ECONOMÍA
Jefe o líder
Las mal llamadas habilidades blandas están en el preciso momento de ser más importantes que el puro conocimiento técnico.
Aquí viene la historia de José, que es un excelente gerente. Parece una máquina de trabajar, a veces sus pares lo observan con algo de admiración y envidia por qué parece no parar nunca de trabajar y producir. Técnicamente, es impecable y ya no le cabe un cartón más en la pared de su estudio. Sin embargo, José es bien flojo en sus habilidades con gente, no delega, soluciona todo, está en cinco reuniones al tiempo y es absolutamente controlador. Siente que si él no hace las cosas no quedan bien hechas.
¿Te parece que conoces a José? José es un buen jefe, pero no un buen líder. Está claro que hay de todo en el mercado para encontrar la definición y mejor descripción de las características que hacen a un líder diferente, lo que hoy llamaríamos inspirador, pero definitivamente no es el que tiene toda la capacidad técnica solamente.
Piensa en este momento quién se te viene a la cabeza cuando reflexionamos en alguien a quien admiremos. Piensa en alguien que te inspire, alguien a quien irías a contarle algo donde no ves la solución. Quizá no sea tan fácil de encontrar. El ego nos habla y a veces pensamos incluso que nadie da la talla. Yo confieso que extraño profundamente la sabiduría de mi padre.
Detrás de todas las habilidades que todos los grandes líderes proponen, hay una variable fundamental para hacer estrategia, esta variable es lograr una escucha activa. Sin diálogos internos, sin juicios, concentrado en el otro, estando presente con el otro.
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He encontrado con el tiempo que hay tres grandes cosas a la hora de liderar en un entorno que, además, hoy nos pone todo el tiempo contra las cuerdas por posibles exageraciones en lo que dices, lo que solicitas, lo que exiges. Estas tres cosas son la consistencia, la empatía y el enfoque en un propósito colectivo.
Escuchar pareciera lograble. Escuchamos sólo lo que nos interesa, todos nos sentimos grandes escuchas, la noticia es que no es cierto. Esta es la base de la empatía verdadera, no usar zapatos ajenos, sino entender qué pasa con los zapatos del otro.
La consistencia cada vez se pierde más. Se trata de caminar sobre lo que se valora, de ser leal consigo mismo y de no prometer, sino que se va a cumplir. La palabra parece que cada vez vale menos y es un factor fundamental determinante.