GUILLERMO VALENCIA

OPINIÓN

Oportunidades, ¿en medio de la escasez?

El mundo sigue en una época de escasez sobre miles de productos. Mientras en Colombia evaluamos medidas para que la demanda aproveche oportunidades en el comercio, en la oferta escapan oportunidades de expandirse a mercados internacionales.

1 de noviembre de 2021

A menos de ocho semanas para celebrar Navidad, gran parte de la población mundial está expectante a celebrar las vísperas decembrinas bajo un escenario pospandemia, con mayores libertades. Desde octubre se ha percibido, con fuerza, la ansiedad del consumismo, que se despierta una vez se acerca esta época de celebración.

En Colombia, particularmente, esto se ha visto potenciado por la concentración de los días sin IVA para finales de año.

Por supuesto, en medio de la emoción por comprar regalos para nuestros familiares y amigos, es una iniciativa que busca activar determinados segmentos del sector comercio, que suelen ser vestuario, electrodomésticos, juguetes/juegos y algunos del agropecuario. Por supuesto, no son los únicos, pero son los más recurrentes.

Sin embargo, y ya desde bastante tiempo, el comercio mundial vive impactado por una situación que tiene en jaque a varias cadenas de suministro, tanto locales como globales. Y es que otro de los problemas que se potenciaron vía la pandemia resulta ser la escasez en un buen número de productos, lo que ha alterado sustancialmente la dinámica del comercio internacional.

Por ello, son muchos los expertos que lanzan la advertencia de que, en época de Navidad, habrá menos productos disponibles y que es una situación que puede extenderse por varios meses, incluso más allá de 2022.

Al respecto, es importante que, como consumidores, si nos interesa la compra de bienes para estas fechas de fin de año, estemos al tanto de las ofertas que se vienen, especialmente en los próximos días sin IVA. Ante una escasez en varios de estos productos, los precios van a ir al alza.

Por ende, muchas de estas ofertas pueden resultar de una inflación previa y extraordinaria de los precios, que no impactan positivamente el bolsillo de los consumidores, para evitar con ello impactos negativos en las rentabilidades de muchos distribuidores comerciales, que ven en estas fechas un bálsamo ante la sufrida situación de los últimos tiempos.

Todo es cuestión de tener precaución y hacer un adecuado seguimiento de los precios, en días anteriores a la fecha de los descuentos, por mencionar un ejemplo de posibles alternativas. Algunos dicen que los comercios deben contar con el inventario suficiente para satisfacer esta demanda, pero no se tiene certeza de que esto sea real.

No obstante, mientras varios consumidores caminan con precaución sobre las ofertas que se acumulan para los últimos meses del año, vale la pena evaluar cuáles son algunos de los productos que están escaseando, para que los productores y comerciantes nacionales puedan sacar algún provecho de ello.

Por ejemplo, China ha experimentado una escasez en carbón, papel, alimentos, textiles y chips para celulares. Actualmente, los costos, que no paran de incrementarse, no se pueden traspasar a los consumidores chinos (aumentando precios), por un estricto control que tiene el país en materia de inflación. Allí existe una potencial oportunidad de tipo exportador: ¿con qué producto(s) nacional(es) podríamos satisfacer la desbordada demanda del consumo chino?

Por su parte, en Brasil la sequía ha afectado la disponibilidad de agua e impacta sus cosechas de café. Al contrario de China, aquí se espera que los crecientes costos sí se trasladen a los precios del café en todo el mundo, ya que Brasil es el mayor productor y exportador de este producto.

En nuestro país, una importante cifra del consumo nacional de café proviene de Brasil. Y es que, según varios analistas de Bloomberg, se estima que, si en Colombia estuviéramos en condiciones de pagar los precios del café que pagan consumidores de Estados Unidos o Alemania, no tendríamos necesidad de importar.

Por ende, aunque podría ser una gran oportunidad para satisfacer la demanda interna de café y depender menos de las importaciones en un producto en el que destacamos por calidad, se podría explorar más el potencial exportador con los vacíos que deja nuestro par latinoamericano.

No obstante, la noticia que más ha causado alboroto es la escasez de chips, no solo para celulares, sino para el sector industrial y de automóviles en sí. Allí hay impactos que vienen y van entre países como India, Japón y Corea del Sur, pero nuestro país no registra un perfil apto para satisfacer esta demanda, en comparación con otros de la región como México o Brasil. Por supuesto, ya sabemos qué va a pasar (o mejor, ya está pasando) con los precios de estos productos en Colombia en los próximos meses, o tal vez semanas.

Hay mucha incertidumbre sobre lo que puede ocurrir en el futuro, más ahora que la variante delta del coronavirus está propagándose con mayor velocidad. Las interrupciones en el suministro podrían continuar “hasta bien entrado 2022″ por la crisis de los contenedores que afecta la dinámica de la logística mundial en la entrega de bienes.

Las empresas están pidiendo órdenes adicionales o tratando de conseguir sus productos a través de canales logísticos obstruidos. Con el tiempo, cuando los proveedores se pongan al día, “es probable que veamos excedentes en muchas áreas”. Es lo que se conoce como el “efecto látigo” en las cadenas de suministro; ocurre porque las empresas compensan en exceso la escasez y terminan con demasiado stock.

Otra cosa que será difícil de evitar serán las presiones inflacionarias. Muchos costos de logística han alcanzado récords últimamente y, eventualmente, alguien tiene que pagar por ellos, lo que, entre otros, está apalancando la presión inflacionaria en variados países, entre ellos, Colombia.

Oportunidades llueven tanto para la demanda como para la oferta. Aunque, del lado de la oferta, mencionar a la ligera las posibilidades de potenciar nuestro perfil exportador es algo corto, detrás de ello se mantienen obstáculos asociados al costo país, una infraestructura precaria, sobrecostos laborales y hasta falta de incentivos para productores.

El tema es que, en pleno siglo XXI, tenemos la tendencia a prologar medidas altamente proteccionistas y retrógradas, cuando debemos apuntarle a la inserción, de más de nuestros productos, en las cadenas de valor globales. Así que, oportunidades hay, pero acompañadas de barreras, limitantes y desincentivos. ¿Hasta cuándo?