OPINIÓN
Tres claves para el buen gobierno corporativo de hoy
Estamos expuestos todos los días a un sinnúmero de noticias que evidencian, una y mil veces, cómo a través de las relaciones humanas y organizacionales es en donde se crea o se destruye el valor económico, social y ambiental en los diversos escenarios de nuestra sociedad.
Con mucha frecuencia reflexiono con mis estudiantes especialmente del CESA y del Rosario, sobre esta realidad, que termina siendo una discusión sobre competitividad, creación de valor, crecimiento, desarrollo y sostenibilidad en su más amplio sentido.
Dentro de esta discusión siempre cobra un valor muy relevante el impacto de un buen o un mal gobierno corporativo en el devenir de las organizaciones y en la creación o destrucción de valor en el corto y mediano plazos. Las mejores prácticas de buen gobierno corporativo para el mejor desarrollo de las organizaciones, implican a muchas partes y a muchas interconexiones dentro y fuera de la organización. Probablemente una de las más importantes funciones de las buenas prácticas de gobierno corporativo es su capacidad de generar y consolidar la confianza dentro de las instancias de toma de decisiones en una organización, esto supone una absoluta contención de situaciones de desequilibrio o abuso de poder dentro de la misma, evitando pérdida o destrucción de valor y protegiendo los principales activos tangibles e intangibles.
He tenido la suerte de ser miembro de diversos consejos directivos y órganos de decisión en distintos tipos de organizaciones de distintos sectores económicos y sociales, muy especialmente en el mundo de la educación superior, y muchos han sido también los aprendizajes que me permiten contrastar y aplicar esta experiencia resaltando tres grandes claves del buen gobierno corporativo en cualquier organización de hoy:
1. Sana Autocrítica
Una sana mirada autocrítica del propio modelo de Gobierno Corporativo, una amplia referenciación de las mejores prácticas de su sector a nivel nacional e internacional y una permanente disposición de mejora continua, son necesarias para el perfeccionamiento de un modelo que hoy más que nunca se enfrenta a los retos de adaptación en este mundo que avanza a velocidades insospechadas. Pensar que el Gobierno Corporativo funciona bien per sé y/o escudarse en muchos años de tradición del modelo, podrían llegar a ser síntomas de riesgo. No olviden que los cuestionamientos al modelo de Gobierno Corporativo, a su integridad, a su independencia y a su respeto a los pesos y contrapesos, ponen en riesgo la estabilidad de los activos más valiosos de la organización.
2. Eficiencia en la información y en el control
Sería difícil comprender que organizaciones de hoy en día, independientemente de su sector o de su tamaño, carecieran de modelos de información (casi en tiempo real) y de control que no estuvieran acordes con los avances de la cuarta revolución industrial en temas de TIC, digitalización y plataformas de información. Sin embargo, siempre vale la pena estar alerta a la gestión de esta dimensión en nuestras organizaciones, no solo de manera reactiva cuando ya se han materializado los riesgos, sino muy especialmente de manera preventiva. Asimismo, y bajo todas las normas y protocolos de seguridad y acceso a la información, esta debe incluir ya no solo la perspectiva financiera sino una perspectiva integral que involucre la triple cuenta de resultados: económicos, sociales y ambientales, bajo sistemas de información en tiempo real que les garanticen seguridad, certeza, completitud y transparencia a los tomadores de decisiones.
3. Garantizar independencia y seguridad en los órganos de gobierno
Los máximos órganos de gobierno así como sus integrantes, son los actores más relevantes en la vertebración de las decisiones estratégicas claves para una organización. Los miembros de estos órganos de gobierno están sometidos a la consideración de un sinnúmero de factores: búsqueda legítima del interés general, riesgos asociados a la toma de decisiones, representación -en su caso- de grupos de interés de la organización, conservación y defensa de los esquemas de pesos y contrapesos de poder en la organización, responsabilidades del cargo en todos los niveles, y sobre todo el impacto de sus decisiones sobre el futuro de la misma organización. Son estas, entre otras muchas razones, las que explican por qué es necesario tener serios protocolos de independencia, seguridad y protección en los máximos órganos de gobierno evitando esa perversa confusión entre gobierno y administración que tanto daño le ha hecho a muchas organizaciones.
Quizás en el pasado las organizaciones podían funcionar como “anarquías organizadas” y sobrevivir, e incluso crecer y prosperar, pero en este mundo atravesado radicalmente por la velocidad del cambio tecnológico y digital, esa realidad ya no es pensable. Quizás en el pasado podrían funcionar las organizaciones en las que el gerente (elegido por la junta directiva) era también el presidente de la propia Junta Directiva, hoy quizás no. Quizás en el pasado, había espacio para manipulación de las decisiones de la junta por amiguismos o conflictos de interés no revelados, hoy definitivamente no. Quizás en el pasado las mayorías aplastaban a las minorías en decisiones de órganos de gobierno, hoy radicalmente no.
En el entorno económico, político y social de hoy, con sistemas cada vez más competitivos que entienden que el valor se crea a través de las relaciones de confianza de las organizaciones con sus diversos y complejos grupos de interés, con crecientes y valiosas exigencias de rendición de cuentas en esa misma lógica, gobernar con la intuición, con viejas prácticas de amiguismos, con imposiciones y regímenes del miedo en dónde quien discrepa con respeto es expulsado por la puerta de atrás de la organización, pisoteando los procesos, la independencia, la transparencia y hasta la dignidad de los miembros del máximo órganos de gobierno, desconociendo todo principio de buen gobierno corporativo, promete ser fatal para cualquier organización y no augura finales felices en medio de esta época de necesaria transformación adaptativa.