OPINIÓN
Más recursos, mejor distribuidos. Retos para superar la crisis en América Latina
La frágil situación económica y el aumento del descontento social en América Latina antes de la pandemia, ha arrastrado a la región a una crisis sin precedentes.
También ha dejado al descubierto problemas estructurales en sus fuentes de financiación pública y privada. La mayor parte de la inversión extranjera se orienta a sectores de baja productividad y alta informalidad, dejándola por fuera de las cadenas globales de valor y rezagándola a ser proveedora de materias primas. Para atraer inversión hacia sectores extractivos y financieros, los gobiernos crearon costosas exenciones tributarias. Para compensar los déficits externos y fiscales, se endeudaron con préstamos caros y a corto plazo. Las obligaciones contraídas llevaron a una reducción de la atención en la inversión en competitividad y del bienestar social.
Un análisis de los académicos Sánchez y García de la Universidad Autónoma de Madrid, estiman que alrededor de la quinta parte de las empresas de la región desaparecerán como resultado de la Covid-19, pero de manera desigual; el 20 % de las microempresas desaparecerán y el 0,6% de las grandes. Las más afectadas serán empresas en sectores del turismo, el comercio y los servicios personales. Asimismo, la inversión extranjera se ha reducido en aproximadamente 50 % y las remesas de trabajadores a sus familias en 18,3 % en 2020, según Cepal y el Banco Mundial.
Menos financiación, menos empresas y más desempleo, trajeron como consecuencia un aumento considerable de la pobreza y la desigualdad. Los pobres en la región pasaron de 185 a 214 millones, y la pobreza extrema ya toca a 83 millones de personas en América Latina.
En sus análisis recientes, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dicho que “la velocidad de la recuperación estará supeditada fundamentalmente a la producción, las redes de distribución y el acceso a las vacunas”. En este sentido, “si las políticas de apoyo no son suficientes, podría ponerse en peligro la recuperación”. A pesar de los riesgos moderados de inflación, recomienda a los bancos centrales mantener una política monetaria expansiva.
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Otras opciones de financiamiento externo deben ser consideradas. El poco acceso que tiene la región a fuentes alternativas lo pone en alto riesgo, por el aumento paulatino de las tasas de interés en los países ricos en la medida en que vayan recuperando sus niveles de crecimiento. En el caso colombiano, por ejemplo, la mayor parte de la deuda es interna, con vencimientos en el corto y mediano plazo, lo que deja poco espacio para un incremento significativo del gasto público.
El llamado que hicieron los países del G7 al FMI para la emisión de Derechos Especiales de Giro, es fundamental para las necesidades de la región. El 40 % del crecimiento global antes de la pandemia, había sido generado por países emergentes, excluyendo a China. Es previsible que durante las reuniones de primavera del FMI se avance en aprobar una emisión por USD 650.000 millones, de los cuales unos USD 51.500 millones llegarían a la región. Sin embargo, se necesitan más. Organizaciones a nivel global, entre las que se encuentra Latindadd, han incidido por una emisión de USD 3 billones. Estos recursos se hacen por una sola vez, no son un préstamo, no son reembolsables y la tasa de interés es formidablemente más baja que la de un préstamo regular. Pero, además, la emisión debe estar acompañada de dos condiciones adicionales: los países ricos deben ceder sus recursos a los pobres, y el FMI tiene que permitir que los recursos puedan sumarse al presupuesto de los países, para atender necesidades prioritarias, como la vacunación o el fortalecimiento de los sistemas de salud y educación. Si estos recursos se quedan en reservas internacionales en bancos en Washington, la situación desigual de acceso al financiamiento se profundizará, creando el escenario de nuevas intervenciones del FMI con sus lógicas fallidas de austeridad.