OPINIÓN
Reducir la jornada laboral y ampliar la licencia de paternidad: el problema es el mensaje
Nadie, ni el más optimista, se atreverá a aseverar que seremos mejores papás porque tendremos más licencia para cuidar a nuestros hijos.
Llorar sobre la leche derramada no tiene sentido. A pesar de que fueron muchos los sectores que clamaron por el archivo de los más recientes proyectos de ley que aparentemente amplían las garantías de los trabajadores, lo cierto es que en el curso de los próximos años seremos uno de los países con menor jornada de trabajo y con una de las licencias de paternidad más extensas del mundo.
Si bien reducir la jornada de trabajo era algo que en algún momento llegaría y todos, trabajadores y empleadores, tendríamos que poner nuestro grano de arena en ese propósito, considero que nos adelantamos cuando menos una década, pero además lo hicimos en el momento menos propicio de la historia.
En cuanto a la licencia de paternidad, con buen criterio, los autores del proyecto pretendieron que ambos padres compartieran obligaciones y deberes al momento del nacimiento de sus hijos, sin embargo, ese loable fin terminó con un burdo aumento de la licencia de paternidad que no corrige el problema de fondo.
Se cree, con algo de inocencia, que ampliar la licencia de paternidad conllevará a generar padres más comprometidos con los primeros días de vida de sus hijos. Sin embargo, el tema no es de tiempo sino de cambiar culturas y estereotipos, pero eso no se hace a punta de normas, sino de educación en valores y principios.
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Si no nos formamos como padres, desde el momento mismo en que somos niños, ese “incremento” en la licencia de paternidad no cumplirá su objetivo. Lamentablemente, para muchos será un nuevo período de “vacaciones obligadas” y sobrecargará, aún más, los escasos recursos del sistema general de salud.
Nadie, ni el más optimista, se atreverá a aseverar que seremos mejores papás porque tendremos más licencia para cuidar a nuestros hijos. Finalmente, los que estamos verdaderamente comprometidos, siempre hemos sacado el tiempo para estar con nuestros pequeños, con licencias o sin ellas.
Ahora bien, como indica el refrán popular, a lo hecho, pecho, no obstante, el verdadero problema es el mensaje que este tipo de normas envía a los empresarios, a los inversionistas y a aquellos emprendedores que todos los días hacen patria para tratar de generar más empleos y algo de riqueza.
Justo en el momento en que más apoyo necesitan los empleadores para no declinar en su propósito de salvar las fuentes de empleo, el Congreso, totalmente desconectado de la realidad, se dedica a golpear el mercado de trabajo, quizá con buenas intenciones, pero con efectos nefastos.
Hoy tengo que hacer una pregunta sencilla: asumiendo que usted fuera un inversionista que está planeando la expansión de sus plantas de producción, ¿usted invertiría en un país que cerró su economía por siete meses, permitió el bloqueo de sus vías por dos meses más y que, justo en ese momento, optó por reducir la jornada de trabajo y ampliar la licencia de paternidad de las personas que usted planea contratar?
Cada uno tendrá su propia respuesta, pero la realidad es que hoy son varios los empresarios que están saliendo del país y lastimosamente pocos los que están pensando en llegar. El mensaje que acabamos de recibir de nuestros honorables congresistas es que recuperar la economía y generar empleo, en tiempos de elecciones, quizá no es la prioridad.
En lugar de seguir modificando la normatividad laboral a pedazos, es urgente pensar en una reforma estructural. Nunca me cansaré de insistir en que la idea es mantener garantías y las conquistas de los trabajadores, pero es apremiante recuperar el orden y repensar un sistema laboral que ha demostrado ser anacrónico y bastante alejado de la realidad.
Acá seguimos legislando para la minoría, porque la mayoría de los trabajadores colombianos laboran por cuenta propia o son informales. A ellos, a los que están por fuera de los códigos, poco o nada les importa la reducción de la jornada de trabajo o la ampliación de la licencia de paternidad.
Puede que los cambios se “diluyan en el tiempo” y el mercado de trabajo termine absorbiendo lo que se viene, pero el mensaje, sin ninguna duda, es terrible.
Camilo Cuervo Díaz