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Con el crudo de Cusiana se transformó el país. Andrés Restrepo, entonces presidente de Ecopetrol, cree que sin este hallazgo habría sido muy difícil financiar los derechos civiles incluidos en la Constitución de 1991. | Foto: Alejandro Acosta

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El hallazgo de Cusiana

Cuando el país pasaba por uno de sus peores momentos en el orden público, llegó la noticia del descubrimiento de Cusiana. Colombia se volvió petrolero de la noche a la mañana.

21 de agosto de 2013

El día que descubrieron Cusiana casi se mata la plana mayor de Ecopetrol. Fue a mediados de marzo de 1991, un día lleno de noticias. BP, Triton y Elf, petroleras europeas con amplia experiencia, ya presentían que algo grande se iba a encontrar en los Llanos Orientales de Colombia, un país sin mayor figuración en el mapa petrolero mundial. Desde mediados de 1989 se tenían reportes de reservas de gas, pero la compleja geografía había ocultado el yacimiento principal.

Lo que pocos saben es que ese día casi toda la junta directiva de la principal empresa del país estuvo a punto de sufrir un terrible accidente.

“Las petroleras invitaron a la junta directiva de Ecopetrol a Cusiana para el inicio de operaciones. Jaime García Parra, Roberto Junguito, Alfonso Palacio Rudas y Arturo Infante, la plana mayor de Ecopetrol, íbamos en un jet tipo Grumman camino a Casanare para presenciar la extracción de los primeros barriles de ese campo con amplias proyecciones. Cuando despegamos de Bogotá y ya llevábamos cierta altura, la puerta principal de la aeronave se abrió y empezó a golpear el fuselaje, pensábamos que si se soltaba y golpeaba la cola era el fin. En un momento de adrenalina, me solté el cinturón y gateé hasta la puerta para lograr atarla con un cinturón, conté con la ayuda de un escolta. Fueron minutos que marcaron mi vida”, cuenta Andrés Restrepo, quien fue presidente de Ecopetrol entre 1988 y 1992.

Pocas horas después y a bordo de otro avión, los directivos llegaron al Casanare para ver cómo se partía en dos, no una aeronave, sino la historia petrolera del país. Corría el año 1991 y los colombianos estaban ansiosos por escuchar buenas noticias. A 300 metros de un alejado pozo petrolero del oriente de Colombia y bajo un sol inclemente, el grupo de ejecutivos que acababa de vivir el susto de sus vidas presenciaba cómo un flujo prolífico de petróleo hacía temblar la tierra en busca de la superficie. Segundos más tarde una inmensa nube de gas se incendiaba en el cielo llanero, como un gran soplete.

Eran los primeros lances de Cusiana, en cuyo desarrollo se invirtieron unos US$6.000 millones entre Ecopetrol y BP. Un campo que hasta hoy sigue dando petróleo y, a la vez, noticias de riqueza y despilfarro.

“Para esa época no sabíamos cuánto petróleo había allí. Algunos se aventuraron con cifras locas solo comparables con países como Arabia Saudita. Nosotros, en Ecopetrol, éramos más cautos y estimamos el tamaño de Cusiana en unos 1.500 millones de barriles sumando todos los pozos”, dijo Restrepo.

En los años siguientes todo fue fiesta. El presupuesto nacional creció a la par con la producción petrolera y la economía se ‘cusianisó’. Las noticias de la época relataron los roces entre el presidente de Ecopetrol con directivas de Planeación Nacional y el propio Ministerio de Hacienda, la economía se volvió cusiano–dependiente.

Los dólares llegaban pero no era segura su sostenibilidad. De hecho, Cusiana es uno de esos campos con una producción alta pero con un rápido declive. En poco tiempo se pasó de 450.000 barriles diarios a 800.000, para pocos años después caer por debajo de 400.000 barriles por día.

Aun así, con el crudo de Cusiana se transformó el país. Andrés Restrepo cree que sin este hallazgo habría sido muy difícil financiar los derechos civiles incluidos en la Constitución de 1991. No es una exageración, Cusiana dio para escándalos, piscinas de olas, escuelas, hospitales y colegios sin terminar, sin contar los acueductos inconclusos que por estos días siguen ocupando titulares. Era también el país de las voladuras diarias de oleoductos, de los secuestros de ingenieros y del inicio de las vacunas millonarias a las multinacionales.

“Cusiana también partió en dos la historia de Ecopetrol. Con este descubrimiento la compañía se hizo más fuerte y se atrevió a arriesgar más. Parte de lo que es hoy Ecopetrol fue gracias a Cusiana y a los recursos y tecnología que dejó”, explica el ejecutivo, que hoy maneja una firma de asesores al norte de Bogotá.

Cusiana ya no es el mismo de antes. Su producción diaria cayó a 60.000 barriles diarios y el negocio se centra más en la extracción de gas. Miles de millones de dólares se han invertido desde entonces para encontrar un campo similar, sin éxito alguno.

Hoy, Andrés Restrepo recuerda con nostalgia esa época en la que fue héroe dos veces en un mismo día. Salvó a la cúpula de Ecopetrol y transformó el futuro económico del país.