| Foto: Karen Salamanca

EDITORIAL

El impacto social por la pandemia

La economía se contraerá este año entre 7% y 9%, más de cuatro millones de personas, en especial jóvenes y mujeres, perderán su empleo y unas 4.000 empresas podrían caer en la insolvencia. El fenómeno tendrá un impacto social dramático.

17 de septiembre de 2020

La economía se contraerá este año entre 7% y 9%, más de cuatro millones de personas, en especial jóvenes y mujeres, perderán su empleo y unas 4.000 empresas podrían caer en la insolvencia. El fenómeno tendrá un impacto social dramático con un Gobierno afectado por serias limitaciones fiscales.

El Departamento Administratrivo Nacional de Estadística (Dane) publicó el estudio titulado Pulso Social, para analizar los efectos de la pandemia en el tejido social. Como mencionó Juan Daniel Oviedo, director de la entidad, incluso podría ser más fuerte en materia de hambre y de pérdida de ingresos para las familias. De acuerdo con el estudio, en el mes de julio 25% de los hogares en Colombia solo hizo dos comidas al día y 10% apenas una.

Y la confianza está aporreada: tres cuartas partes de la población consideran que julio fue peor o mucho peor que el de hace un año. 32% considera que será mucho más difícil en un año y para casi la mitad en ese momento la situación será igual a la de ahora.

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Toda esta compleja situación tiene un nuevo ingrediente: reapareció la tensión social que aplazó la pandemia. A finales del año pasado, el país vivió jornadas de protesta y marchas para reivindicar mejores condiciones en materia de acceso a la educación, empleo digno y protección a la vejez. Pero además incluían temas sensibles como la seguridad de los líderes sociales, el futuro del proceso de paz y hasta la venta de activos estatales, todo ello enmarcado por la desconfianza en las instituciones y una profunda polarización. Ahora, con el rechazo por los policías que mataron al ciudadano Javier Ordóñez, se volvieron a exacerbar las protestas, acompañadas, como algunas del pasado, por actos de violencia y vandalismo que causaron una decena de muertes.

La situación no es fácil y la incertidumbre crece cada vez más. Por una parte, está la pobreza multidimensional, que analiza las condiciones mínimas básicas en salud, educación, trabajo digno, atención a la primera infancia y espacio físico. Este índice se situó en 17,5% el año pasado, cuando en 2018 llegó a 19,1%. Venía en una tendencia decreciente, pero la pandemia generará retrocesos en particular en los frentes educativo y laboral.

Por otra parte, aumentará la pobreza monetaria, que afecta a quienes en un hogar en forma individual estén por debajo de $250.000 al mes. En 2018, 27% de la gente estaba en situación de pobreza monetaria. Ahora, con la pandemia, este indicador crecería entre 5 y 9 puntos porcentuales. Es decir, podría llegar a 36% en 2020.

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La clase media ha estado muy concentrada en el límite inferior de ingresos. Y ante la caída en la economía puede pasar a convertirse en clase vulnerable. Las ayudas del Gobierno, aunque bienvenidas, parecen insuficientes y la amenaza de que crezca la desigualdad está latente.

Sin duda, es necesario reactivar prontamente la economía, pero las expectativas no ayudan. Según el Pulso Social, apenas 9% de la población quiere comprar vivienda en los dos próximos años. Y solo 7% de los hogares cree que podrá salir de vacaciones en el corto plazo. Mientras tanto, 83% de las familias siente desmejoradas sus posibilidades de comprar alimentos, ropa y calzado, artículos de primera necesidad.

¿Cómo reactivar entonces la economía, cuando la demanda tiene sus expectativas tan limitadas? Es necesario empezar a construir un consenso para que vuelva a tomar impulso. Solo así se generarán los empleos y los impuestos requeridos para atender las causas sociales. Es urgente hacer las reformas necesarias y salir de este bache. Si no queremos caer en una crisis más compleja, tendremos que alcanzar esta agenda en medio de la polarización y ad portas de las elecciones presidenciales. Menudo reto como país.

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