Opinión
Una frontera peligrosa
La realidad hoy es que la mayoría de las acciones que quedan están a unos precios demasiado atractivos, cuando se comparan frente a compañías parecidas de otros mercados.
Decir que lo que le está ocurriendo al mercado accionario colombiano es únicamente culpa del Gobierno Petro es un error. No digo que no haya tenido parte en esta desgracia, sobre todo por el desprecio del Gobierno por lo privado y por los empresarios, pero la realidad es que su deterioro ha sido una constante desde principios del siglo.
Colombia ha venido siendo ranqueada con su mercado accionario como mercado emergente desde hace años. Esto le ha permitido que muchos fondos extranjeros que invierten en esos países, lo hagan en Colombia. De hecho, el día más importante de transacciones y de volumen es cuando esos fondos tienen que recomponer su portafolio de acuerdo a sus índices de referencia.
La semana pasada, JP Morgan volvió a advertir (ya lo había hecho en diciembre) la posibilidad de que el mercado accionario colombiano cambiara de estatus de mercado emergente a mercado frontera. Eso tiene unas implicaciones grandísimas. Muchos de los fondos que hoy están invertidos o podrían invertir dejarán de hacerlo. Entrarán seguramente otros inversionistas más agresivos y con menos poder de compra a este nuevo mercado, buscando mejores precios y rendimientos.
Ser mercado frontera implica mercados pequeños, con pocos emisores, poco líquidos, y de mayor riesgo.
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Son muchos factores los que nos han llevado por este camino. La primera estocada fue la doble tributación: durante mucho tiempo las personas o entidades que invertían en acciones no estaban sujetas a ningún impuesto, tema lógico, ya que los impuestos eran pagados por la compañía, entonces invertir en acciones era más rentable.
Otro factor que ha incidido ha sido el exceso de regulación del mercado, no solo accionario, sino general: esto ha llevado a un aumento en los costos de transacción y operación que hace inviable la compraventa de acciones en montos pequeños. Así, espantaron a las personas naturales del mercado. Hoy en día entre los fondos extranjeros y los fondos de pensiones hacen la mayoría del volumen.
Las empresas también tenían beneficios por estar inscritas. Esto hacía que hubiera más emisores. Esto también se acabó. Cada día son menos las compañías que están dispuestas a estar en el mercado público de valores. Muy pocas compañías piensan en la alternativa de inscribirse en bolsa.
Muchos emisores terminaron saliéndose del mercado porque las compañías fueron adquiridas por empresas extranjeras y perdieron gran parte de la liquidez, como fue el caso de Bavaria, o de Cementos Diamante, o Acerías Paz del Río, entre otras.
La realidad hoy es que la mayoría de las acciones que quedan están a unos precios demasiado atractivos, cuando se comparan frente a compañías parecidas de otros mercados. Los múltiplos son muy buenos. Acciones como Ecopetrol, las del sector financiero como Bancolombia, Banco Davivienda o Banco de Bogotá están a precio de ganga, por citar algunas.
Por último, vale la pena citar que ningún gobierno durante estos años ha estado verdaderamente comprometido con el fomento del mercado accionario, algunos han hecho intentos fallidos, porque han querido traer recetas con asesores extranjeros, con más cartones que un tugurio, que no conocen la realidad de nuestro mercado, cuando la solución puede estar a la vuelta de la esquina.
Esperemos que la integración con la bolsa de Chile y Perú termine dando algún fruto, y que el hecho de ser mercado frontera en acciones, no impacte negativamente el mercado de deuda pública ni el peso dólar.