Opinión
Reforma laboral: tres décadas de avances sociales que no se pueden desconocer
La reforma, venga de donde venga, también tiene el deber de incorporar a un mercado de trabajo que fue diseñado hace 75 años, cuando ni siquiera existía el computador, las nuevas formas de empleo digitales, de plataforma colaborativa, nómadas y por cuenta propia.
Ya se cumplen dos semanas del inicio de la segunda legislatura del Gobierno Petro y la anunciada reforma laboral, en su segunda versión, todavía no ha sido presentada, ni socializada por parte del Ministerio del Trabajo. Solo se limitan a indicar que este nuevo intento será “concertado” e insisten en que los trabajadores deben “recuperar” lo que perdieron, según la cartera laboral, durante las últimas tres décadas.
Al parecer, el Gobierno está enredado con la redacción de una nueva propuesta, entre otras razones, porque las mayorías legislativas ya no son claras y porque se avecina un debate electoral, en el cual, muchas de las propuestas oficialistas pueden ser mal asimiladas por el electorado. No suena coherente seguir aumentando las garantías para los actuales trabajadores, cuando la inmensa mayoría de colombianos ni siquiera goza de un empleo formal.
Ahora bien, con o sin proyecto del Gobierno nacional, lo cierto es que una reforma laboral es importante. Tenemos un sistema legal anacrónico y desordenado que no responde a las necesidades más apremiantes del mercado de trabajo: reducir el desempleo y formalizar a millones de personas que, a pesar de contar con un ingreso de subsistencia, no están afiliadas al sistema de pensiones, no gozan de vacaciones y se exponen a los riesgos laborales sin ninguna protección.
La reforma, venga de donde venga, también tiene el deber de incorporar a un mercado de trabajo que fue diseñado hace 75 años, cuando ni siquiera existía el computador, las nuevas formas de empleo digitales, de plataforma colaborativa, nómadas y por cuenta propia.
Tendencias
En cuanto a “devolver” lo perdido, al revisar la realidad histórica del mercado de trabajo, resulta que en el balance lo que han ganado los trabajadores es mucho más de lo que alega populistamente el Gobierno como perdido. Es otro caso más de la posverdad a la que nos hemos acostumbrado en virtud de la cual una mentira repetida varias veces empieza a volverse verdad en la mitología social.
Para la muestra un botón: hace dos semanas los colombianos empezamos a experimentar la reducción progresiva de la jornada de trabajo y para el año 2026 seremos vanguardistas en materia de descanso, no solo porque seremos uno de los países con menor jornada de la región (42 horas semanales), sino porque además somos el país con el mayor numero de días festivos remunerados del mundo.
Pero si de victorias laborales se trata, en las últimas décadas creamos las licencias de paternidad, de luto y la Corte Constitucional determinó que los permisos por calamidad doméstica deben remunerarse bajo algunas condiciones. De otro lado, las licencias de maternidad regulares se aumentaron en un 50 % y las licencias especiales (prematuros y partos múltiples), prácticamente se doblaron; lo anterior, sin contar con que ahora las licencias pueden ser compartidas entre los padres, flexibles y que la licencia paterna se incrementará paulatinamente en los próximos años.
En materia de protección a la estabilidad, quizás somos el país con mayor número de razones para aforar trabajadores por circunstancias especiales: En Colombia gozamos de fueros de maternidad, paternidad, salud, acoso laboral, prepensionados y se propugna por establecer fueros especiales para madres y/o padres de familia y por libertad sexual y/o de expresión; amén de los fueros sindicales que se han fortalecido e incrementado por vía del paralelismo sindical y del manejo abusivo de los interminables conflictos colectivos.
Fruto de la pandemia somos el país con más y mejor regulación en materia de trabajo a distancia (teletrabajo, trabajo en casa, trabajo remoto). Hoy se puede hacer de todo y para todos los gustos, además, somos uno de los pocos países del mundo en que la hiperconexión laboral es proscrita y se asume como una conducta de acoso laboral.
En igualdad de salarios y roles laborales con verdadero enfoque de género hemos logrado significativos avances, normativamente estamos a la vanguardia. Lo que falta es cultura y educación, por ende, en ese punto, la reforma luce innecesaria y excesiva.
En materia sindical no nos quedamos atrás. Prácticamente todas las sentencias de protección sindical que ha emitido la Corte Constitucional hoy son normas y las garantías a directivos sindicales son la regla, no la excepción. La huelga y su legalidad hoy son un asunto judicial del más alto nivel (Corte Suprema) y la participación del Ministerio del Trabajo en el control a las organizaciones sindicales es muy baja, por no afirmar que nula.
Bajo ese panorama ¿qué otra garantía es necesaria? Este es el momento de pensar en modernizar el derecho del trabajo y prepararlo para que, respetando los derechos de los trabajadores, convirtamos a Colombia en un país atractivo para la inversión y amable con todos los actores laborales. No podemos convertir las relaciones de trabajo en un campo de batalla en el que se debata políticamente la lucha de clases, dejando atrás el legítimo derecho a gozar de un trabajo digno.