GUILLERMO VALENCIA

OPINIÓN

Mujeres CEO

La generación actual de altos ejecutivos aún tiene un déficit de mujeres en sus cargos de alta dirección. Las cifras demuestran que la brecha se mantiene pero la clave para cambiar el panorama será la resiliencia y el empoderamiento de la mujer para cargos que demanden liderazgo y rigor.

28 de febrero de 2022

A pesar de los notables avances en materia de igualdad de género, en los cargos que demandan mayor responsabilidad, el desafío aún es amplio. Háblese de la administración pública o empresarial, las mujeres aún se quedan atrás en lo que respecta a los roles de management y liderazgo por una cantidad injusta de obstáculos y trabas que ponen a su desarrollo en los altos cargos de las organizaciones en todo el mundo.

A 2021, según el listado anual que presenta la Superintendencia de Sociedades, dentro de las 100 empresas más grandes de Colombia, solo hay cuatro mujeres que ocupan el cargo de gerente general, presidente o CEO. La primera de ellas, que aparece en el listado, está encargada de las Tiendas D1, Tatiana Mejía.

Por supuesto, no es ajeno para nadie que desde hace algún tiempo se ha generado más consciencia en materia de inclusión laboral para las mujeres. El tema es que aunque el avance ha sido lento, ahora lo más probable es que la pandemia genere un retroceso y amplíe aún más la brecha sobre la ocupación de estos cargos directivos.

Para el año 2020, sólo el 23,9% de las empresas latinoamericanas tenían a una mujer como máxima autoridad, según el Ranking Par, de Aequales, cifra que en Colombia asciende al 26 %. Y, para hacer de la perspectiva una noción más mundial, la consultora Oliver Wyman afirmó que en el mundo sólo uno de cuatro directivos es mujer y, que en Estados Unidos menos del 6 %, de las 3.000 compañías más grandes de ese país, son dirigidas por mujeres.

A inicios de este año, Deloitte arrojó un par de cifras más actualizadas que dieron a conocer a Singapur como el país que tiene más porcentaje de mujeres CEO. La sede de varias multinacionales, por tener bajos impuestos corporativos y una población muy bien educada en inglés, tiene un 13,1 %, liderando el ranking del informe que la consultora tituló como “Mujeres en la Sala de Juntas” y estaría por encima del promedio mundial que se sitúa en un escaso 5 %.

En dicho ranking, le siguen Suecia y Tailandia con un 12,4 % y 11,6 %, respectivamente. Pero a nivel regional, Latinoamérica aparece con un 1,6 % de mujeres CEO, mientras Europa registra un 6,7 %.

A nivel sectorial, las industrias tecnológicas, de telecomunicaciones y de medios de comunicación son las que tienen más mujeres en sus principales órganos de decisión.

A este ritmo, se esperaría que la paridad no llegará sino hasta 2045. De hecho, este año se están presentando como el inicio del auge de la recuperación, en donde podría sumarse también el cierre de estas brechas en materia de desigualdad de género para incrementar las oportunidades de las mujeres en cargos de alta dirección. No obstante, el desafío también se centra en que perduren en ellos: la media de duración de las mujeres en dichos cargos en la ciudad - Estado asiática se redujo de cinco años en 2018 a 4,4 años actualmente.

Nos podemos inundar de cifras para intentar visibilizar un problema que ya es lo suficientemente visible. Lo importante es que nos muestran que en todo el mundo el panorama es similar. No obstante, la resiliencia y la presión femenina por llegar a la cima ha dinamizado el contexto y, si bien también se cuenta con una larga lista de pros ante una diversificación en las juntas directivas cuando se incluyen más mujeres, algunos desafíos se han mantenido para millones de ellas, que persisten hasta alcanzar lo que se merecen.

Hace un par de años, 15 mujeres miembro del Forbes Coaches Council compartieron algunos de los consejos que serían útiles para quienes, en general, buscaban avanzar hacia puestos relacionados al liderazgo y el management y que, además, aún deberían mantenerse vigentes y más fuertes que nunca en el mes en que el mundo conmemora a la mujer.

El más importante de ellos es buscar incansablemente lo que quieren en sus carreras sin darse por vencidas jamás. Nunca quedarse con algo por decir, sino siempre levantar la mano y luchar por ser escuchada. En ello, perfeccionar las habilidades de comunicación, desarrollo del liderazgo y de inteligencia emocional será crucial.

Asimismo, el apoyo y el empoderamiento debe cruzar fronteras y debe reforzarse entre las mujeres mismas. La muestra de su unión reflejará pasión, excelencia y entusiasmo. Nunca se sientan limitadas por la desigualdad de ingresos, porque no deberían temer a demandar lo justo por un cargo que no es más ni menos por el género que le ocupe. El dinero da libertad, independencia y opciones.

Varios estudios han demostrado que las mujeres en cargos de poder experimentan más síntomas de depresión que los hombres. Ya viene siendo hora de darles un respiro en su constante lucha por contradecir un sin número de estereotipos sin fundamento y cuyo propósito es, en esencia, la intimidación. A veces se siente que el mundo empresarial entero pide a gritos mayor diversidad e inclusión, por lo que este debe apostar a más mujeres CEO, directivas y jefas, a un menor sesgo de género en las organizaciones y a un contexto ha de ser capaz de respaldar la motivación de cualquier mujer en cualquier parte del mundo.

En Colombia, aproximadamente el 20 % del las juntas directivas son mujeres y el reto es subir esa participación. Ejemplos en Colombia como el del Club del 30 %, una organización que aboga por mayores espacios directivos para las mujeres en las empresas y que aboga para que este año se ascienda rápidamente.

También está el de Women in Connection (WIC), que invita a las compañías a reflexionar sobre las ventajas que genera incorporar mujeres en organismos de decisión, donde las sociedades modernas han demostrado que la inclusión del talento femenino, generan un mayor potencial de crecimiento y rentabilidad , así como un mejor desempeño en el relacionamiento con clientes, colaboradores, proveedores y comunidades y, apunta a lograr una meta entre 45 % a 50 % de participación natural y sostenida en el mediano plazo.

El reto es de todos a seguir rompiendo barreras y estereotipos.