Opinión
¿Subsidiar la economía o contener la inflación?
Finalmente llegó el momento en que la agresividad de los bancos centrales para contener la inflación hoy está al nivel de la preocupación que teníamos hace 12 meses. Pero pareciera que el único que considera que tener tasas de interés reales negativas es algo malo es la Reserva Federal.
La inflación presenta grandes retos para las economías del mundo: EE. UU., 8,6 %; Reino Unido, 9 %; Europa, 8,1 %. Y en Latinoamérica no es menor el problema: Chile, 11,5 %; Brasil, 11,73 %; México, 7,65 %, y Colombia, 9,07 %.
Si bien algunas economías latinoamericanas iniciaron alzas en sus tasas de interés de manera preventiva y con un poco de perspicacia, como el caso de Brasil, mucho antes que las desarrolladas, el impacto que tendrán los mercados emergentes en la segunda mitad de 2022 no será menor, y hay muy poco que puedan hacer los presidentes de turno para contrarrestar la recesión que se avecina.
A las economías emergentes no solo las afectan la guerra en Ucrania y los problemas en las cadenas de suministros como a las economías desarrolladas, sino que, además, los efectos de alzas en tasas de interés de las economías desarrolladas pueden encarecer el crédito y afectar el perfil de riesgo en los mercados financieros, reduciendo la liquidez y generando potenciales depreciaciones en sus monedas.
El Banco Central de Europa llamó a una reunión de urgencia, en la cual no solo se modificaron las políticas expansionistas de liquidez y dejaron claro que subirá su tasa de intervención. Más importante aún, preparándose para una desaceleración económica que pueda impactar a países europeos más vulnerables, definió un comité que defina soluciones para evitar una segmentación en el impacto de la crisis económica, al grado que vimos en 2008 cuando Grecia y otros países entraron en moratorias y recesiones económicas severas.
Por su parte, la Reserva Federal de Estados Unidos subió su tasa de intervención en 0,75 % y dejó claro que continuará subiendo agresivamente, con determinación a impactar la demanda de consumo y la oferta de empleo, dado que hoy existen dos puestos de trabajo por cada persona que busca uno y las familias continúan el nivel de consumo previo a las presiones inflacionarias. Aún cuando los productos presentan un alza en sus precios a raíz de la guerra en Ucrania y los impactos en la cadena de suministros por los altos precios del petróleo y las medidas anticoronavirus en China.
La tasa de empleo en Estados Unidos se ubica en 3,6 %, muy similar al nivel visto en el mes previo a la pandemia y niveles de 4 a 4,5 % son considerados sanos para la Reserva Federal, dado que son los niveles más bajos que presentó esta economía en 2007 y 2000, justo antes de las últimas dos crisis, por lo cual esto les da espacio para continuar subiendo tasas de interés por lo menos en dos reuniones más.
Pero lo más interesante de todo es el claro mensaje del presidente de la Reserva Federal sobre tasas de interés reales negativas, quien dice que es muy importante transmitir un mensaje claro a los agentes del mercado para que tasas de interés reales negativas no se presenten en la economía porque es casi como si se subsidiara el costo del dinero y esto trae peores consecuencias. Muy interesante porque en su mayoría durante la última década, muchos países han tenido por un período muy largo esta característica, sin generar mayor crecimiento en sus economías.
¿Qué significa todo esto para Latinoamérica?
En principio, podemos aprender que tener tasas de interés reales negativas es algo indeseado porque genera una situación realista de la economía, casi como si la economía estuviera subsidiada. Esto es malo porque los precios de los productos pueden subir más, pues los agentes pierden la noción del valor de los productos y están dados a pagar más de lo que deberían en una situación normal y se acostumbran a no hacer un esfuerzo significativo que genere crecimiento sostenible.
Pero lo más importante es que nuestras economías presentarán mayor dificultad en su capacidad de mantener el crecimiento y el valor de sus monedas. Con el deterioro del perfil económico de cada país por una mayor inflación y una desaceleración económica, adicionalmente al significativo riesgo político que existe en Latinoamérica, las devaluaciones de dichas monedas se incrementarán.
El peso mexicano se encuentra en niveles máximos mayores a 20 por dólar, el real brasileño supera los cinco por dólar y el peso chileno se encuentra por encima de 850 por dólar. Estos niveles son los más altos de las ultimas tres décadas y, en el caso colombiano, desafortunadamente el candidato presidencial que sea elegido este domingo poco evitará que continúe subiendo por encima de 4.000.