FINANZAS

Estos son los mayores prestamistas de los microempresarios

Colombia es primera en el ranking global de microfinanzas. ONG, cooperativas y bancos, principales protagonistas.

2 de mayo de 2019
Miguel Á. Charria Presidente de Bancamía. | Foto: Juan Carlos Sierra

El ranking de los mayores bancos del país está claramente liderado por Bancolombia, seguido por el Banco de Bogotá y Davivienda. No obstante, si el análisis se hace por las entidades que más les prestan a micro y pequeños empresarios, el escalafón luce bastante diferente.

En esa categoría el primer lugar es para el Banco Agrario, que es el único estatal del país y noveno por patrimonio. A febrero pasado registraba una cartera de microcrédito de $6,2 billones, que tenía prestados a 882.000 clientes, de los cuales 713.000 son del sector agropecuario. El monto que tiene el Banco Agrario en microcrédito es casi la mitad de todo el dinero que hay prestado a través de las entidades vigiladas por la Superfinanciera para ese propósito y que alcanza $12,6 billones.

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El segundo establecimiento de crédito que más presta a los microempresarios apenas lleva cuatro años operando como banco, aunque en realidad está dedicado a esta actividad desde 1985. Se trata del Banco Mundo Mujer, con sede en Popayán y que, como otras entidades, nació de la mano de la ONG estadounidense Women‘s World Banking (WWB), la cual creó una red que busca promover la financiación de las mujeres de escasos recursos.

Leonor Melo de Velasco Presidente del Banco Mundo Mujer.

El Banco Mundo Mujer tiene una cartera de $1,3 billones, que le adeudan 682.000 clientes. Decidieron convertirse en banco, pues esto les permite tener productos de ahorro. Su meta no solo es prestar, sino hacerlo de forma responsable para evitar el sobreendeudamiento de sus clientes. Hoy ya suma $100.000 millones en captaciones de 134.000 ahorradores.

El tercer mayor prestamista de los microempresarios también tuvo sus orígenes en la red de WWB. Se trata de las filiales de Bogotá y Medellín, que se unieron a la Fundación BBVA Microfinanzas y crearon Bancamía. Este establecimiento tenía prestados $1,2 billones a más de 340.000 personas. Su clave ha consistido en un modelo de segmentación que reconoce el nivel de desarrollo del negocio de su potencial cliente, para de esta forma ofrecerle productos y servicios a la medida de sus necesidades.

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El club de los prestamistas de microcrédito con cartera superior al billón de pesos lo completa el Banco W, el cual era el representante de la Red WWB en Cali. Nació como una ONG en 1980 y desde 2011 se convirtió en banco. Tienen claro que deben facilitarles la vida a sus clientes y, por eso, sus requisitos de acceso son sencillos: cédula y tener negocio de mínimo un año. Para competir con los mecanismos de crédito y ahorro informal como el gota a gota o el paga diario, han innovado como productos como el ‘Gotahorro’, que permite el pago de la cuota diaria, semanal o quincenal y una parte de esta se destina a ahorro.

José Alejandro Guerrero, presidente del Banco W.

Para la base de la pirámide

María Clara Hoyos, presidente de Asomicrofinanzas, gremio de las entidades del sector –donde hay bancos, cooperativas y ONG– explica que el microcrédito es el que está dirigido a negocios con máximo 10 empleados y activos inferiores a 500 salarios mínimos (hoy $414 millones). Son también, por lo general, de empresarios de la base de la pirámide, pues aquellos con más recursos recurren a ahorros propios, préstamos de amigos o familiares o hasta a fondos de capital, cuando no pueden acceder a la banca.

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Los establecimientos de crédito vigilados por la Superfinanciera les prestan a los empresarios con al menos seis meses en su negocio, mientras que las ONG apoyan a aquellos que requieren recursos para la supervivencia, por ejemplo, vendedores informales que deben surtir su negocio a diario.

Esto hace que los microcréditos vayan en promedio desde $100.000 hasta $3 millones y que, cuando los empresarios ya pueden acceder a préstamos de $20 millones en adelante, se consideran graduados a la siguiente categoría y con su historial crediticio pueden aspirar a otros productos más económicos, pues el microcrédito es el más caro. La tasa de usura, que es el interés máximo que se puede cobrar en el país, es de 55,34% para el microcrédito y de 28,98% para los demás tipos de préstamos.

Francisco Mejía Sendoya, presidente del Banco Agrario.

La explicación para esta diferencia está en los costos asociados al microcrédito, pues este requiere de una metodología especial, dado que deben ajustarse al flujo de caja del empresario, dificultades para acercase a una sucursal bancaria (por ejemplo, los tenderos) y son las entidades las que les envían a sus funcionarios, quienes además de crédito los asesoran para el crecimiento de su negocio.

El microcrédito está afectado por una morosidad superior a la del promedio del sistema financiero. Al cierre de febrero, por cada $100 prestados, $4,74 estaban vencidos, mientras que en microcrédito eran $7,45.

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Hoyos sostiene que esa mayor morosidad se explica en el hecho de que los microempresarios son más sensibles al ciclo económico, dado que son el eslabón más débil de la cadena. Prueba de esta situación fue lo que ocurrió con la caída del precio del petróleo, cuando las primeras víctimas fueron las pequeñas empresas que proveían servicios de alimentación y alojamiento a las petroleras. Por eso, en el último año cuando la cartera total dejó de crecer, el microcrédito no fue la excepción, pero hoy se recupera al igual que los demás préstamos.

Si bien aún hay un alto porcentaje de colombianos sin acceso a crédito, lo cierto es que el país ha avanzado bastante en microfinanzas. No en balde, en el informe de The Economist, Microscopio Global 2018, que evalúa el entorno propicio para la inclusión financiera en 55 países, Colombia ocupa el primer lugar y los cuatro gigantes del sector han sido fundamentales en ese logro.