Opinión
Llegó la hora de retirar y concertar los proyectos de “reforma social” del Gobierno Petro
Un verdadero demócrata escucharía a la sociedad, entendería que en prácticamente todos los foros y debates se está demostrando que las reformas están mal concebidas.
La reforma a la salud y la obstinación del Gobierno nacional por seguir los dogmas políticos de la exministra Corcho, terminó generando la implosión de la frágil y clientelista coalición política que el presidente Petro había logrado consolidar al iniciar su gobierno.
Es evidente que esa reforma se construyó de espaldas a la academia, a los gremios, a los médicos, a los pacientes, pero en especial contrariando el querer y el sentir de los colombianos. El Gobierno confiaba en que su estrategia de mentir y desprestigiar a las EPS generaría un “estado de opinión” que impulsaría su propuesta de destruir el sistema de salud que se ha venido construyendo, con buenos resultados y cifras, desde hace 30 años.
Pues bien, la apuesta y la estrategia de incendiar el país a punta de post verdad esta vez no funcionó y los principales partidos políticos, a pesar de ser empalagados con mermelada clientelista, no le jalaron a la reforma, llevándose por delante la gobernabilidad y la pretenciosa agenda legislativa a tan solo 8 meses de haber comenzado el actual Gobierno.
Lo que pasó con la reforma a la salud debería dejarle una lección al Gobierno: Cualquier reforma profunda a la forma en que la gente cura sus enfermedades, se pensiona o labora, debe ser consultada y concertada con todos los sectores, en especial con aquellos contrarios o distintos de la visión política del primer mandatario.
El presidente Petro alega gozar del mandato popular porque logró 11 millones de votos en su elección presidencial, pero olvida que en Colombia conviven más de 50 millones de personas y esos 39 millones restantes también deben ser escuchados porque son la inmensa mayoría. No puede pretender gozar del favor del “pueblo” cuando escasamente representa a menos del 25 % de la población y todas las encuestas muestran que su popularidad ha caído estrepitosamente y la tendencia determina que seguirá cayendo.
La respuesta del Gobierno ante el inminente fracaso es convocar a la gente a oír hablar al Presidente desde un balcón, para escuchar, una vez más, un discurso rancio e interminable sobre los males y desmanes de sus enemigos públicos: la propiedad privada y la iniciativa empresarial. Ese camino es equivocado, porque en los balcones no se discuten, construyen y aprueban las normas; eso se hace en el Congreso le guste o no a un mandatario que se eligió democráticamente y que juró defender la Constitución en la cual un pilar fundamental es la separación de los poderes.
Un verdadero demócrata escucharía a la sociedad, entendería que en prácticamente todos los foros y debates se está demostrando que las reformas están mal concebidas, que pueden generar serios retrocesos en la salud, el trabajo y la oportunidad pensional de todos los colombianos, pero sobre todas las cosas, que esos cambios, que pueda que sean necesarios, deben contar con el concurso de la sociedad civil, de la academia y de los expertos técnicos que el Gobierno ha optado por desconocer para respaldar sus caprichos ideológicos.
Creemos que llegó la hora de exigirle al Gobierno del Presidente Petro que retire los proyectos de reforma laboral, pensional y la ya maltrecha reforma a la salud. Es prudente aprovechar lo que resta del año para concertar con todos, esperar a que pasen las elecciones regionales y presentar proyectos que recojan el clamor de los colombianos, no solo de algunos de los activistas políticos que votaron por Petro.