AGRICULTURA

Así funciona el negocio del glifosato en Colombia

El glifosato es un polémico herbicida utilizado en la agricultura nacional, ¿quiénes lo venden y lo consumen? y ¿por qué se comercializa tanto?

25 de junio de 2019
Los precios de los herbicidas son vigilados desde 2006, por el Ministerio de Agricultura | Foto: Afp

Desde finales de la década de los 70, cuando se iniciaron las aspersiones aéreas con glifosato contra los cultivos de marihuana en la Sierra Nevada de Santa Marta, este herbicida ha estado en el ojo del huracán, pese a su amplio uso en la agricultura legal.

Pocos años después de haber sido descubierto el principio activo del glifosato en 1970 por un químico de Monsanto, el producto empezó a comercializarse. De hecho, es uno de los herbicidas de mayor venta desde 1980, en especial porque debido a su potencia al exterminar las plantas que se fumigan con él, su mismo fabricante (Monsanto) desarrolló semillas de maíz y de soya que resisten el pesticida, de manera que cuando fumigan dichas plantas solo muere la hierba y el cultivo se mantiene intacto.

Monsanto vendió el glifosato bajo la marca Roundup y hasta 2000 tuvo exclusividad, pues en ese año venció la patente, momento a partir del cual varias empresas empezaron a producirlo. Hoy los chinos son los mayores productores mundiales de glifosato y sus precursores y representan alrededor de 30% de las exportaciones mundiales. Los principales jugadores de este mercado son, entre otros, Anhui Huaxing Chemical Industry Company, BASF, Bayer (hoy dueño de Monsanto), Dow AgroSciences, DuPont y Syngenta, entre otros.

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Firmas internacionales de análisis de mercados estiman que el negocio global de glifosato es de unos US$7.630 millones y que en cuatro años llegará a US$9.910 millones.

En el país hay 118 formulaciones o presentaciones de glifosato aprobadas por las autoridades, pues se preparan para las malezas que atacan diferentes tipos de cultivos. Las moléculas o ingredientes activos para su producción se importan casi en 90% y hay poca síntesis de estas sustancias porque requieren plantas de reacción química.

En la Cámara de Procultivos de la Andi explican que los productos finales con base en glifosato que se venden en el país son en su mayoría de fabricación nacional (casi 85% de lo que se comercializa) y son producidos por 45 empresas.

En lo que respecta a los precios de este herbicida, en el gremio explican que desde 2006 son vigilados mensualmente por el Ministerio de Agricultura y que en este tiempo han registrado una caída en términos reales (descontando inflación), al pasar de un promedio de $8.748 g/l (enero de 2006) a $11.338 g/l en agosto de 2017 (último mes publicado).

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Principales cultivos

Los cultivos de algodón, maíz, arroz y caña son los principales usuarios del glifosato en Colombia, pues el destinado a asperjar cultivos ilícitos es menos de 5% del total. Esa era la cifra que se tenía en 2013 cuando de los 10 millones de litros de glifosato que se utilizaron en el país, 450.000 fueron usados para fumigar coca.

Henry Vanegas, gerente de Fenalce, gremio de los productores de cereales, explica que en las 450.000 hectáreas de maíz del país el uso del glifosato solo se da en las tecnificadas (230.000), en las tradicionales la maleza se tumba a punta de machete y la diferencia se ve en la productividad por hectárea, aunque aclara que los herbicidas no pesan tanto en los costos de producción del maíz, lo más costoso son las semillas y los fertilizantes. Otro caso es el de arroz o algodón, cultivos a los que los atacan más plagas y requieren más herbicida.

“El glifosato no es el problema, es su aplicación y se deben seguir las instrucciones al pie de la letra para evitar intoxicaciones. Acá se vende sin fórmula y se debería vender con acompañamiento de un técnico que lleve un récord para identificar abuso del producto o contaminación”, precisa Vanegas y pone el dedo en la llaga sobre el glifosato, pues su uso, no solo en fumigación aérea –donde destruye tanto cultivos lícitos como ilícitos– sino en forma manual está en entredicho luego de que un tribunal estadounidense determinó que el glifosato fue el culpable de un cáncer a un jardinero que lo usó durante muchos años en California.

Esta noticia coincidió con el debate que se está dando en el país sobre si es adecuado retomar las aspersiones de cultivos de coca con glifosato, las cuales fueron prohibidas por la Corte Constitucional desde 2015, justamente por alertas de la Organización Mundial de la Salud sobre los posibles riesgos cancerígenos del herbicida.

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La razón para pedir el regreso del glifosato a los aviones de fumigación es el crecimiento de los cultivos de coca que al cierre de 2017 llegaron a los niveles más altos en 15 años. Mientras los sectores de defensa y Estados Unidos presionan para que se vuelva a asperjar el glifosato, ambientalistas, autoridades de salud y movimientos en pro de la agricultura orgánica piden que se deje de usar.

Jesús Madrazo, jefe de asuntos de agricultura y sostenibilidad de Bayer, precisa que el glifosato tiene un historial de 40 años de seguridad impecable. “Cientos de agencias reguladoras del mundo nos dan la confianza para tener esa opinión. Vamos a continuar con este herbicida, que seguirá siendo una herramienta importante para los agricultores. No es una solución única, pero funciona”.

Según El Tiempo, el Gobierno evalúa otros herbicidas para fumigar los cultivos ilícitos desde el aire y cumplir con el mandato de la Corte; mientras tanto, los agricultores buscan alternativas para producir más y mejor. El debate no tiene solución pronta: ¿será que hierba mala nunca muere?.

Compra enredada

Por US$66.000 millones en junio pasado la alemana Bayer compró a su competidora Monsanto y en esa transacción no solo aumentó su participación de mercado, sino que se ganó un problema pues coincidió con la sentencia de un tribunal estadounidense que obliga pagar a la empresa una indemnización por US$78,6 millones a un jardinero al que le dio cáncer tras muchos años de usar glifosato.

Aunque Bayer anunció una apelación, se sabe que hay unas 8.700 personas esperando entre bastidores para demandar por lo mismo, lo que podría significar cientos de miles de millones de dólares en responsabilidad potencial. Como consecuencia de esta situación, las acciones de Bayer han perdido 25% de su valor desde el pasado 10 de agosto.

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