Opinión
Lo que callan los médicos veterinarios
Sobrellevar los niveles de estrés en el sector salud no es tarea fácil. Por supuesto, esto no es ajeno a los profesionales en medicina veterinaria que, día a día, se enfrentan con situaciones bastante estresantes que comprometen su bienestar mental y físico.
La imagen que se suele tener sobre la medicina veterinaria siempre es acerca de profesionales vocacionales en la atención con los animales y que logran vivir de una pasión en su vida. Sin embargo, la realidad no es ajena a lo que presentan muchos profesionales en la salud y resulta ser mucho más cruda para los médicos veterinarios.
Para esta profesión, claramente, se requiere de una gran vocación, respeto y amor hacia los animales. Pero en el caso de Colombia, por ejemplo, el mercado laboral para los veterinarios está condicionado por bajos salarios, largas jornadas de trabajo, falta de recursos, agotamiento emocional y tener que lidiar muchas veces con expectativas completamente irreales de parte de los dueños de los animales, según lo aseguran diferentes médicos consultados por La Red Zoocial.
Asimismo, algunos de ellos daban a conocer diferentes riesgos a los que se exponen día a día. Para aquellos que se dedican a los controles sanitarios, pueden recibir amenazas de personas como los negociantes de ganado y los transportadores que no cumplen las normas. Si se dedican a tener algún consultorio, se exponen al desprestigio de personas que quieren todo regalado o que todo les parece sumamente costoso. Y, tras del hecho, tener que lidiar habitualmente con dueños de mascotas irresponsables que llevan demasiado tarde a sus animales y ya no hay mucho que hacer por ellos. Todo esto los ha llevado a tener confrontaciones y tolerar diversas actuaciones que van en contra de los médicos veterinarios.
Con todo lo que tienen que soportar, es natural que los profesionales no se sientan valorados. De hecho, muchas personas creen que esta es una profesión que debe tomarse como una labor social, basándose en el amor por los animales, el cual debe ser predicado vocacionalmente.
¿Pero por qué no puede generalizarse la idea de que los veterinarios también son profesionales de la salud? Ellos velan por el cuidado y el bienestar de sus pacientes, y se les complica mucho más la situación cuando tienen que afrontarse a pacientes que no pueden revelar sus síntomas, dolores o necesidades de una manera clara y concisa.
Las personas podemos tomar una consulta médica y expresar, fácilmente, qué necesitamos una fórmula médica por malestares estomacales que venimos presentando hace unos cuantos días. Si no funciona, el tratamiento escala a procedimientos más especializados que involucran exámenes de sangre, ecografías, radiografías, etc., y así sucesivamente hasta que, en palabras vagas, ‘den con el chiste’ y resulten en la medicación apropiada.
Y aunque no pueda generalizarse su utilidad, casi todas las personas cuentan al menos con un seguro médico que cubre gran parte del costo real de los procedimientos y/o medicamentos. Pero los animales no, y, en general, tienen que pasar por el mismo proceso de tomar una consulta, tener que hacerse exámenes y terminar con una fórmula médica. ¿Por qué esto último debería ser gratis o sumamente económico?
Gracias a estas malas nociones sobre la praxis veterinaria, han resultado investigaciones que dan cifras sumamente alarmantes y que pasan totalmente desapercibidas. De acuerdo con un estudio realizado en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), uno de cada tres veterinarios padece ansiedad y uno de cada seis ha considerado alguna vez en quitarse la vida.
Por otro lado, desde el Congreso de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (Avepa), bajo el proyecto Vetbonds, se habló recientemente de un concepto específico que padecen la mayoría de los veterinarios y que, de hecho, comparten con el resto de los profesionales de la salud: la fatiga por compasión.
Esto es el resultado de un alto nivel de estrés traumático y una baja satisfacción compasiva derivada de las experiencias que viven día a día los profesionales en la salud. En la medicina veterinaria, se puede relacionar a síntomas como la culpa por no poder ayudar a sus pacientes, el estrés y la pérdida de esperanza que terminan manifestándose físicamente en términos de falta de energía, insomnio, dolores musculares, problemas gastrointestinales, entre otros.
En otro estudio, trabajadores de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Ohio, manifestaron que, a diferencia de otras profesiones en el sector de la salud, en la labor veterinaria la fatiga por compasión los persigue a donde quieran que vayan; mientras que, para otros profesionales, esto puede mejorar cambiando de centro de trabajo.
Los veterinarios viven situaciones cotidianas como tener que dar malas noticias, gestionar situaciones difíciles o lidiar con clientes (desde los dueños conflictivos de sus pacientes hasta pacientes de difícil manejo por agresividad, por ejemplo) problemáticos que aumentan su nivel de estrés. Y tan habitual es que no tienen un descanso de estas experiencias por más de que se cambien de centro de atención o de clínica veterinaria en sí.
Operar una clínica veterinaria no es tarea fácil. Desde los factores financieros hasta los factores psicológicos, son muchos los puntos críticos que los buenos veterinarios deben afrontar día a día. Por lo que debería ser prioritario el promover una mayor conciencia sobre los cuidados que demandan las mascotas para que los dueños irresponsables dejen de subestimar esta maravillosa profesión.