GUILLERMO VALENCIA

OPINIÓN

La revolución tecnológica que disparó la covid

El desarrollo de la vacuna del covid hizo que Estados Unidos recompusiera sus cadenas de valor y reuniera, como lo hizo en el Proyecto Manhattan, a lo más selecto entre sus investigadores, gobierno y empresa privada para acelerar la innovación.

8 de junio de 2021

Retire todas las pantallas de plasma de su casa, el televisor, el teléfono, los electrodomésticos y pregúntese en qué año estaría sin ellas. Probablemente en la década de 1980.

Esa ha sido una de las paradojas actuales descritas por varios economistas. A pesar de que nos encontramos en la era de internet y de inmensas innovaciones en la tecnología de la información, la productividad ha estado rezagada justo desde esa década.

La pandemia del coronavirus fue el golpe de realidad que le mostró al gobierno estadounidense este problema, expresado en cadenas de valor locales desmanteladas e incapaces de producir sus propias mascarillas, pruebas PCR y unidades respiratorias para atender la emergencia sanitaria.

La globalización, que trajo prosperidad luego de la caída del Muro de Berlín y sacó a 1.000 millones de chinos de la pobreza, mostró su lado oscuro: la capacidad productiva de los Estados Unidos había sido desmantelada.

Así como el doctor Fausto vendió su alma a Mefistófeles en la novela de Wolfgang Goethe, los consumidores estadounidenses cambiaron la capacidad de fabricar sus propios bienes por la oportunidad de comprarlos a muy bajos precios en el mercado chino. El pacto rubricado por la globalización era la ilusión de crecimiento y prosperidad perpetua. Sin embargo, como Mefistófeles, la globalización escondía un secreto: el trueque de productividad por deuda.

En este escenario, el coronavirus, un enemigo de 120 nanómetros, despertó en los políticos, científicos y emprendedores estadounidenses la necesidad de crear una vacuna y asegurar su cadena de suministro. Una tarea de alta prioridad que se convirtió en un asunto de seguridad nacional.

La administración estadounidense creó, entre los departamentos de defensa y salud, la Operation Warp Speed (OWS) cuya misión consiste en acelerar los diferentes prototipos de vacunas y escalar la producción que existía en la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA).

Velocidad Warp, también llamada impulso de deformación o de distorsión es una forma actualmente ficticia de propulsión superlumínica nacida en el universo de la serie Star Trek.

El paso de la ficción a la realidad reunió al gobierno, al ejército, las universidades y la empresa privada con el propósito desarrollar y distribuir una vacuna, que de otra forma tardaría diez años en desarrollarse.

Similar al proyecto Manhattan para el desarrollo de la bomba atómica, la Operación Warp Speed acelera el desarrollo de una tecnología supremamente prometedora, las vacunas y tratamientos basados en el ARN mensajero (mRNA).

El mRNA lleva información a los ribosomas de la célula para señalizar la creación de un grupo de proteínas específicas. En el caso del coronavirus, replica los picos (spikes) que usa el virus para penetrar las células. Cuando esta produce este tipo de proteína el sistema inmune responde con los anticuerpos necesarios para combatir al virus sin padecer la enfermedad. ¡Eureka!

Hoy, los desarrollos de la premio nobel en química, Jennifer Doudna, la constelación de científicos en DARPA y varias empresas de biotecnología en la edición genética son comparables a la invención del transistor en laboratorios Bell.

En la década de 1950 nació la era de los bits, en la que arrancó en 2020 se dio inicio a la era de los genes.

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