasto público ha traído una expectativa de déficit fiscal de 7,8 % y 8,6 % del PIB, respectivamente, lo cual hace que la situación requiera una solución estructural llevándonos a la tercera reforma tributaria de esta administración.
De todas las modificaciones que propone, probablemente las más sonadas son eliminar ciertas exenciones sobre el IVA, aumentar el nivel de su devolución y ampliar la base gravable en un millón de personas más. Un asunto interesante de estos escenarios extremos como el de la pandemia, es que han hecho aún más evidentes problemas que se venía trayendo desde antes. Un claro ejemplo es cómo ha aumentado aún más la disparidad del desempleo por género.
En ese orden de ideas, pareciera que a nuestro sistema tributario y finanzas fiscales les pasa exactamente lo mismo, por lo que el Gobierno pidió ayuda a una comisión de expertos al respecto. Si bien creo que esta reforma toca temas muy válidos, en especial en términos de eliminar exenciones y ampliar la base gravable, mi preocupación, como lo he dicho y escrito anteriormente, está en el IVA y la dependencia del Gobierno de los ingresos derivados de él.
Uno de los puntos interesantes a tener en cuenta, es que es un impuesto que se aplica a las ventas en general haciéndolo por naturaleza regresivo al tener tarifas fijas que afectan en mayor proporción a los hogares con ingresos más bajos, lo que se buscó solucionar con un mecanismo de devolución.
Pero si nos detenemos a pensar un poco en las implicaciones, la primera sería que con una tasa de 19 % en la mayoría de bienes y servicios lleva a mayores precios para todos los consumidores desincentivando la demanda, además, otro efecto viene por el rezago temporal con una devolución que se hace cada dos meses, mientras el consumo se hace de forma diaria.
Si bien la nueva reforma tributaria trae un componente social al volver permanente el ingreso solidario y aumentar la base de devolución del IVA, el asunto, me parece, es cómo esto pueda afectar el consumo de los hogares de todos los estratos, el cual es una fuerza que ha sido determinante en el crecimiento económico para Colombia y que se ha visto afectado por la pandemia. De acuerdo al cálculo del DANE, en el PIB vía gasto en 2019 y 2020 el consumo final individual de los hogares representó alrededor del 70 %, lo cual lo vuelve determinante en la recuperación económica.
Es justo en puntos como este donde se presenta la elección de usar los impuestos como fuente de financiación del Gobierno o como herramienta de política fiscal expansiva que incentive el crecimiento. En este orden de ideas, las reformas tributarias se han venido haciendo con un enfoque que da más importancia al financiamiento del Estado, sobre la política fiscal y que continúa generando una dependencia en impuestos como el IVA. No niego que la situación en la que se encuentra este Gobierno es extraordinaria y atender el déficit fiscal es prioritario, pero asegurar una senda sostenible de recuperación económica también lo es y es ahí donde está el dilema fiscal.