HOMENAJE
El legado de Juan Mario Laserna
Juan Mario Laserna fue protagonista de momentos clave en la historia económica del país y muchas de sus ejecutorias hoy han cobrado vigencia. Con su muerte, el país pierde una de sus mentes más brillantes y un verdadero fuera de serie. Homenaje.
En la vida no es fácil encontrar una persona que reúna excelsas calidades profesionales junto a una personalidad sencilla, humilde y transparente, dispuesta a compartir su tiempo y conocimiento. Pero que, además, sea respetada y admirada por aliados y contradictores.
Juan Mario Laserna Jaramillo, quien falleció el pasado 24 de julio en un trágico accidente a las afueras de Ibagué, fue una de ellas. De carácter sencillo y una amplia formación académica, a lo largo de su vida siempre se interesó por abrir grandes debates políticos, económicos y sociales en el país.
Su aguda inteligencia, pensamiento estratégico y talante firme lo convirtieron en uno de los economistas más brillantes y visionarios que ha tenido el país en los últimos años.
Sin temor a equivocarse, se puede afirmar que Laserna hizo historia. Su legado es muy importante: creó la Unidad de Defensa y Seguridad en Planeación Nacional en los 90, y en su paso por la Dirección de Crédito Público del Ministerio de Hacienda, en el gobierno de Andrés Pastrana, diseñó una ambiciosa estrategia de financiación externa que le permitió al país superar una de las crisis económicas más agudas de la historia. Como Codirector del Banco de la República impulsó –con otros de sus colegas– la divulgación de los contenidos de las discusiones al interior de la Junta Directiva. Ya como Senador, casó varias peleas por la concentración del mercado de telefonía móvil, la declaración de paraísos fiscales y la reglamentación de beneficiarios reales.
También fue protagonista en grandes discusiones, desde la agrícola –buscando instrumentos financieros para atenuar los riesgos en los precios a los agricultores–, la pensional y laboral, hasta su posición crítica sobre el impacto que tenía la enfermedad holandesa en el país y las advertencias en materia tributaria, entre muchas otras. En unas ganó y en otras perdió, pero siempre sus ideas y posiciones enriquecieron los debates.
Como lo describió en una reciente columna Sergio Clavijo, presidente de Anif, Juan Mario era uno de los mejores exponentes de esa “rara combinación de habilidades tecnocráticas y políticas, conocidos como el club de los ‘tecnopols’”.
Para Alejandro Gaviria, ministro de Salud, Juan Mario nos dejó un legado de optimismo, “porque nos mostró que la academia no riñe con la vida práctica; que el pensamiento no riñe con la toma de decisiones de la acción pública”, dijo durante un pequeño homenaje en un foro sobre el sector salud en el que Laserna debía participar.
Pero su legado no es solo económico. Enseñó con su ejemplo, humor y personalidad. Nunca presumía de su vasta formación académica; una simple conversación con Juan Mario dejaba ver su extraordinaria memoria, que le permitía citar textualmente pasajes de grandes obras de la literatura, filosofía, teología, economía o historia, o su enorme capacidad analítica. Además de la economía, dos temas resaltaban siempre en sus conversaciones: defensa y seguridad y el de religiones.
A través de símbolos mandaba mensajes. En su perfil de whatsapp, después de perder las elecciones al Senado en 2014, puso la imagen de un pollo desplumado que decía, entre otras cosas: “madreado, desvelado, sin tragar, crudo, regañado pero derechito… esa es la actitud”. Y recientemente usaba con frecuencia un pin con la figura de El Principito en su solapa que reflejaba lo que en ocasiones sentía: solo en su propio planeta.
El perfil
Juan Mario siempre estuvo muy orgulloso de su padre, Mario Laserna –fundador de la Universidad de los Andes y uno de los pensadores más ilustres del país– por quien sentía una infinita admiración.
Tuvo una sólida formación académica: estudió sus últimos años de colegio en el prestigioso internado Phillips Academy Andover, hizo su pregrado en economía en la Universidad de Yale y, recién graduado, en 1990 regresó al país a desarrollar su vida laboral. En 1992 cursó una especialización en gestión pública en la Universidad de Los Andes, y tres años después ingresó al MBA de la escuela de negocios de la Universidad de Stanford. En 2003 hizo un postgrado en estudios de economía y seguridad en la Universidad Johns Hopkins.
Además de sus títulos académicos, poseía una competencia profesional completa para comunicarse en idiomas como el francés, inglés o, incluso, alemán, pero sobre todo se sentía muy orgulloso de su lengua nativa, el ‘tolimense’. Los paseos a la finca ‘Altamira’, de propiedad de su familia, le permitían reencontrarse con la apacible vida de campo, que siempre fue una de sus grandes pasiones.
Desarrolló una prolífica carrera pública que inició en septiembre de 1990, cuando ingresó al Ministerio de Hacienda por invitación del entonces ministro Rudolf Hommes; de allí pasó a Planeación Nacional y fue consejero económico del presidente César Gaviria. De hecho, su juventud y brillantez lo convirtieron en uno de los más destacados integrantes del denominado ‘Kinder de Gaviria’. Algunos de sus colegas decían jocosamente que en el caso de Juan Mario no era del kinder sino del prekinder, pues era el más joven y un alumno aventajado.
Su humildad era una de las características más reconocidas por las personas cercanas. El ex viceministro de Defensa Bernardo Ortiz –uno de sus amigos más cercanos– recuerda que cuando el presidente Gaviria –impresionado por la profundidad de los discursos que escribía sobre temas económicos– lo invitó a que fuera su consejero económico, Juan Mario rechazó el ofrecimiento asegurando que no creía estar listo para tan alta dignidad. Gaviria finalmente lo convenció, pues era el mejor preparado. Tras el nombramiento del expresidente en la Organización de Estados Americanos, fue a Washington como su secretario privado durante un año.
Con la llegada de Andrés Pastrana a la presidencia, fue viceministro de Hacienda y luego director de Crédito Público. En 2005 fue nombrado por Álvaro Uribe codirector del Banco de la República, cargo al que renunció en 2009 para hacer campaña al Senado de la República, donde estuvo en el periodo 2010-2014.
Su exitosa carrera le mereció varios reconocimientos. Por ejemplo, en el gobierno Pastrana, su conocimiento de los mercados de deuda y su talento financiero lo llevaron a realizar la primera colocación de bonos colombianos en euros, que en 2001 fue considerada por la revista Latin Finance como la mejor de ese año. Esta misma publicación lo incluyó cinco años más tarde en el Top de los Más Influyentes en el tema financiero en América Latina.
En 2007 el Foro Económico Mundial lo escogió como uno de los líderes globales que destaca a los menores de 40 años con un brillante desempeño profesional. En el país fue reconocido con la Gran Cruz que le otorgó la Fuerza Aérea, la Medalla del Ministerio de Defensa y la Gran Cruz Orden de la Democracia.
Tras no lograr su reelección en el Senado, en julio de 2014 pasó al sector privado como analista económico del programa periodístico en las mañanas de La FM –hasta junio de 2016–, y como Consejero Editorial en Revista Dinero, cargo que desempeñaba al momento del trágico accidente, en el que además resultó herido su amigo Andrés Restrepo.
El visionario
En cada uno de los trabajos que desempeñó a lo largo de su vida pública hizo grandes aportes para el país. Como analista del Consejo de Política Económica y Fiscal en el Ministerio de Hacienda, promovió la creación de la Unidad de Defensa y Seguridad en el Departamento Nacional de Planeación –que ahora es una dirección–, encargada de hacer el análisis del gasto militar para darle un enfoque más técnico y estratégico.
En el Ministerio de Hacienda, con su paso por el Viceministerio y la Dirección de Crédito Público, fue clave en el ajuste fiscal territorial y en la reestructuración de la deuda pública, al diseñar ambiciosas estrategias de financiación externa que le permitieron al país superar una profunda crisis económica.
Pero no fueron los únicos logros ni advertencias que hizo Juan Mario. La primera semana de marzo de 2005, como recién nombrado codirector del Banco de la República, dio unas explosivas declaraciones a los medios económicos del país: tras analizar el ingreso masivo de dólares –por exportaciones de materias primas, flujos de inversión y remesas–, aseguró que Colombia estaba ad portas de entrar en un grave proceso de enfermedad holandesa y que se estaba creando una delicada burbuja especulativa.
Las declaraciones cayeron como un balde de agua fría para el gobierno y generaron una dura polémica entre los analistas económicos. Aunque algunos de ellos y varios funcionarios rechazaron en ese momento la posibilidad de que ocurriera este fenómeno económico, casi una década después muchos expertos terminaron por darle la razón y el país sigue padeciendo los efectos negativos que sobre el aparato productivo tuvo este proceso.
Bernardo Ortiz recuerda que, pese a que ‘el mundo se le vino encima’ en ese momento, Juan Mario no se amilanó y desempeñó un destacado papel en el Emisor.
Supo sobre el ‘tejemaneje’ legislativo desde antes de llegar al Congreso. Prueba de ello fue lo ocurrido con la ley financiera de 2009, que incluyó la derogatoria del parágrafo del artículo 53 de la ley 31 de 1992 o Ley del Banco de la República; tal derogatoria fue impulsada por Juan Mario. La reforma fue sancionada en julio de 2009, apenas unos meses después de que él abandonara la junta del Emisor para irse a hacer política. Eso significa que los debates de la nueva norma se dieran mientras el economista aún fungía como codirector del Emisor. Tal derogatoria le abrió las puertas al Banco de la República para realizar su política monetaria con sus propios títulos y no exclusivamente con los títulos del Gobierno, conocidos como TES. Hasta el momento, el Banco Central no ha hecho uso de esta herramienta.
Más recientemente y, de cara a los diálogos del Gobierno con la guerrilla de las Farc, Juan Mario se vinculó al movimiento Paz Querida y hacía parte del grupo de 42 personalidades que lo conforman. La tarea de Juan Mario, como recuerda el general (r) Henry Medina, es que los hechos requieren una medición y él desarrollaría “unos indicadores económicos para ver cómo impactarán los acuerdos en los próximos 10 años”.
Otro de sus intereses era Venezuela, pues estaba convencido de la necesidad de afianzar las relaciones binacionales. Pero también estaba pensando en el futuro y, con distintos empresarios y gente cercana al Gobierno, estaba estructurando una propuesta para ayudar a Venezuela. Una de sus ideas apuntaba al diseño y creación de una especie de ‘Plan Marshall’ desde Colombia para atender las necesidades de abastecimiento de productos al vecino país.
La irreverencia y la política
Jorge Mario Eastman, otro de sus amigos, escribió de Juan Mario: “fue el conservador preferido de los liberales: creyó en el Estado, fue duro con los ricos e irreverente con los poderosos”.
Desde el Senado, Juan Mario impulsó varios debates que tocaron, precisamente, a los ricos y poderosos. Varios de ellos han sido muy relevantes: la posición de dominio en el mercado de telefonía móvil y la discusión de los paraísos fiscales y los beneficiarios reales.
En el primero, buscaba que se controlara el posible abuso de la posición de dominio de Claro. La iniciativa logró unir a dos extremos: al Partido Conservador, al que pertenecía Juan Mario, y al Polo Democrático, en el que los congresistas Jorge Robledo y Alexander López lo acompañaron. También hizo parte de este grupo el parlamentario liberal Eugenio Prieto.
La propuesta del proyecto buscaba que ningún jugador pudiera tener más de 50% del mercado. La iniciativa no pasó, pero logró que se abriera un debate en el sector. Posteriormente, la Comisión de Regulación de Comunicaciones (CRC) inició un proceso para establecer cargos asimétricos en voz para recomponer el mercado y que en el Congreso tuvo una anécdota: “había que conseguir respaldo y Juan Mario lideró la firma de una carta de 45 congresistas apoyando la medida”, recuerda un exfuncionario del Gobierno.
A pesar de sus posturas firmes, Juan Mario siempre fue abierto al debate, tanto así que, cuatro días antes de su fallecimiento, atendió en Revista Dinero una reunión con directivos de Claro y Jerry Hausman, experto en regulación de MIT, que controvertía las medidas que se habían adoptado.
Otro frente de trabajo en el legislativo fue el de paraísos fiscales y beneficiarios reales. Juan Mario estaba convencido de que el control y la transparencia en las cuentas ponían en cintura a los evasores de impuestos y a los lavadores de fortunas. De hecho, uno de sus argumentos y denuncias recurrentes era que gran parte de la corrupción pública en el país terminaba en muchas cuentas en Panamá.
En el tema de beneficiario real o beneficiario controlante, impulsó una ley en el Senado, que se hundió en la Cámara. “Juan Mario fue visionario y con una enorme claridad. Si la humanidad no empieza a resolver el tema de quiénes son los que usufructúan los grandes patrimonios, va a ser imposible la tributación, y la desigualdad de la sociedad nos va a volver inviables”, dice Juan Ricardo Ortega, exdirector de la Dian.
Desde los editoriales de Dinero, Juan Mario fue incisivo: tuvo una preocupación permanente sobre la cuenta corriente, cuando casi nadie mencionaba el tema; le preocupaba la situación de Ecopetrol a la que, decía, “se le está sacando carne y leche a la misma vaca”; habló de la importancia del desarrollo de infraestructura más allá de Isagen y su venta; de los peligros del impuesto al patrimonio “al gravar acervos de capital, en vez de flujos”, y de la importancia que le debería dar el Gobierno a la reducción del gasto.
En la política también fue irreverente. De hecho, durante su última entrevista concedida al periodista Miguel Andrés Gómez, de Ibagué, para el programa El Butaco de Tamalio Achiras –con motivo de la Feria de Cafés especiales en Planadas, Tolima–, hizo gala de su agudeza y allí, en medio de su tradicional humor, dijo: “La política es el arte de tener amigos de mentiras y enemigos de verdad”.
En una carta inédita que nunca envió a La Silla Vacía, tras una entrevista que ese medio le hizo antes de entrar al Senado en 2010, y a raíz de los comentarios de lectores que surgieron de ella, Juan Mario fijó gran parte de su visión: “El infierno está lleno de buenas intenciones. Es decir que hay soluciones que pueden sonar bonitas pero que cuando se van a practicar en la realidad son un fracaso. Una de las frases que más me han impactado es la que aparece en la introducción de Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, de John Maynard Keynes, que dice: “hasta este momento había sido preso de ideas preconcebidas”.
“Para evitar esto (...) recorrí toda una zona de violencia y traté de estudiar la estructura socioeconómica de forma sistemática y seria. Y puedo decir que me parece irresponsable pretender diseñar soluciones para el campo y la provincia sin haber visto de cerca los problemas, el abandono, las promesas fallidas que han generado votantes escépticos, que saben bien que las palabras se las lleva el viento y que por eso buscan con su voto, bien sea una dádiva inmediata, o bien sea, como dije en la entrevista, unirse y tratar de elegir a alguien en quien creen poder confiar, y que una vez en el cargo público los ayude con las obras que con tanta urgencia necesitan”.
También era un hombre pragmático. En el mismo escrito lo advertía: “Considero que negar la realidad, o en otras palabras el clientelismo, es dejarles todo el juego a quienes sí manejan dicha realidad. Aquí lo que importa es meterse en el juego, y hacer las cosas bien y que las obras se lleven a buen término. Me da mucha pena, y espero no ofender a nadie, pero la diferencia en provincia está entre los que no dejan nada y los que dejan algo hecho. Ambos tienen maquinaria electoral, pero son culturas diferentes. Trato de unirme con los segundos, claro está, pues como dice la Biblia, ‘hay que estar en este mundo sin ser de este mundo’”.
Héctor Abad escribió en un trino: “Juan Mario Laserna, un conservador por el que uno podía votar sin traicionar la conciencia”. Y de hecho, en muchos aspectos era muy liberal. En su escrito, al comentar derechos civiles y temas como la comunidad LGBT y sus derechos, dijo: “…Yo puedo estar en desacuerdo con algunas cosas por convicciones personales, pero me parece que la vida sexual de las personas y sus preferencias no son atribución del Estado, mientras no afecten la paz y el orden público ni la convivencia ciudadana”.
Sin duda, Juan Mario fue un hombre fuera de serie y uno de ‘los sabios de la tribu’. Como escribió el exministro Alberto Carrasquilla, “el elogio que mejor le sienta a la memoria de Juan Mario Laserna es simple: siempre pensó por fuera del molde”. Una persona que aun con su gran formación y extraordinaria trayectoria, siempre fue humilde, sencillo y transparente. Allí radicó gran parte de su grandeza.
Ahora, como bien lo anotó su gran amigo Bernardo Ortiz, “nos va a hacer mucha falta Juan Mario”… Ya nos está haciendo falta….
En memoria de Juan Mario Laserna
Por Alberto Calderón Zuleta
No debió haber sido fácil ser hijo de Mario Laserna. Hijo del fundador de la Universidad de los Andes, del amigo de Einstein y del profesor de filosofía de las mejores universidades del mundo. Tal vez por eso Juan Mario vivió tan intensamente, tal vez por eso estudió tanto y logró hacer tan bien tantas cosas distintas, más que muchos en varias vidas.
No conozco un colombiano con mejor formación académica: estudió sus últimos años de colegio en Phillips Academy Andover, uno de los colegios que cuenta con más Presidentes de Estados Unidos entre sus egresados. Economista de Yale, donde lo conocí. Yo con orgullo decía que era su mentor. La verdad es que con el tiempo, y especialmente en los temas de cultura universal como historia y filosofía, como historia del cristianismo y de la Cábala, el profesor era él.
Y para completar sus estudios decidió hacer un MBA en Stanford. Una anécdota que da alguna idea del talento de Juan Mario: cuando escribió su ensayo para aplicar a esta Universidad, tal vez uno de los programas de postgrados más difíciles de ingresar, simplemente contó lo que había sido su vida durante sus primeros 29 años y, en particular, su experiencia en el gobierno del presidente Gaviria.
Lo primero que hizo la universidad fue verificar que la historia era cierta, pues parecía más mágico que realismo. Cuando se dieron cuenta de que era cierto, no solo le ofrecieron cupo, sino mucho más difícil, se lo guardaron mientras acompañaba por un año más al Presidente Gaviria en la OEA.Y así, sin proponérselo, Juan Mario empezó a acumular hazañas que él siempre hacía aparecer como rutinarias: el Consejero Presidencial Económico más joven, el más joven del “kinder” del Presidente Gaviria, el Director del Banco de la República más joven, el indispensable analista económico… y la lista continúa.
En cada posición que ocupaba, al principio estudiaba más que todos y pronto dominaba todos los temas a su cargo.Con el pasar de los años algunos empezamos a decepcionarnos de la llamada tecnocracia. El tema principal no era saber qué hacer, mucho más difícil era tener la voluntad política de hacer las cosas. Para muchos parecía el fin del camino público, era más fácil pasar al sector privado. Pero para Juan Mario la vida no tenía mucho sentido si no seguía luchando por un país más igualitario y más justo. Sus profundas raíces cristianas, que lo guiaron durante toda su vida, nunca le dejaron tomar el camino fácil, por lo general tomaba el camino más tortuoso. Y así, en medio del escepticismo de la mayoría de sus amigos, salió elegido Senador.
Al igual que enfrentó todos sus retos en su vida pública, lo hizo con tenacidad y entrega, con dedicación y una verdadera vocación para servir. Pronto se convirtió en el heredero de Víctor Renán Barco, el senador indispensable para los temas económicos, pero sin el apoyo de los fortines burocráticos.Más allá de sus enormes logros en la vida académica y pública, más allá de su inteligencia excepcional, Juan Mario era un buen ser humano, realmente un hombre bueno en todo el sentido de la palabra. Colombia pierde a una persona excepcional, quien luchó durante toda su vida por un país mejor. Y sus amigos perdimos para siempre una fuente de luz y bondad sin límites.
De vice a director de crédito público
Juan Mario Laserna fue Viceministro de Hacienda y Director de Crédito Público del gobierno de Andrés Pastrana, siendo ministro Juan Camilo Restrepo.
Según Restrepo, Laserna jugó un papel clave en la aprobación de la Ley 617 o ley de ajuste fiscal territorial que les impuso unas normas estrictas de disciplina fiscal a los municipios y los departamentos.Como Director de Crédito Público fue el responsable de la reestructuración de la deuda interna y externa en uno de los momentos más complejos de la economía colombiana.
En ese tiempo le correspondió liquidar a Granahorrar. Sara Ordóñez, entonces Superintendente Bancaria, recuerda que la decisión tuvo que ser adoptada el fin de semana del 3 y 4 de octubre de 1998 y a Laserna le correspondió fungir como ministro de Hacienda, pues Juan Camilo Restrepo se encontraba en el exterior.El exministro Restrepo recuerda que “Laserna estaba comenzando su carrera pública. Le gustaba mucho ir al Congreso, ahí tomó su afición por la vida política y parlamentaria. Yo lo delegaba con frecuencia para algunos debates. Hizo muy buenas amistades y, además, aplicó su conocimiento de finanzas internacionales”.
Vidas paralelas
El 6 de febrero de 2003, en un cerro cercano al municipio de Cajamarca (Tolima), falleció en un accidente aéreo Juan Luis Londoño de la Cuesta, en ese momento ministro de Protección Social. Más de 13 años después, también en el Tolima, Juan Mario Laserna murió cuando su camioneta se volcó a la salida de Ibagué.
Más allá de la coincidencia de sus fallecimientos en el mismo departamento y de la forma trágica en que se dieron, tanto Juan Luis como Juan Mario también tuvieron muchas semejanzas: han sido consideradas como dos de las mentes más brillantes en materia económica y líderes de sus generaciones.
Dinero tuvo la fortuna de contar con ellos en su equipo: Juan Luis fue director de la Revista entre 1997 y 2001 y Juan Mario llegó a la revista en 2014 como Consejero Editorial, tras perder las elecciones al Senado.“Ambos eran muy jóvenes cuando murieron: Juan Luis tenía 44 años y Juan Mario 48, les quedaban décadas para seguir aportando su conocimiento y experiencia al país”, recuerda con nostalgia Juan José Echavarría.
Para Armando Montenegro, “la gran semejanza fue su interés por la vida pública y el servicio al país”.Ambos mostraron una atracción especial por el periodismo y la comunicación, “buscaron salirse de los grupos cerrados y llegar a otros escenarios y audiencias más amplias”, agrega Montenegro. Además, alcanzaron reconocimiento internacional en distintos escenarios, dice Echavarría.
Nunca se sabrá hasta dónde hubieran llegado. Si Juan Luis hubiera sido Gobernador de Antioquia y Senador de la República o de nuevo Ministro, o si Juan Mario estaría al mando del departamento del Tolima o repitiendo curul en el Senado o como Ministro. Sin duda, habrían sido excelentes ministros de Hacienda. Seguramente no habría que extrañarse si en su momento alguno de los dos, o ambos, hubieran aspirado a algo más, como recorrer uno de los caminos más estrechos en la política: llegar a la Presidencia de la República.
Peleas en el Banco
Juan Mario Laserna se caracterizó por su talante polémico en asuntos económicos. Desde su llegada a la Junta del Banco de la República, en marzo de 2005, planteó temas duros. De hecho, en sus primeras declaraciones advirtió sobre la evidente enfermedad holandesa que estaba afectando al país, pues el proceso de revaluación que afectaba a la industria y el agro colombianos llevaba ya varios años.
Sin embargo, una de las peleas que dio y ganó fue la de divulgar los contenidos de las discusiones de la Junta Directiva. Desde la creación del nuevo Banco de la República, en la Constitución de 1991 y hasta esa fecha, el Emisor solo informaba a la sociedad sus decisiones como aumentos o reducciones en las tasas de interés; pero la opinión pública no se enteraba formalmente del contenido de las discusiones.
Juan Mario, apoyado por Carlos Gustavo Cano y Juan José Echavarría, dio la pelea para que la información de estos debates fuera publicada. En mayo de 2007, el debate se dio al interior de la Junta, que aprobó su propuesta y desde junio siguiente la entidad divulga juiciosamente sus minutas.Una anécdota sobre el paso de Laserna por la Junta del Banco muestra su faceta de hombre comprometido con la estabilidad del país: a finales de 2008, el Emisor estaba en la parte final de su proceso de aumento de tasas de interés; se trató del primer episodio en que la política monetaria jugó un verdadero rol contracíclico y que dejaba al Banco con todo el arsenal para enfrentar momentos más críticos.
Laserna había pensado dejar su cargo en la Junta para lanzarse a la política; sin embargo, el gerente del Emisor, José Darío Uribe, le pidió que se quedara para mantener la mayoría a favor del alza de intereses, estrategia que no contaba con el apoyo del Gobierno. Laserna decidió quedarse y, gracias a esa decisión, la primera gran política monetaria contracíclica funcionó como un reloj.
Los paraísos fiscales
Dentro de las preocupaciones de Juan Mario Laserna, una de las más importantes fue la relacionada con las estructuras societarias y financieras que operan en paraísos fiscales y se convierten en instrumentos para lavar dinero y evadir impuestos. Además, como escribió en un editorial en abril de este año, “es importante no satanizar las cuentas en el exterior, ya que son necesarias para el desarrollo del país. Sin embargo, es vital que cumplan con los requisitos que la ley les impone. Otra cosa son los evasores del fisco, los que reciben coimas o los lavadores de activos”.
Laserna, en el Congreso, descubrió que había una norma de hace varios años que le permitía a la Dian hacer una lista de paraísos fiscales, pero que esta entidad no la había reglamentado. El decreto tenía que pasar por Cancillería, pero el proceso se complicaba por el manejo de las relaciones con otros países. Cuando se presentó la reforma tributaria en 2012, Laserna exigió una modificación que eliminaba a la Cancillería del proceso. Eso abrió la puerta al primer documento sobre paraísos fiscales que se pasó a Presidencia directamente desde la Dian, que se discutió con los países y que dio lugar a la primera reglamentación.
Como se recuerda en el artículo Los papeles de Panamá de abril de este año, escrito por Juan Mario, en 2013, el Gobierno expidió el decreto que identificaba a 44 países o lugares como paraísos fiscales y excluía transitoriamente a 7, entre ellos Panamá, con los cuales Colombia venía negociando tratados de intercambio de información tributaria, con el compromiso de actualizar esa lista un año después. Pero el plazo se cumplió y las negociaciones no avanzaron. Entonces, el Gobierno decidió incluir de nuevo a Panamá como paraíso fiscal, pero llegaron las protestas no solo del vecino país sino también de empresarios nacionales. Ante eso el Gobierno sacó a Panamá de la lista, tras la firma de un memorando de entendimiento, para iniciar la negociación de un tratado de doble tributación y de intercambio de información. Se calcula que por fuera del país hay capitales de colombianos que superan los US$100.000 millones y que la evasión podría superar, de lejos, los $20 billones anuales.
El sueño en Defensa y seguridad
En 1990 no era claro cuánto le costaba al país un soldado profesional, cuántos helicópteros eran necesarios para garantizar la seguridad ni cuántos pertrechos se requerían para ganar la lucha contra la insurgencia.
Con la llegada de la ‘tecnocracia’ durante el gobierno de Gaviria, se le encomendó a Juan Mario –en septiembre de 1990– la tarea de estudiar el tema del gasto militar. Trabajaba como analista del Consejo Superior de Política Fiscal (Confis), y su pasión por los temas militares lo llevaron a leer clásicos como De la Guerra, de Carl Von Clausewitz, recuerda Armando Montenegro, uno de sus primeros jefes.
Durante tres años se enfocó en este tema y produjo los estudios económicos que le permitieron al país conocer al detalle la estructura del gasto para hacerlo más eficiente. Promovió entonces la creación de la Unidad de Justicia y Seguridad en DNP –ahora Dirección–, para apoyar temas de presupuestos y generar un diálogo directo y fluido con el Ministerio de Defensa. “La gran obsesión de Juan Mario era pensar el tema de defensa nacional y policía de una manera más estratégica, e integrar este proceso al crecimiento del país”, recuerda Bernardo Ortiz.
También fue el encargado de elaborar el primer Plan Quinquenal de la Fuerza Pública 1992-1997, que mejoró la asignación de recursos para defensa y seguridad, y elevó los estándares de profesionalización y modernización. Durante esta época logró estrechar lazos de amistad con militares, como los generales Jorge Enrique Mora Rangel, Fernando Tapias y Henry Medina. El general Medina, con quien tuvo una estrecha amistad, recuerda que hace unos meses Juan Mario entró a formar parte del proyecto Paz Querida, del que hacen parte 42 personalidades de la vida nacional. Esta es una iniciativa desde la sociedad civil, que busca promover cambios culturales y crear una nueva ética social en torno a la paz.A comienzos de julio pasado, Juan Mario se reunió con el cuerpo de generales y almirantes y ofreció su concurso para asesorar a este grupo en el análisis y comprensión de los documentos firmados en el marco de los diálogos de paz. “Lamentablemente, esto no se pudo concretar”, dice con pesar el general Medina.