TRANSPORTE

La buena hora de las patinetas eléctricas

La rápida adopción de vehículos livianos para distancias cortas ha aumentado el interés de los inversionistas en la micromovilidad.

12 de abril de 2019
Las patinetas eléctricas compartidas han ido esparciéndose rápidamente por las grandes ciudades. | Foto: iStock

El año pasado no tiene precedentes en lo que respecta a la creación de empresas unicornios –aquellas que superan la valoración de los US$1.000 millones–. El mundo vio nacer dos de ellas en el negocio de alquilar patinetas.

Se trata de Lime, de San Mateo y Bird, de Santa Mónica; ambas del estado de California (Estados Unidos).

A la nueva visión del transporte, denominada movilidad como servicio, se han sumado con fuerza las scooters y las bicicletas eléctricas, vehículos que juntos representan el concepto de micromovilidad.

Foto: La novedad con las bicicletas es que son eléctricas y compartidas.

Las rimbombantes inyecciones de capital que han recibido las startups que viven de este modo de transporte han sido calificadas como “exageradas” para algunos analistas. De repente, pasaron a valer miles de millones de dólares.

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Los inversionistas se han visto atraídos por la rápida adopción de los consumidores a este tipo de vehículos livianos que proporcionan soluciones de movilidad para distancias cortas.

Se estima que, para 2030, tan solo el mercado de las patinetas eléctricas compartidas será de US$41.900 millones, según Grand View Research.

Incluso los fabricantes de automóviles están tomando nota de la tendencia. En noviembre del año pasado Ford adquirió, en una transacción de US$100 millones, la plataforma de patinetas compartidas Spin.

Plataformas como Uber, dueña de Jump, y Cabify, dueña de Movo, no se quedan por fuera de la sensación del momento.

De las que operan en Colombia, Lime, que arrancó con operaciones en Cali, ha recibido un fondeo total de US$765 millones. Esta firma ha desplegado sus bicicletas y patinetas en más de 100 ciudades de Estados Unidos y otras 27 del mundo.

La más ponderosa a nivel local es la mexicana Grin, que dice tener en el país más de 100.000 usuarios activos y haber completado 300.000 viajes en sus primeros 150 días de operación. Con el total de sus rondas de inversión ha levantado US$72,7 millones.

La micromovilidad reemplaza el uso del carro, en concepto de María Agustina Calatayud, especialista de la división de Transporte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), lo que ayuda a reducir la congestión urbana y las emisiones de gases de efecto invernadero que preocupan tanto a las ciudades. “Todo esto contribuye a crear una cultura de movilidad más sostenible”, dijo a Dinero.

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Calatayud señala que las patinetas y bicicletas eléctricas compartidas se han vuelto una opción para llegar más rápido a las paradas de buses o del metro, lo que facilita la última milla y la considera un buen complemento al transporte público.

En los lugares donde hay zonas de restricción vehicular, permiten a las personas moverse más fácilmente, sobre todo en zonas céntricas donde hay mucho movimiento de personas.

“Estos modelos no podrían existir sin la alta penetración de los teléfonos inteligentes y la telefonía móvil. Son apetecidos por los fondos de inversión porque son inversiones pequeñas que pueden ser exitosas. No son extrañas las predicciones que dicen que a 2025 las bicicletas eléctricas serán el modo de transporte más vendido en el mundo. Así que esperamos que siga viendo ese crecimiento exponencial”, apunta la especialista del BID.

De acuerdo con Néstor Mendiola, director de Migo, una empresa que no alquila pero vende este tipo de vehículos, estos atacan el aumento creciente de la congestión vehicular y del deterioro de la calidad del aire.

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Desde su perspectiva, el fenómeno obedece a las políticas de los países contra la contaminación ambiental y la promoción del uso de energías alternativas, lo que se alineó con el cierre y peatonalización de grandes urbes europeas, que absorbieron rápidamente la tendencia.

Para Juan Roberto Paredes, especialista de la división de energía del BID, las baterías de estos vehículos normalmente se pueden cargar en una casa y se espera que no tengan impacto sobre la red. “Hay una tendencia a electrificar la economía, lo cual es bueno para el medio ambiente y va a continuar porque los costos de las baterías han disminuido”, cuenta.

Con cuidado

Con la rápida evolución del negocio han ido surgiendo desafíos para las ciudades. Uno de ellos es el control de la velocidad para garantizar la seguridad de los peatones. Igualmente, debería definirse por dónde deben circular. De acuerdo con Calatayud, la buena práctica es que lo hagan por los carriles de las bicicletas.

Otro de los puntos es definir dónde se parquean. Grin, en Bogotá, tras el decomiso de varias de sus patinetas, hizo alianzas con establecimientos que fungen como zonas de parqueo.

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A la medida que más ciudadanos prefieran esta como su opción de movilidad, las autoridades no deberían tardar en acomodar la infraestructura vial y construir nuevas ciclorrutas.

En el sector público podrían obtener los datos de las plataformas para planificar las acciones con ese volumen de información.

Unas nuevas opciones de transporte que enamoran a usuarios e inversionistas.