ALIANZAS
Así funciona la apuesta de Bavaria por la cebada nacional
Unos 250 campesinos han sembrado más de 4.000 hectáreas de cebada como parte de una alianza productiva con Bavaria. Este caso exitoso fue abordado en la pasada Primera Gran Cumbre Colombia Rural.
A comienzos de los años noventa, el color amarillo de los campos del altiplano cundiboyacense empezó a palidecer por la acelerada disminución de la cebada. Se trata del principal insumo para elaborar una bebida tradicional bastante popular en toda Colombia: la cerveza.
Los alargados y dorados tallos con espigas cargadas desaparecieron casi por completo de Cundinamarca y Boyacá. Tan solo sobrevivieron pequeños parches destinados al pancoger de los agricultores, quienes volcaron sus ojos a productos más rentables como la papa y la cebolla.
La razón del declive de la cebada es simple: como aseguró Harold Ubaque, gerente de programas agrícolas de Bavaria, “Comprábamos más de 150.000 toneladas de cebada colombiana al año, en especial en zonas del altiplano cundiboyacense. Sin embargo, esta cebada no tenía una buena calidad para el proceso cervecero y solo era apta para la elaboración de productos animales o las tradicionales sopas de cuchuco”. A lo que se suma que importar el producto de Canadá, Argentina o de ciertos países europeos, salia más económico.
Nace una nueva semilla
Casi 20 años después, en 2009, los directivos de Bavaria decidieron volver a pintar el campo de cebada maltera. Se basaron en una estrategia que, a diferencia del pasado, tenía en cuenta un nuevo renglón dentro de las cuentas de viabilidad y rentabilidad: lo social.
El ideal era recuperar este cultivo para elaborar cerveza con cebada 100% colombiana, lo que permitiría dinamizar la economía y mejorar las condiciones de los agricultores. Esa premisa fue ampliamente expuesta el 30 de octubre, en medio de la Primera Gran Cumbre Colombia Rural, un evento liderado por Semana Rural.
Así nació Siembra, programa que pretende identificar un tipo de semilla de cebada apto para la cerveza y susceptible de cultivar en los suelos fértiles y oscuros de Cundinamarca y Boyacá. Con una inversión superior a US$1 millón, Bavaria construyó el centro de investigación y capacitación Valle de Iraca en Tibasosa (Boyacá). “Luego de casi una década de estudios, pruebas, aprendizajes y errores, encontramos una semilla con todas las características para empezar a recuperar la cebada en el campo, llamada Explorer”, complementó Ubaque. Más de 35.000 hectáreas en Cundinamarca y Boyacá tenían potencial para esa cebada.
Convencer al campesino
Con la semilla ideal y las zonas aptas, en 2017 Bavaria arrancó la segunda fase del programa. Se trataba de involucrar a los agricultores para que hicieran parte de un tipo de alianza productiva, donde recibirían beneficios económicos, asesoría técnica y mejoras tecnológicas.
Llegarles a los campesinos no fue fácil. Según Samira Fadul, directora de asuntos de gobierno de Bavaria, la vocación perdida de la cebada en Colombia jugaba en su contra. Poco a poco, la alianza productiva fue calando en el campesinado. Todo comenzaba con la firma de un contrato por compra y venta, donde los productores se comprometían a venderle a Bavaria la cebada y la empresa a darles la semilla y comprar la cosecha a un precio preestablecido y asegurado. Cerca de 250 agricultores, asociados en diferentes esquemas, como cooperativas, asociaciones o juntas de acción comunal, aceptaron el negocio.
Los 250 campesinos ya suman más de 4.000 hectáreas con cebada maltera y en 2018 produjeron cerca de 3.900 toneladas de granos. Sin embargo, no dejaron de cultivar otros productos como la papa o cebolla. “Lo que hacen es una rotación con los otros cultivos principales. Esto beneficia la calidad de la tierra, ya que la cebada no demanda tantos fertilizantes como la papa”, anotó la directiva de Bavaria.
Con lo producido por estos campesinos, Bavaria lanzó hace tres meses la primera cerveza hecha con cebada 100% colombiana. Se trata de Club Colombia Siembra, una edición limitada que la empresa piensa volver una marca en el mercado nacional.
Cebada para rato
Al comienzo del programa con los campesinos, el precio de la cebada local era 33% más alto que el de la importada. Y el rendimiento para el agricultor ascendia a 1,5 toneladas por hectárea, cifras que no lo hacían atractivo ni rentable.
Sin embargo, con los campesinos y las hectáreas ya cultivadas, en 2018 la diferencia entre la cebada local y la importada se redujo a 10%; el rendimiento del agricultor subió hasta tres toneladas por hectárea y generar una rentabilidad superior a 30%. “No es lo ideal, pero es un avance para un cultivo que ya no estaba presente en la zona”, apuntó Ubaque.
Además de Cundinamarca y Boyacá, Bavaria tiene pensado replicar el programa en zonas de la Orinoquia y en Cesar, Bolívar y Sucre. La idea, además, es que los campesinos –como ocurrió en el altiplano cundiboyacense– recuperen su habilidad para cultivar un producto extinto en la región por medio de sembradoras, abonadoras, tractores y cosechadoras que mejoran la rentabilidad y el sistema de producción.
Por último, Fadul informó que en los tres pilares del programa Siembra (investigación y desarrollo, cultivos comerciales e impacto social), Bavaria ha invertido más de US$8 millones. “En la última década, Siembra ha contado con aproximadamente US$500.000 anuales. Sumado a esto, hemos invertido US$750.000 en maquinaria agrícola y US$1 millón en el centro de experimentación. Seguiremos trabajando para elaborar cerveza con una cebada cultivada y procesada en Colombia”.