EDUCACIÓN
La revolución educativa que se está dando en los colegios jesuitas
Los colegios de los Jesuitas están dando un revolcón a su metodología para educar. Colombia es pionera de esta nueva tendencia. Esta es la apuesta.
Tal vez una de las preguntas que más inquieta a gobiernos, expertos y padres de familia se refiere a la clase de educación que van a requerir los jóvenes en el futuro inmediato.
Los desafíos tecnológicos y el desarrollo en las habilidades necesarias para resolver los problemas que esta transformación está imponiendo han puesto con los pelos de punta a muchos: ¿qué debo aprender y en qué tareas voy a aplicar estas habilidades y conocimientos en el futuro?, son dudas que cualquier ser humano se está planteando.
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La Compañía de Jesús, una de las más tradicionales congregaciones eclesiásticas del catolicismo, está tratando de reponder a estas preguntas, pero de una forma radical. Así queda en claro en los procesos de transformación curricular que le están imprimiendo a sus colegios. Un ejemplo de ello es lo que está ocurriendo con el tradicional San Bartolomé de la Merced, ubicado en Bogotá. Allí ya no se habla de materias como por ejemplo Matemáticas, Español o Sociales. Tampoco los salones están dispuestos para que el tablero y el profesor sean el eje gravitacional del proceso de pedagógico.
Ahora se habla de aprendizaje basado en proyectos y de ámbitos de enseñanza como letras, cuerpo y virtudes. “Llevamos bastante tiempo pensando en cómo llevar al aula una estructura que diera sentido al conocimiento para pasar de solo memorizar y ejecutar, a construir”, comentó Claudia Sierra, vicerrectora y directora académica de esta institución.
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Ahora el aprendizaje está basando en proyectos específicos. Por ejemplo, un día para obtener unos objetivos en el ámbito de ‘Virtudes’, uno de los profesores realizó un juego de roles en el que los alumnos tenían que resolver una situación crítica: se suponía que un virus había escapado de uno de los tubos de ensayo de un laboratorio y el profesor se había desmayado durante los hechos. El juego consistía en resolver todos los acertijos para encontrar el antídoto y para ello era necesario visitar la tabla periódica, acceder a un computador con una clave que solo se podría deducir a partir de la lógica y al final el desafío consistía en salvarle la vida a la mayor cantidad de personas posibles.
“El trabajo se desarrolló y las conclusiones fueron sorprendentes: por ejemplo, cuando se hizo partícipes a los padres de la actividad, ellos decidieron en su mayoría tomar primero el antídoto antes de dárselo a cualquier otra persona. Cuando los alumnos desarrollaron la actividad, lograron resolver los problemas y al primero que le dieron el antídoto fue al profesor”, señaló Sierra.
De esta manera, a través de la resolución directa de problemas es que se da el aprendizaje.
Adiós a las materias
Esta clase de metodología plantea muchos desafíos, explicó la vicerrectora del San Bartolomé. Por ejemplo, ya no eran viables los currículum segmentados por asignaturas. En consecuencia, las Matemáticas y las Ciencias Naturales debían estar al servicio del desarrollo de las habilidades necesarias.
Otro desafío, que los propios padres ponían sobre la mesa, era cómo se iba a articular esto con las pruebas de estado, porque podría presentarse un desajuste. Sierra explicó que el diseño del currículum incluyó respuestas a ese desafío y que el colegio no tiene ninguna duda de que bajo este nuevo esquema los estudiantes no solo van a mantener sus calificaciones en esas pruebas sino que las van a mejorar año tras año.
Reforma al horario
Ahora, cuando el alumno llega al colegio ya no tiene en su horario clases de Cálculo o Física, sino de los grandes ámbitos de formación. En ‘Letras’, la clase puede ser de indagar, razonar o comunicar, por ejemplo. Al inicio de la jornada todos los alumnos tienen una primera actividad en el día que es la “Toma de contacto”, donde se realiza un diálogo entre todos los alumnos con sus coordinadores sobre cómo van las cosas en el colegio y en su casa. Ahora el horario corresponde a cuatro horas de clase al día de 90 minutos. Por ejemplo, en la clase de “Indagar”, que corresponde al ámbito de “Letras”, se va al espacio de clase que tiene cuatro mesas de proyectos, hay una unidad didáctica en dos lenguas y se definen acciones a desarrollar en cada mesa de proyecto. El alumno tiene que rotar en esos espacios para ir desarrollando sus capacidades y aprendizajes.
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Por ahora, el nuevo plan se está aplicando para los primeros grados de la educación primaria –de primero a tercero– pero se espera que en los próximos años queden completamente todos los grados.
Este mismo proyecto se está desarrollando en los 9 colegios de los Jesuitas en Colombia y en los 91 de Latinoamérica. La idea es que, a partir de las particularidades del contexto de cada institución, se establezcan procesos de innovación en la educación. El norte es uno solo: comunidades sólidas de aprendizaje, con el estudiante en el centro pensando en que desarrolle su capacidad de resolver problemas, crear conocimiento y sacar proyectos adelante.
Otro de los desafíos fue promover la formación docente, porque es muy difícil implementar cambios en la mentalidad de los estudiantes, si los profesores no se suman al proceso.
“El primer impacto de esta transformación en el diseño curricular somos nostros, los profesores”, explicó Sierra.
Adicionalmente, la infraestructura tuvo que cambiar, porque los espacios tradicionales no servían, empezando por la disposición de los pupitres.
“Ahora los salones están más llenos de colores, hay espacios de laboratorio con microscopios de alta calidad que ayudan en la meta de que el conocimiento se vaya construyendo, no simplemente transmitiendo”, comentó.
Destacó que las diferencias, aunque son difíciles de explicar, quedan en evidencia. Mientras que antes los salones en las horas de clase estaban completamente en silencio, ahora, con la nueva dinámica en la que todos participan, hay mucho más “sonido de aprendizaje”, que proviene de que los alumnos preguntan y discuten para llegar a conclusiones.
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La tecnología juega un rol central, pero para Sierra “se trata de un recurso más; de una herramienta para resolver problemas. Allí caben tanto un computador moderno como un palito con el que logro un objetivo específico”.
La transformación educativa es imperativa. Los jóvenes tienen que estar cada día más capacitados para resolver problemas y para adaptarse a los vertiginosos cambios que se están dando en el mundo. Este proyecto del San Bartolomé y los demás colegios de los Jesuitas parece ir en la dirección adecuada. Será necesario analizar los resultados para sacar conclusiones más definitivas. Esta materia la tenemos que pasar con muy alta nota.