Opinión
Entre más bravo el toro...
Trabajemos, trabajemos con ganas. Al final, no controlamos mucho de lo que nos pasa, o quién iba a planear una pandemia como la que nos estrelló contra el piso.
Es increíble, pero ya pasó medio año del 2022. Yo todavía no termino de entender en qué momento me gustó tanto trabajar desde la casa y cómo ahora todo parece diferente y la famosa frase de la virtualidad llego para quedarse sigue en el ambiente.
En las empresas nos estamos enfrentando a un fenómeno que nunca habíamos visto de manera tan latente en un país tan movido. De alguna manera, nos habíamos acostumbrado a que, para bien, mal o regular, la economía era estable y los cambios radicales no existían.
Y ante un ambiente macroeconómico y social tan cambiante, con un dólar que casi les da un beso a los $ 5.000, no se sabe qué pensar. A veces cuesta mantener la sonrisa para decir que todo debe seguir funcionando, pero hay que ser realista y el ambiente no está muy fácil.
Es una buena noticia, independientemente de la corriente política, que el nuevo presidente inicie con una popularidad tan alta. Quiere decir que, sin empezar, al menos está consolidando esperanzas y fe de la mayoría de los colombianos (por lo menos de sus votantes y otro pedazo ya).
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Pero esta columna no intenta ser política (para eso hay expertos y muchas otras columnas), sino más bien una reflexión de lo que estamos viviendo como líderes en empresas que tienen un reto difícil en las proyecciones. Es la primera vez que no encuentras fácilmente en fuentes de economía cómo va a cerrar el dólar. Además, el tema de otros países y la posible llamada recesión de Estados Unidos nos dejan más a la deriva que solo si pensamos localmente.
¿Cómo proyectar las ventas de este año, si todavía hay tantas variables exógenas por definir? Y si trabajas en una multinacional, ¿cómo le explicas a la casa matriz o a ciudadanos de otros países las dificultades en las que estamos, sin sonar pesimistas y, en últimas, burro, por no saber de manera tan sensata en que termine este año?
Y peor aún: cómo proyectar en un presupuesto el 2023, cuando hay muchas cosas que no sabemos. Aunque, bueno, en realidad, hay que soltar un poco el control, porque la vida nos ha enseñado de manera reiterativa que muy pocas veces sabemos qué va a pasar en realidad. Pero es que esta vez sí es un tiro al aire.
Soy del grupo de líderes que no quiere ser dramático y pesimista. La situación está planteada, la realidad es un cambio grande en el país, que habrá que sobrellevar porque de eso se trata un ejercicio democrático. Como ciudadana, hay cosas que me gustan y otras que no. Pero como líderes (y hasta como padres), creo que debemos guardar la mesura, el optimismo responsable y seguir trabajando con las mismas o más ganas.
A veces pienso que lo que me encanta de este país es que jamás tienes la posibilidad de aburrirte. Hay tantas cosas que pasan, tantas que analizar, que termina siendo tremendamente estratégico consolidar ideas para poder presupuestar siquiera el semestre que nos queda.
Los buenos líderes saben cómo agarrar el toro por los cuernos. Hoy, más que nunca, hay que hacerlo. Tengan en cuenta que seguramente son ejemplo de otros y que si generan visiones oscuras se replicarán, porque hoy es más fácil caer en la queja y el desasosiego, que en pensar que todo va a estar bien.
Creo que el mundo cambió. El país está cambiando. Y si como líderes solo caemos en estupor y nos quedamos viendo el punto negro en la hoja blanca, alguien más se encargará de cambiar la hoja y el punto.
Trabajemos, trabajemos con ganas. Al final, no controlamos mucho de lo que nos pasa, o quién iba a planear una pandemia como la que nos estrelló contra el piso. Más silencio, más prudencia, más trabajo.
Está difícil. No sé ni con qué tasa proyectar el cierre del trimestre, pero eso no implica que no pueda hacer algo. Así que yo lo seguiré haciendo. No caigas en la parálisis por análisis, trabaja con tu equipo para construir propósitos colectivos. Entre más bravo el toro…