Camilo Cuervo (Foto para columna)

OPINIÓN

Subsidio al empleo joven: nada los sorprende… nada les sirve

Es muy triste que tengamos que dedicar los escasos recursos que tenemos para reconstruir el país, cuando deberíamos estar utilizado esa plata para reactivar nuestra economía generando más empleo y bienestar.

Camilo Cuervo
9 de julio de 2021

El gobierno del presidente Duque acaba de expedir el Decreto 688 de 2021, por medio del cual los empleadores que contraten jóvenes entre 18 y 28 años recibirán el 25 % de un salario mínimo mensual para subsidiar esas contrataciones.

Esa norma podría convertirse en un verdadero hito histórico en la generación de nuevas plazas de empleo para los autoproclamados “indignados” o “ninis” (personas que no estudian, ni trabajan), sin embargo, esa gran noticia pasó inadvertida; sin pena, ni gloria.

En principio, el programa regirá para las vigencias fiscales 2021 y 2022 y el apoyo se generará por un máximo de 12 meses sin extenderse más allá del 31 de diciembre de 2022, no obstante, como todo lo que nace “temporal” en Colombia, tiene una clara vocación de permanencia en el tiempo.

Se trata de una especie de PAEF (subsidio al empleo formal en pandemia), solo que esta vez tiene una destinación específica y enfocada en cumplir una de las expectativas sociales por las que presuntamente se movilizaron los jóvenes durante el reciente paro nacional. En su momento el PAEF resultó ser muy eficiente en la conservación de millones de empleos durante los momentos más duros de la crisis, por ende, se augura que pueda ser igualmente eficiente para reconstruir y generar nuevos empleos.

Lo paradójico, incluso irónico, es que esa medida, junto con la matrícula cero en instituciones públicas, hacía parte del paquete social de la fallida reforma tributaria que motivó el paro en sus primeros días, solo que en esa oportunidad se establecía de forma permanente y se garantizaba su financiación de largo plazo.

Acá se aplica el adagio popular que indica que se debe tener cuidado con lo que se pide, porque de pronto se lo conceden; en este caso, pidieron tumbar la reforma, pero de paso acabaron con el paquete de apoyo social más ambicioso de toda nuestra historia.

Aunque parezca increíble, muchos de los “promotores” del paro han salido a criticar las medidas que de forma unilateral ha implementado el gobierno de Duque para ayudar a los jóvenes y cumplir con sus presuntas expectativas e inconformidades. Se indica que es “muy poco”, que son “paños de agua tibia”, que es “temporal” e incluso se ha sugerido que los jóvenes que sean contratados serán “empadronados” para votar en las próximas elecciones.

Lo cierto, así cueste reconocerlo, es que un subsidio directo del 25 % a la generación de nuevos empleos es una gran apuesta, en especial considerando la actual crisis fiscal, y que la iniciativa de contratar nuevos trabajadores jóvenes recaerá sobre los empleadores quienes no pretenden, ni pueden promover una inclinación política a favor de nadie.

Los que salen a protestar presuntamente buscando un mejor futuro, manejan una doble agenda y definitivamente un discurso “conveniente”. Alegan que necesitan empleo, pero cuando se crean medidas para cumplir con sus exigencias, se dedican a atacarlas y destruirlas.

Pareciera que resulta mucho más rentable y políticamente eficiente vandalizar ciudades y negociar escondidos detrás de una cobarde capucha, que dedicarse a trabajar, estudiar y tratar de ser realmente productivos para sus propias familias y para toda la sociedad.

Es lamentable que la noticia más importante sea el conteo de buses secuestrados y vandalizados y no las medidas que ha tomado el gobierno nacional para conjurar la crisis con efectividad, pero, sobre todo, con verdadero compromiso social.

A nuestros “encapuchados” nada les sirve, nada los complace, nada los sorprende. Cada día es más evidente que su “lucha” no busca el bien común, sino la destrucción, el caos y la anarquía con mezquinos fines electorales.

Es muy triste que tengamos que dedicar los escasos recursos que tenemos para reconstruir el país, cuando deberíamos estar utilizado esa plata para reactivar nuestra economía generando más empleo y bienestar.