Opinión
Vivir con un kilo de leche en polvo o treinta huevos
Ni Samper ni Rodríguez Zapatero, prisioneros de su inocultable sesgo de solo ver las dictaduras con el ojo izquierdo, van a aceptar jamás la aterradora tragedia que atraviesa el pueblo cubano.
Entre las principales cabezas visibles del Foro de São Paulo, organización de extrema izquierda, están los expresidentes Ernesto Samper Pizano, de Colombia, y José Luis Rodríguez Zapatero, de España. Ninguno de estos dos exmandatarios ha conocido una dictadura de zurdos que no merezca su incondicional aplauso.
Hace unos años, Ernesto Samper afirmaba en su cuenta en X: “La revolución de Cuba es la revolución de la igualdad. Cero analfabetismos; cero desempleos; atención integral de salud; vivienda para todos; educación gratuita; comida para todos. Si la ausencia de necesidades, como dice Amartya Sen, no es la libertad, entonces, ¿qué será?”. Lejos de ausencia de necesidades, o ser el paraíso de la igualdad, como afirma Samper, lo que hoy se encuentra en la isla caribeña es “pobreza, desigualdad, envejecimiento acelerado, migración imparable (más de medio millón de cubanos huidos a Estados Unidos desde el estallido social el 11 de junio del 2021), inflación galopante, apagones eléctricos, escasez de gasolina y deterioro de los servicios sociales”. Ni Samper ni Rodríguez Zapatero, prisioneros de su inocultable sesgo de solo ver las dictaduras con el ojo izquierdo, van a aceptar jamás la aterradora tragedia que atraviesa el pueblo cubano.
Cifras publicadas por el diario El Mundo de España, cuyos autores son Daniel Lozano y Gina Montaner, ponen en evidencia la dimensión del problema: el 88 % de la población se encuentra en situación de extrema pobreza; la inflación real se acerca al 200 %, no obstante que el Gobierno solo acepte el 30 %; los jubilados reciben mensualmente el equivalente a cinco euros, cifra que apenas les da para comprar un kilo de leche en polvo o un cartón de 30 huevos; la gasolina ha aumentado en el 500 %, haciendo casi imposible los desplazamientos para la inmensa mayoría de los cubanos. De acuerdo con el diario español, “La famosa cartilla de racionamiento, en proceso de desaparición, «solo sirve para aumentar la ansiedad del pueblo que sigue yendo día a día a ver si llegó algo a la bodega»”. En el campo político, la situación es cada día más crítica: producto de una represión voraz, donde hay más de 1.063 presos políticos, la isla tiene la segunda población penal más alta del mundo. El 86 % de los cubanos es crítico con la gestión social y económica del Gobierno, según una investigación del Observatorio Cubano de Derechos Humanos.
El artículo en El Mundo recalca el gravísimo problema que enfrenta la dictadura cubana: en el pasado, el descontento de la población se solucionaba abriendo las puertas a la emigración. (Este artificio de abrir las puertas a la emigración, por expresa recomendación de los cubanos, también fue implantado con relativo éxito en Venezuela.) El dilema cubano es que, en medio de la mayor diáspora en la historia de la isla, los que huyeron son el grueso del escaso capital humano que queda en la isla. Los que quedan son los más vulnerables, los que no pueden huir de Cuba y que tampoco tienen a nadie fuera que les ayude a subsistir. Según el sociólogo Leduan Ramírez, son los “abandonados por el Estado y sin posibilidad de sobrevivir con base en sus fuerzas, si es que les quedan”. Cuba se va a quedar con una “élite” de los altos cargos del Partido Comunista y sus secuaces, gobernando por medio de su policía secreta una población de cubanos desnutridos, desmotivados y descontentos.
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Lo verdaderamente increíble es que a buena parte del Gobierno colombiano le llame poderosamente la atención el modelo político y económico cubano, y estén maniobrando, abierta y soterradamente, para que el país adopte el modelo social, político y económico de esa ramplona y fracasada dictadura del Caribe.