INFRAESTRUCTURA
Cemex redujo sus inversiones para enfrentar la desaceleración
Cemex está en medio de un proceso de reacomodo que incluye la reducción de costos y hasta el cierre de molinos en algunas regiones.
Contrario a lo que muchos empresarios llegaron a creer, el arranque de 2018 no ha sido el mejor para la economía. Y más si se trata de sectores duramente golpeados en los últimos años como es el caso de la construcción y la venta de cemento.
En diálogo con Dinero, el presidente de Cemex Colombia S.A., Ricardo Naya Barba, da puntadas sobre lo que debe hacer el próximo gobierno para reactivar el aparato productivo. También explica cómo la compañía se ha preparado para enfrentar una mayor competencia en un escenario de menor demanda y precios bajos.
¿Qué está viendo Cemex en cuanto al tema estructural?
Por el lado de la demanda creo que el consumo de los colombianos ha sido afectado por una serie de medidas como la reforma tributaria, que disminuyó el ingreso disponible para hacer compras de consumo o remodelaciones. El efecto de la Tributaria se sigue permeando este año porque es un tema estructural.
¿La relajación de la regla fiscal es una buena noticia?
Yo creo que cualquier política fiscal que ayude a reactivar el sector es bienvenida. Pero también hay que ver la efectividad en el tiempo, eso está todavía por verse.
La construcción de VIS tiene un desempeño estable, no así con la no VIS, que tiene unas caídas muy importantes. Los dinamismos (variaciones) en algunas ciudades son estrepitosas (...) abróchense los cinturones.
Ahora que la coyuntura nos pone retos, debemos bajar costos, optimizar la base de activos; medidas duras que tenemos que tomar y que tienen un impacto en la economía.
El gobierno actual está de salida, ¿Qué espera del próximo?
Regresar a los fundamentales de la economía. Cemex en Colombia ve un mercado con un potencial impresionante. Las necesidades de infraestructura y vivienda son tales que es el tipo de mercado en donde Cemex le gusta estar. Colombia se convirtió en la tercera o cuarta operación más importante para la compañía. ¿Qué vemos en el mediano plazo? Un futuro muy promisorio. Pero somos conscientes de que hay ciclos económicos.
Mi conclusión es que 2018 es un año de transición en lo político y económico. Yo espero que 2019 sea un año más positivo.
Este es un país de grandes regiones, ¿Dónde han visto que la dinámica se mantenga o hay señales de alerta?
En Bogotá estamos muy entusiasmados con los planes de la ciudad en materia de infraestructura; lo que está en los planes suena muy ambicioso y nos encantaría acompañar esa construcción.
Hay ciudades que traen otro desempeño: Bucaramanga va mal, pues en residencial VIS o no VIS las caídas son muy profundas.
¿Y la Región Caribe?
Estamos enfrentando una situación muy complicada. En la Costa nos hemos tenido que atrincherar y reducir nuestra operación, porque estamos compitiendo con una situación que no está en igualdad de condiciones. Está entrando cada vez más material de importación de Turquía o China que no necesariamente cumplen con los estándares mínimos.
Hemos venido cerrando operaciones. Por ejemplo, le dimos un cambio al modelo operativo en Clemencia (Bolívar), allí teníamos una molienda y la cerramos y ahora es terminal de cemento. Igual teníamos una molienda en Bucaramanga y ahora es una terminal de cemento. Ahora atendemos todo desde nuestra planta de Ibagué y de Cúcuta.
Pero es un tema también de exceso en la capacidad instalada…
Efectivamente hay un exceso de capacidad instalada en el país, se trata de un tema estructural.
Más o menos la demanda de cemento está sobre las 12 millones de toneladas (por año), mientras que la oferta está sobre los 18 o 20 millones de toneladas, eso genera un gap brutal y afecta la rentabilidad y el precio. Es una realidad que cambió hace 5 o 6 años, cuando había muy poca oferta de marcas, hoy hay 10 u 11 proveedores de cemento.
¿La idea es prender la planta de Maceo a este año?
Somos optimistas que a finales de este año estará prendida. La parte mala es que la demanda ha caído tanto en los últimos meses y años que tampoco nos pone en una prisa extraordinaria. Pero también sabemos que es un activo de última generación que nos ahorra costos. La planta nos va a permitir optimizar nuestra llegada a todos los rincones del país.
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Con este panorama, ni hablar de más inversiones…
Este tipo de negocio requiere de mucho capital.
En temas ambientales la inversión fuerte la hicimos en Caracolito (Tolima) con un filtro de US$6 millones. Así mismo, estamos en un proceso de cambio de nuestros camiones y equipos de concreto.
En total, son 1.200 camiones de los cuales unos 500 son mixers. Uno de estos puede costar entre US$70.000 y US$80.000.
¿Cómo ve el tema de la nueva planta de Corona y Molins, también en Antioquia?
Se trata de una planta de la misma escala de la nuestra en Maceo y hablamos de un inversionista nuevo que viene a sumarse a este mercado y de dos jugadores que respetamos. Creemos que la dinámica competitiva va en una sola dirección y es para arriba. El mercado se vuelve más competitivo y tienes que andar reinventándote. Cemex va a mantener el mercado. Respetamos a los competidores, pero yo les digo: fácil no la van a tener.
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¿Cómo ven el programa 4G?
Se ha venido pateando el bote y se viene diciendo que ya están los cierres financieros a la vuelta de la esquina. Yo creo que han venido mejorando las cosas, después de un proceso muy traumático.
Nadie quiso tomar el sector hasta que se enfriaran las cosas. Yo creo que ya se ha venido enfriando y se han venido tomando decisiones.
¿Cuántas negociaciones tiene Cemex con operadores 4G?
Nos gustaría tener la mitad del pastel de las 4G.
¿Cómo les fue en ingresos en 2017?
Muy difícil para nosotros, tuvimos la caída de la demanda y una dinámica de precios durísima. En cuanto al Ebitda, comparado con 2016, bajamos US$100 millones. Un golpe muy duro.