GUILLERMO VALENCIA

Opinión

El sesgo matemático y la brecha de género

A la hora de resolver ecuaciones, no muchas personas sienten entusiasmo por la tarea, pero, de por sí, las habilidades matemáticas desarrollan un pensamiento lógico extraordinario. El tema es que la brecha de género se ha vuelto una estorbosa constante que profundiza la crisis en el aprendizaje de esta materia.

19 de septiembre de 2022

Según Unicef, más de la mitad de los menores de diez años, a nivel mundial, no tienen una buena comprensión lectora, y la evidencia recogida por la entidad los últimos años sugiere que los cierres de varias escuelas a nivel mundial, debido a la pandemia de la covid-19, profundizaría esta crisis en el aprendizaje. Si se empiezan a evaluar las habilidades que tienen los mismos menores sobre las matemáticas, la crisis es aún más crítica y preocupante.

Se ha demostrado que la lectoescritura y las matemáticas básicas son tan esenciales para la vida como lo son las habilidades socioemocionales. Casi que la lectura podría considerarse un gran pilar de desarrollo porque podría decirse que marca una puerta de entrada al aprendizaje de otras asignaturas. Ahora, si hablamos de las habilidades numéricas, podemos destacar su importancia porque sienta las bases para la resolución de problemas, el pensamiento lógico y el pensamiento crítico. Así que entre más jóvenes desarrollen estas habilidades tan importantes, el éxito escolar se desenvuelve más fácilmente.

En una reciente investigación realizada por Unicef titulada ‘Resolviendo la ecuación: ayudando a niñas y niños a aprender matemáticas’, pudo determinarse que incluso en épocas prepandemia la situación ya era alarmante. Con datos previos al surgimiento de la covid-19, se pudo determinar que de 34 países de ingresos bajos-medios, el 75 % de niños que cursaban grado 4 no lograron obtener habilidades básicas de aritmética, mientras que, de 79 países de ingresos medios-altos, estos tenían casi 35 % de menores de 15 años que aún no alcanzaban competencias mínimas en la materia.

Así, los hogares más ricos tendrían 1,8 más probabilidades de adquirir habilidades matemáticas en comparación a los hogares de bajos ingresos. Pero la brecha trasciende y va más allá de las brechas económicas pasando, incluso, a brechas de género. Con datos más recientes, que cubren más de 100 países como objeto de estudio, se evidenció que los niños tienen 1,3 veces más probabilidades de adquirir habilidades matemáticas en comparación con las niñas.

El problema es que estos estereotipos de género, sobre la subestimación de las niñas para desarrollar habilidades matemáticas, vienen arraigadas a varios actores como los maestros, los compañeros de estudio y hasta los mismos padres, lo que contribuye a la disparidad en el aprendizaje. Mucho se habla del empoderamiento femenino y de lo importante que es, pero este tipo de sesgo, que se trasmite desde edades muy tempranas a las niñas y a los niños, es un problema por resolver y debe depurarse para no seguirlo trasmitiendo de generación en generación.

De hecho, en el Estudio de las Tendencias en Matemáticas y Ciencias (TIMSS) de 2015, se les preguntó a las niñas y niños encuestados qué tan buenos se consideraban en las matemáticas; los resultados mostraron que, en promedio, los niños reportaron una mayor confianza sobre sus habilidades matemáticas que las niñas. Por supuesto, esto es un factor que afecta su educación a futuro e influye mucho en sus vocaciones como profesionales.

Es decir que los niños y niñas que se sentían bastante confiados sobre sus habilidades matemáticas tienen una mayor probabilidad de interesarse por carreras que involucren mucho esta ciencia; pero aquellos que dudaron sobre sus habilidades o que, incluso, no tenían confianza alguna sobre sus habilidades numéricas van a alejarse todo lo posible de carreras que involucren las matemáticas. Desafortunadamente, el estudio también muestra que incluso entre los niños y niñas que reportaban el mismo nivel de confianza y de buen desempeño en las matemáticas, las niñas escogían menos este tipo de carreras.

Esto puede traducirse en una irrevocable pérdida de talento en áreas como la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), por mencionar algunas. De hecho, las mujeres que se atreven a seguir educándose en áreas como las ingenierías o las ciencias puras tienen que romper con muchos estereotipos y enfrentar muchísimas situaciones de desestimación y hasta de acoso en entornos educativos, laborales y hasta familiares.

Hoy día, aspectos como la transformación digital, el Big Data, el Internet de las Cosas o la inteligencia artificial han dinamizado la demanda de profesionales con extraordinarias habilidades en matemáticas. No obstante, las salidas laborales no se limitan a áreas tecnológicas, pues también son perfiles requeridos por su gran capacidad de análisis, de síntesis y altamente adaptativos en el sector bancario, ingenierías como la biomédica y la química, industrias B2C y B2B, y por supuesto, el sector educativo para quienes tienen una vocación pedagógica o un gusto particular por la investigación.

De por sí hay miles de oportunidades para este tipo de perfiles en el mundo laboral y, tristemente, la brecha de género es una problemática que persiste incluso en perfiles tan demandados y, sobre todo, escasos en la actualidad. Sabemos bien que las niñas y niños aprenden mejor cuando están sanos, cuando están bien alimentados y cuando tienen aulas seguras e inclusivas, siendo este último un criterio que involucra que, desde edades tempranas, se fomente –no solo en aulas escolares, sino también en los hogares- el desarrollo de habilidades sociales y emocionales que logren disipar los estereotipos y, por ende, la desigualdad en el aprendizaje.

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