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Claudia Varela, columnista

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Elegir el dolor

Todos debemos afrontar el duelo cuando corresponde el turno.

Claudia Varela
30 de junio de 2024

Parte de la inteligencia espiritual y de sobreponerse a cosas que nos golpean sin explicación alguna, es superar una pérdida significativa. Dependiendo de nuestras convicciones y creencias, podemos llegar a pasar más fácilmente por un proceso de duelo, pero la ausencia no se repara si la ignoramos. Y todos debemos afrontar el duelo cuando corresponde el turno.

Si hablamos de duelo, normalmente pensamos en muerte. En colores quizás oscuros y velorios tristes y nostálgicos. Pero muchas veces no es solo porque la vida de otro ser humano se apague o mejor trascienda. Un duelo puede darse por una ruptura amorosa, la pérdida inesperada de un trabajo, la pelea definitiva con un amigo o la perdida de una mascota (que en muchos casos se demora en repararse).

Además, un cambio muy grande también puede generar dolor y apatía. El duelo es un proceso emocional que experimentamos después de la pérdida de un ser querido o de algo significativo en nuestras vidas. Aunque cada persona vive el duelo de manera única, se han identificado algunas etapas comunes que pueden ayudarnos a comprender y procesar nuestras emociones. Estas etapas no necesariamente ocurren en un orden específico, y algunas personas pueden experimentarlas de manera diferente. A mi juicio es bueno tenerlas presentes, las resumo a continuación:

Negación: Al principio, es común negar la realidad de la pérdida. Puede sentirse como si la persona fallecida aún estuviera presente, el empleo aún siguiera o la pareja no se hubiera ido. Se siguen teniendo los mismos hábitos y no se habla del tema.

Ira: es una respuesta natural al dolor. Puede haber enojo con la persona que se fue, con el destino o incluso con uno mismo.

Negociación: En esta etapa, intentamos negociar con la realidad. Hacemos promesas o deseamos que las cosas hubieran sido diferentes.

Depresión: La tristeza profunda y la sensación de pérdida pueden llevar a la depresión. Es normal sentirse abrumado y triste durante este período.

Aceptación: Eventualmente, llegamos a aceptar la realidad de la pérdida. No significa que olvidemos o dejemos de sentir dolor, pero nos adaptamos a vivir sin la presencia física de lo que perdimos (léase empleo, empresa, amigo, pareja, mascota)

Búsqueda de significado: Algunas personas también experimentan una etapa en la que buscan encontrar un significado más profundo en la pérdida. Esto puede incluir reflexionar sobre la vida, la muerte y el propósito.

No para todos, el proceso es el mismo. Lo que sí es claro es que hay que afrontarlo y no evadirlo, porque puede ser en el mediano plazo mucho peor. Los expertos en salud mental aconsejan hablar sobre la pérdida, esto implica compartir los sentimientos con amigos y colegas, ya que ayuda a comprender lo sucedido y recordar al ser querido. Negarse a aceptar la muerte (por ejemplo) puede llevar al aislamiento.

También es recomendado aceptar las emociones, es normal sentir tristeza, rabia, frustración y agotamiento después de una pérdida, por tanto, hay que permitirse sentir las emociones que correspondan. Navegar la vulnerabilidad y llegar hasta el fondo.

En tercer lugar, es recomendado cuidar de sí mismo y de su entorno. No es buena idea evadir el dolor, hay que escuchar al cuerpo, darse el tiempo para que el dolor aparezca y desaparezca es lo mejor, ya que estos son procesos normales, pero no muy cómodos para nadie.

Si conoces a alguien que esté pasando por un duelo difícil y puedes escucharlo y acompañarlo, hazlo. No lo pienses demasiado.

Si eres tú y te está desbordando es mejor tener cuidado. Piensa en algunas señales que te están quitando la paz y toma acción. Hay especialistas, terapias, cursos e incluso apoyos en personal religioso que pueden dar la mano en momentos de dificultad. Cuida siempre tu salud mental.

Uno no puede ir por la vida sin dolor. Lo que podemos hacer es elegir el dolor que la vida nos presenta (Bernie S. Siegel).

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