ARTE

Así es como el arte se está volviendo un gran negocio en Colombia

El dinero de poderosos inversionistas está pasando de los bolsillos y cuentas bancarias a las paredes de residencias, casas de subasta, bancos y hasta a la calle. Así va el negocio del arte en Colombia.

18 de mayo de 2019

El negocio del arte en Colombia pinta cada día mejor. Desde las bóvedas y exhibiciones del Banco de la República, pasando por bancos e instituciones financieras, galerías que se vuelven multilatinas y artistas como Fernando Botero que son marcas multinacionales, el arte colombiano pasa por uno de sus mejores momentos.

Este crecimiento del mercado local va de la mano con el volumen de transacciones en el resto del mundo, que ha registrado cifras récord desde la posguerra. En 2018 se vendieron 538.000 obras, cifra máxima desde 1945. En solo subastas de arte las ventas alcanzaron el año pasado US$15.480 millones.

También ayudó mucho el posicionamiento de índices de arte similares a S&P, como el caso de Artprice Global y Artprice100. Este último opera en forma similar a un Nasdaq 100, solo que con los 100 artistas más cotizados y menos ‘volátiles’ en subastas y ventas. Nuestro artista estrella, Fernando Botero, aparece por estos días en el puesto 78 de este índice. Solo para tener idea del éxito de este indicador, Artprice 100 presenta un progreso de 380% desde el año 2000; es decir, un rendimiento anual medio cercano a 9%.

Así mismo, el mercado chino de compra y venta de arte es uno de los grandes dinamizadores, y ahora ocupa el segundo lugar después de Estados Unidos.

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¿Y en Colombia?

Algunos conocedores del arte ven al maestro Fernando Botero como una auténtica multinacional, pues tiene oficina en varias de las grandes ciudades del mundo.

Muchas cosas buenas están sucediendo. Las galerías ofrecen el primer punto de contacto de los artistas con el mercado y una de las más importantes del país es La Cometa. Esteban Jaramillo, su fundador, califica la última década como de ‘verdadero esplendor’ para este negocio. “Tenemos presencia en 6 países; la semana pasada abrimos una galería en Madrid, España; el próximo 14 de mayo abrimos una sede en Medellín y en 2020 abriremos una sala en Ciudad de México, cuenta este empresario, que también participa en algunas de las ferias más importantes del mundo.

Decidió expandirse internacionalmente, teniendo en cuenta que el mercado de galerías está excesivamente concentrado en Bogotá, donde operan unas 60. Buena parte de ellas ubicadas en el barrio San Felipe, nuevo epicentro del arte en Bogotá y Colombia.

Pero, ¿cómo funciona en la práctica esa compra y venta de obras y por qué dicen por estos días que es un buen negocio?

Los conocedores del arte explican en primer lugar que este negocio no funciona como una ciencia exacta, aunque Artprice utilice inteligencia artificial y big data para evaluar las obras y saber quién puede tener éxito en el futuro. Aparte de esa ‘anomalía‘, el campo tiene mucho de olfato e instinto, pero también conocimiento de las tendencias y artistas emergentes. “Hay una conexión especial que no identifico bien, a esto se une el conocimiento, la experiencia y la confianza”, cuenta Jaramillo.

La galería ha evolucionado tanto en este segmento del negocio que ofrece desde hace un tiempo facilidades a los coleccionistas. Algunos de ellos llenaron las paredes de sus casas mediante los créditos que les otorgó la firma. Si una persona compra una obra y en unos años quiere venderla, en 95% de los casos La Cometa paga un mayor valor gracias a que el artista se ha valorizado. También puede pasar que uno de ellos caiga en desgracia, por eso hay que apostar a varios nombres y diversificar el portafolio.

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Al seguir estos consejos de expertos puede haber resultados positivos. Según Julia Villamil, dealer o intermediaria en Colombia, un cuadro puede dejar una rentabilidad de 7% u 8% anual, muy por encima de la inflación de los últimos años. “Siempre y cuando escoja bien al artista e invierta a largo plazo”, cuenta. Es algo similar a una acción bursátil con la diferencia que el cliente puede exhibir y disfrutar la obra en su hogar. Alguien dirá que no son comparables, teniendo en cuenta que los títulos valen menos frente a lo que puede costar un cuadro. Nada más lejos de la realidad.

Esteban Jaramillo, Fundador galería La Cometa

Dinero asistió a una subasta de arte en Bogotá, al mejor estilo de Christie’s y Sotheby’s, las mayores casas de subastas del mundo.

Se trata de Bogotá Auctions, dirigida por Charlotte Pieri, una ciudadana francesa especializada en derecho del arte que por cosas del corazón llegó a Colombia hace unos años. En las 2 horas que duró la subasta el 28 de marzo, negociaron 52 piezas entre cuadros, esculturas y fotos, ante un nutrido y ansioso público de 150 personas. Hubo obras de Negret, Ramírez Villamizar, Luis Caballero y Antonio Caro, entre otros. Aunque ofrecieron piezas por debajo del millón de pesos, llamó la atención que tres lotes (obras) tuvieron especial concurrencia: una escultura de Carlos Cruz-Diez, estimada en $7 millones, fue subastada en $22 millones; la famosa litografía ‘Colombia Coca-Cola’, de Antonio Caro (ver foto), estimada en $6 millones, fue vendida por $22 millones; y un dibujo de Alejandro Obregón, cotizado inicialmente en $2,5 millones, terminó en $14 millones. Cabe mencionar que un cuadro de Santiago Cárdenas, vendido en $55 millones, se llevó el récord de la noche.

Los asistentes se mostraron animados con la experiencia en la mejor subasta en la corta historia de Bogotá Auctions, la primera casa de esa actividad en el país (2014).

“En apenas dos horas, más de 70% de las 52 obras ofrecidas consiguieron compradores, por un valor total de $420 millones. En términos de volumen de venta, se trata de la subasta de arte más exitosa desde la creación de esta casa de subasta”, dijo Charlotte Pieri. Este año la empresa, que recibe el 20% del valor final de venta, planea llevar a cabo otras 10 subastas.

Días antes de esta oferta con martillo, la revista dialogó con el maestro Antonio Caro, quien dijo que el mercado local no es lo suficientemente grande para que un artista se mantenga, aunque reconoció que ha crecido en los últimos años. El artista aprovechó la oportunidad para cargar contra algunos colegas a los que solo les interesa el lucro y el éxito prematuro. No en vano la crítica es una de las características más importantes que tiene el arte.

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También está claro que muchas personas con capital pero sin mucho conocimiento de este negocio empiezan a interesarse. Pueden ser las nuevas generaciones que heredan colecciones, empresas de abogados o arquitectos o simplemente personas que buscan oportunidades.

Todo ese interés dio origen a un diplomado que estrenará la Universidad Jorge Tadeo Lozano en el segundo semestre, destinado a personas que quieran aprender a comprar arte. Un paso en la dirección correcta para seguir desarrollando la actividad en el país.

Antonio Caro es un artista conceptual reconocido por sus críticas al consumismo.

El consumo de arte

Los coleccionistas se mueven en medio de este efervescente mercado de compra y venta de obras. En ese otro microcosmos están los apasionados por el arte que poco a poco van armando un conjunto de obra con coherencia en estilos y tendencias. Y los grandes apostadores con millones de dólares en el bolsillo, abiertos siempre a una buena oferta.

Por el lado de los coleccionistas apasionados por el arte hay que mencionar a José Darío Gutiérrez, uno de los mayores coleccionistas del país, junto con el expresidente César Gaviria Trujillo.

Gutiérrez es casi un académico en la medida que ha liderado varias investigaciones sobre el arte local y sobre la importancia de las obras en una sociedad. Aunque no habla mucho del arte como negocio, sí cree en la necesidad de seguir desarrollando la actividad con ferias y exposiciones abiertas, sobre todo de los coleccionistas institucionales.

También dinamiza esta actividad en Colombia la colección del Banco de la República, que ya completa 6.000 piezas y se ha vuelto un referente internacional con museos como el Botero y el del Oro. Esta colección arrancó en 1957 con 3 obras, una de ellas del propio Botero. “Acá en Colombia se dice que nadie lee y nadie va a museos y eso no es cierto; el año pasado vinieron a nuestras salas de Bogotá 1,7 millones de personas, unas 100.000 más frente a lo registrado en 2017”, explicó Laura Zarta, curadora en jefe del Banco de la República.

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Sin embargo, en el contexto nacional seguimos lejos en demanda de cultura y arte frente a otros países cuyo dinamismo es muy superior en este tipo de actividades.Según la encuesta de consumo cultural del Dane, 55% de las personas consultadas no les gusta o no tienen interés en ir a galerías de arte o salas de exposiciones. En el caso de los museos, el desinterés es de 42%. “El sistema de educación colombiano considera el arte como un recreo o una terapia, la tienen como ‘costura’, cuando debería ser tan importante como las matemáticas”, dijo Antonio Caro a Dinero.

Eso en cuanto a exhibiciones, pero detrás de la industria hay un número creciente de compradores, algunos con apuestas muy grandes. Uno de ellos (que se hizo rico con el negocio de comidas rápidas) no hace muchos años compró una obra de George Condo en US$950.000 y 4 años más tarde un inversionista de Estados Unidos le ofreció US$5 millones. No lo vendió, pues espera al menos unos US$7 millones.

También es un negocio muy asociado al costo de oportunidad. Julia Villamil cuenta que en una reciente feria de arte de Miami se encontró con un cuadro del maestro Fernando Botero de gran formato (1,80 metros por 1,60) con un valor de US$1,2 millones, muy por debajo de su verdadero valor de mercado. “Llamé a un amigo y lo compró, al poco tiempo ya tenía oferta con un precio muy superior”, cuenta la dealer, que antes trabajaba en el sector de infraestructura.

Villamil cree que el mercado colombiano de arte tiene un potencial muy grande, en la medida en que los precios de las obras de los artistas más cotizados sigan por debajo del contexto internacional.

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Color y luz para todos

Pero no todo es Fernando Botero o Doris Salcedo, nuestros dos grandes referentes en el contexto internacional. Lejos de las grandes colecciones de Sura, Bancolombia o el Grupo Bolívar, hay una creciente actividad que se sale de las lujosas exhibiciones. Por ejemplo, en el barrio San Felipe en Bogotá tienen asiento decenas de galerías que germinan a la par de una renovada ola de artistas que no pasan de 40 años de edad.

El tema en ese naciente clúster pinta bien. Tanto que María Paz Gaviria, la directora de ArtBo, anunció que llevará su formato ArtBo Fin de Semana a ese barrio, entre el 17 y 19 de mayo próximo.

El centro de Bogotá sigue siendo un gran referente cultural en Colombia y el exterior. En esta ciudad tienen sede los museos del Banco de la República, la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, el Museo Santa Clara y el Claustro de San Agustín. Unas cuadras más al norte está el barrio La Macarena, con galerías históricas como la Garcés Velázquez y la pionera en el arte contemporáneo Valenzuela & Klenner, el Museo de Arte Moderno, NC Arte (el mayor espacio independiente enfocado en educación) y la emergente Espacio El Dorado.

También está la Escuela Flora, que reúne a unos 20 jóvenes artistas donde todo funciona como una especie de We Work del arte. Por ese mismo lado está la Feria del Millón, donde las obras cuestan hasta un poco más de $1 millón y tienen vitrina los artistas ‘emergentes’. Sin embargo, la galería más grande y poderosa no está en las bóvedas de casas de estratos altos o grandes corporaciones, sino en el calle. Bogotá se está convirtiendo en un referente del denominado ‘arte callejero’ o street art. Hay para todos los gustos, desde tour del graffiti para colombianos y extranjeros hasta muralistas que empiezan a hacer carrera.

El joven Ceroker ha plantado su negocio y arte gracias a las redes sociales. Mientras pintaba un mural al lado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, le dijo a Dinero: “Estaba estudiando diseño gráfico pero me di cuenta que había otras dinámicas urbanas como el muralismo, ahora vivo de esto”, comenta este joven artista de 30 años que se inició pintando grafitis en las calles de Bogotá.

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Ceroker Exponente del street art.

Ahora hace murales para Nike, Sprite y el Estéreo Pícnic, entre otras firmas. Por cada mural puede cobrar entre $5 millones y $6 millones y ha hecho obras en Ecuador, Perú, Argentina, República Dominicana y México. Queda claro que desde el arte rupestre los humanos tenemos una relación estrecha con el arte, solo han cambiado las paredes y el apetito por el dinero.

La clave es la internacionalización

El arte colombiano ha logrado penetrar mercados internacionales que parecían inaccesibles, como los de Asia, Europa y Estados Unidos. Galerías de Houston, París, Hong Kong y Nueva York están cada vez más familiarizadas con nombres de artistas colombianos. “Colombia lo está haciendo bien y los resultados se han visto en los últimos 7 años, la feria Arco de Madrid le dedicó todo un espacio al país”, comenta desde Estados Unidos Diego Costa, director ejecutivo de la Feria Pinta de Miami. En esa misma onda de internacionalización ha sido clave el trabajo en los últimos 15 años de la Feria ArtBo de Bogotá. Este evento se ha convertido en la vitrina por excelencia del arte colombiano. “Tenemos cada año unas 70 galerías y la participación de 20 países y 30 ciudades”, dijo María Paz Gaviria, directora de ArtBo. Los gastos e inversiones vinculadas a este evento se acercan a los $105.000 millones. Gaviria afirma que en los últimos 7 años aumentó en 30% la apertura de galerías.

Grandes colecciones

Aparte de la colección del Banco de la República, se destaca la de Sura, que, según su página web, tiene 900 obras. “Suramericana cuenta con una colección de arte integrada por más de 550 obras colombianas y más de 350 mexicanas, entre las que se cuentan esculturas y pinturas de grandes nombres en el arte de América Latina”. Así mismo, Bancolombia reservó en la remodelación de la sede de Bogotá (San Martín) un espacio para su colección de arte, donde exhiben más de 150 obras de varias épocas; 90% corresponde a obras de artistas colombianos reconocidos, adquiridas gradualmente durante la historia del banco desde 1875. El Grupo Bolívar y bancos del Grupo Aval también mantienen colecciones muy importantes. Con el propósito de recopilar esas obras en los bancos comerciales de Colombia, la Asobancaria contrató al curador Nelson Osorio para que elabore la edición especial impresa de Arca de Tesoros, que saldrá a circular en los próximos meses con motivo del Bicentenario de Colombia.