GUILLERMO VALENCIA

Opinión

Un sistema de crédito social

China es el primer país del mundo que ha trabajado los últimos años por instaurar un nuevo sistema de crédito social que determine el nivel de confianza que merecen los ciudadanos, cortándole las alas a quienes se portan mal bajo estas controversiales calificaciones.

Raúl Ávila Forero
30 de agosto de 2023

¿Cómo se sentiría si su comportamiento fuera controlado y que, de hecho, sus acciones determinaran el acceso a los mercados? Es decir, si en su cotidianeidad, arrojar basuras a la calle, no recoger los desechos de las mascotas, saltarse el uso de cebras para pasar la calle, participar en peleas o discusiones en espacio público y muchas acciones más, fueran penalizadas por un sistema de control gubernamental que estuviera sobre los ciudadanos las 24 horas del día, los siete días de la semana, y que sancionara a las personas a través de restricciones para acceder a créditos financieros o al sistema público de transporte, por ejemplo.

Muchas personas podrían llegar a pensar que se habla de algo asociado a Black Mirror o algo por el estilo. Pero no se está hablando de ningún episodio de esta controversial serie; de hecho, esta es una iniciativa que China puso sobre la mesa desde 2014 y que, desde 2018, se ha venido materializando dentro del gobierno chino para reforzar aún más la idea de que mantener la confianza es algo glorioso y romper la confianza es algo totalmente vergonzoso (o al menos, así lo da a entender el comunicado gubernamental publicado en 2015).

En general, se trataría de un sistema que clasifica a las personas como poco confiables, moderadamente confiables o muy confiables. Estos rangos para determinar las clasificaciones los deciden el equipo de planificación económica de China, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, el Banco Popular de China y el sistema judicial chino, según el South China Morning Post.

Entonces, así como la calificación crediticia financiera ayuda a evaluar la solvencia de una persona, el propósito de este sistema de crédito social es evaluar la confiabilidad de las personas en otros aspectos que no estén ligados a su vida financiera. Asimismo, es una iniciativa que pretende matar muchos pájaros de un tiro: a través de este sistema de scoring social, el Gobierno está luchando contra la corrupción, las estafas, la evasión fiscal, la publicidad engañosa, el plagio académico, la contaminación, en fin.

Hoy día, China cuenta con lo que se llama “skynet” bajo una amplia red de cámaras CCTV que hace que el rastreo y constante seguimiento sea inevitable. Hace unos años, IHS Markit había determinado que China ya era catalogado como el país con más videovigilancia del mundo, teniendo en su territorio el 54 % del total de cámaras del planeta. Así, se calculó un aproximado de 372 cámaras por cada 1.000 personas en China, una red que le permite tener un monitoreo de amplio espectro para su ciudadanía.

Algunas de las restricciones ejercidas que se han vuelto muy populares han sido limitar las compras de tiquetes aéreos, también la adquisición de tiquetes para los trenes de alta velocidad, eliminar la posibilidad de diferir a varias cuotas las deudas adquiridas por internet, no poder acceder a hoteles de más de cuatro estrellas, no poder adquirir propiedades como vehículos, impedir que puedan comprar gasolina e incluso, restringir el acceso a los hijos de la persona calificada como poco confiable a diversos centros escolares.

No obstante, ante una iniciativa tan controversial, hay opiniones divididas. Por un lado, hay quienes apoyan este scoring social, ya que es una alternativa para castigar acciones altamente cuestionadas por los ciudadanos en su día a día y que llegan a pasar desapercibidas por las autoridades o, simplemente, no tienen alguna penalización. Pero, por otro lado, están quienes cuestionan cuál sería el nuevo valor de la privacidad de la ciudadanía, cómo es el proceso real para penalizar estos actos, pues no se toman en consideración los diferentes contextos en cada uno de los casos y, además, el sentido y hasta la severidad de algunas penalizaciones.

Se han dado a conocer situaciones en las que muchas personas no saben por qué terminan en estas listas negras y algunos de estos casos resultan siendo personas que terminan siendo fiadoras sin saberlo o los típicos casos en los que sufren el robo de identidad y figuran en mora por deudas que no sabían que tenían. Y para colmo de males, son calificadas con un bajo scoring social sin ni siquiera ser notificadas cuando estos procesos llegan a los tribunales.

No obstante, la norma que rige desde marzo de 2018 preveía la instauración de varios sistemas de crédito social en lugar de uno solo. La idea era que los gobiernos locales diseñaran este sistema y lo llevaran a cabo según sus propios criterios, pero el tema en sí está lleno de contrastes cuando se leen las opiniones y experiencias de los ciudadanos en una misma ciudad.

Por ejemplo, en la ciudad de Jinan el sistema de crédito social empezó a actualizarse en 2018 para los dueños de mascotas, cuando se empezó a condicionar su calificación por criterios como pasear a sus perros sin correa o no llevar consigo artículos para limpiar los excrementos. Pero en los últimos años ha surgido la noción de que este scoring social también estaría reuniendo todo lo que se sabe sobre sus ciudadanos para “mejorar” los filtros de la aplicación de citas Palm Guixi (controlada por el Estado) con la finalidad de revertir el colapso de las tasas de matrimonio y natalidad en la ciudad.

Entre lo sorprendente y aterrador de este novedoso sistema, está que la privacidad de las personas en China se ve cada vez más reducida. Las implicaciones son muchas en medio del intento de promover un buen comportamiento ciudadano y es inevitable cuestionarse… ¿Qué tanta acogida tendría una alternativa así en la región latinoamericana? En medio de tanta corrupción e inseguridad no suena descabellado, pero el potencial abuso de poder, el cuestionable funcionamiento del sistema judicial y el impacto sobre la privacidad y las libertades individuales serían algunas de las más grandes preocupaciones.

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