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Camilo Cuervo (Foto para columna)

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En la reforma pensional se esconde otra reforma tributaria

Esos recursos deben salir de los impuestos de todos y mesurarse para que no pongan en riesgo la estabilidad fiscal de todo un país.

27 de noviembre de 2022

Esta semana el Ministerio del Trabajo publicó un documento donde plantea los lineamientos generales de lo que será la inminente reforma al sistema de pensiones en nuestro país. El Ministerio anuncia que se la juega toda por un aparente sistema de pilares, sin embargo, en la práctica, lo que se busca es acabar con los fondos privados, trasladar esos recursos a Colpensiones y desde ahí gastárselos en distribuir subsidios. Así de sencillo.

El sistema de pilares consiste en la integración, aparentemente perfecta, de los sistemas de ahorro individual que manejan los fondos privados y el sistema de reparto generacional que hoy en día administra exclusivamente el gobierno.

En ese sistema se crean unas escalas de aseguramiento en el cual, aparentemente, los recursos públicos se concentran en garantizar ingresos de subsistencia, en un segundo nivel las pensiones de bajos ingresos las administra el Estado y en una tercera escala o pilar, los ciudadanos pueden acceder a los fondos privados para realizar aportes individuales y “mejorar” su pensión.

El problema es que el gobierno plantea que los recursos para subsidiar subsistencia saldrán de las cuentas individuales de los actuales afiliados, es decir, en la práctica, la reforma pensional es una reforma tributaria que busca imponer un impuesto al ahorro pensional, tan alto y peligroso que de facto será una expropiación de largo plazo. Palabras más, palabras menos, a los colombianos que juiciosamente construyeron su pensión a lo largo de su vida laboral, les corresponderá “ceder” su esfuerzo para que el gobierno Petro pueda literalmente regalar esos dineros a personas que nunca cotizaron.

Para hacerse a una idea de lo que pretende el gobierno, es importante resaltar que los fondos de pensiones hoy en día administran los recursos del 70% de los afiliados al sistema de pensiones y se estima que en las cuentas individuales existen recursos que superan los 300 billones de pesos, es decir, el equivalente a 15 reformas tributarias. Se afirma con una desfachatez inusitada que el pilar básico solo corresponderá a los colombianos que devenguen hasta 4 salarios mínimos, sin reparar en que en ese “amplio” espectro solo cabe el 95% de los actuales afiliados.

Quieran admitirlo o no, lo que proponen es acabar con 30 años de ahorros individuales y de paso con uno de los actores más importantes de nuestro sistema financiero. Pretenden generar una pirámide clásica en la cual es muy probable que las cifras de los primeros años sean positivas, pero en menos de 15 años la plata se habrá acabado y lo que sigue es la quiebra inevitable no solo de los pensionados, sino de todo un país.

En Colombia, por diversas razones, pero principalmente por la informalidad y por la falta de confianza en el sistema de pensiones, muchos colombianos no tienen un ingreso en su vejez; el Estado debe hacer algo para protegerlos y evitar que caigan en la indigencia en el momento de su vida en que más apoyo necesitan.

No obstante, la plata no puede salir de los ahorros que los colombianos hacen mensualmente para aportar a sus pensiones. Esos recursos deben salir de los impuestos de todos y mesurarse para que no pongan en riesgo la estabilidad fiscal de todo un país. Decir que los trabajadores actuales deben pagar los subsidios de los ancianos en indigencia, contra su ahorro pensional, es una falacia populista y muy peligrosa.

Pues bien, no solo se trata de gastarse el dinero de las cuentas individuales, también implicará cargarle a Colpensiones una cruz de subsidios sociales que se suma a la pesada carga que hoy ya tiene. Los subsidios, aunque necesarios, no incentivan el ahorro, crean parasitismo social e impiden la generación de riqueza en el largo plazo. De fondo, los subsidios compran conciencias; no existe nada más eficiente para lograr lealtad que regalar plata.

A pesar de todo, no podemos olvidar que el pago de subsidios para la tercera edad ya existe. Ese programa se llama Colombia Mayor y ha funcionado relativamente bien. Lo que debe hacer el gobierno es ampliarlo, depurarlo y fortalecerlo. Mezclar pensiones con subsidios no es una buena idea. Eso deslegitima los sistemas de aseguramiento, les impone una carga innecesaria y termina quebrándolos.