La joya de la corona

El valor estratégico y de negocios de ISA hace que su operación y sus activos se conviertan en uno de los botines más apreciados para jugadores en el negocio de transmisión y fondos de inversión privados.

6 de julio de 2007, 12:00 a. m.

Hace casi diez años, llegaron a Colombia representantes de HydroQuébec, National Grid y Red Eléctrica de España, empresas multinacionales de transmisión de energía, interesadas en la compra de Interconexión Eléctrica S.A., ISA. En ese momento, como hoy, se abrió el debate de la venta de esta empresa colombiana. Sin embargo, ese proceso se truncó y surgieron mecanismos, como la democratización accionaria, que le permitieron a la empresa fortalecerse institucionalmente y encontrar nuevos recursos. Así tomó un nuevo aire, diversificó su negocio, ingresó a nuevos mercados y se convirtió en el tercer gran jugador de América Latina en transporte de energía eléctrica, con más de 31.000 kilómetros de redes extendidas en Colombia, Brasil, Perú y Bolivia, y con planes de llegar a Argentina, Chile, Centroamérica y México.

Después de la reciente recomendación de la Comisión del Gasto donde señala que uno de los instrumentos para reducir el déficit fiscal en el país es la venta de la participación que tiene el gobierno en ISA (51%) y en Isagen (25%), el debate se reactivó, en especial en el tema de ISA. Para algunos, como el ex ministro Ramiro Valencia Cossio, ISA tiene un valor estratégico para el país y el gobierno no debe perder su control. Otros, como Fedesarrollo, el ex ministro Rudolf Hommes y José Antonio Vargas, gerente de la Central Hidroléctrica de Betania, coinciden en que este es el momento para la venta.

Aunque el presidente Álvaro Uribe se ha mostrado interesado en desacelerar el proceso de venta y volverlo a estudiar —al cierre de esta edición los Ministerios de Minas y Energía y de Hacienda planeaban una reunión para definir el futuro de las compañías—, el mercado está a la espera de lo que sucederá, pues si se decide vender a ISA, el interés de jugadores internacionales e, incluso, locales es muy grande.

¿Por qué? Según un banquero de inversión, ISA —cuyo valor total puede superar los US$4.000 millones, es decir la participación del gobierno valdría más de US$2.000 millones— tiene dos características que la hacen muy atractiva. Una, el negocio mismo. Es regulado, es un monopolio natural y, aunque implica inversiones de largo plazo, tiene ingresos asegurados también en el largo plazo. Al tener el ingreso regulado, las ventas proyectadas tienen un gran margen de confiabilidad y poca incertidumbre. Hoy, el modelo es que las empresas participan en concesiones por 15, 20 ó 30 años, para construir líneas con tarifas estables. "Es un negocio muy atractivo porque es predecible, estable, tiene poca competencia, la tecnología relativamente es conocida, es un servicio esencial y no hay riesgos de que en unos años la gente lo vaya a dejar de usar", explica el banquero.

Y la segunda característica es que, en general, el sector de energía eléctrica tiene crecimientos significativos en países emergentes. Un país en crecimiento va a necesitar expansión eléctrica y eso requiere líneas de transmisión.

Los interesados

Los jugadores de transmisión de energía en América Latina han venido cambiando, acomodándose a las circunstancias del mercado. La expansión en este sector tiene dos componentes: la adquisición de activos existentes o la participación en convocatorias para construir nuevas líneas en diferentes países entre los que sobresalen Brasil, Chile, Argentina y Colombia. "En el negocio de transmisión ya la competencia no se da en el mercado sino por el mercado. Eso hace una gran diferencia, una vez están operando ya no compiten entre sí, y la competencia se da en la adjudicación de la operación y construcción de las líneas", explica Vargas, de Betania y ex presidente de la Empresa de Energía de Bogotá, EEB.

En la década pasada, los principales jugadores eran empresas de este sector, que al igual que ISA, buscaron fortalecer su presencia en el exterior, vía adquisiciones. Allí aparecen firmas como National Grid de Inglaterra, Red Eléctrica de España e HydroQuébec International de Canadá, los más agresivos en compras.

Por ejemplo, National Grid compró Transener en Argentina y, después del descalabro económico en ese país, la vendió hace cuatro años. HydroQuébec adquirió Transelec en Chile. Una decisión estratégica de recogerse en Canadá y fortalecer su presencia en su país, llevó a HydroQuébec a vender el año pasado a esta empresa austral.

Luego, el portafolio de jugadores se amplió con la llegada de los constructores de las redes, en especial empresas españolas —como Isolux, Avengoa, Cobra— y brasileñas, donde sobresale Alusa. "Muchas de estas empresas entraron a la región para desarrollar la infraestructura, pero se volvieron no solo los constructores sino los dueños de las inversiones y los operadores", dice un analista.

En los últimos años han aparecido los fondos privados de inversión. Allí se destacan Brookfields —que compitió con el consorcio que conformó ISA y EEB por el control de Transelec y al final se quedó con esta empresa en Chile—; Ashmor —que invirtió en Promigás y compitió por Ecogás, y está concentrado en negocios de transmisión de energía en China—; y Eton Park que tiene hoy a Transeler.

Para todos ellos, ISA se convierte en un activo estratégico, pues tienen que manejar portafolios con criterios muy conservadores, característicos de este tipo de inversiones por ser regulado. Además, cuando las grandes multinacionales de transmisión entraron al mercado latinoamericano lo hicieron en momentos en que la economía no era pujante. Hoy pueden mirar con otros ojos estos mercados porque están en crecimiento y, además, sus mercados naturales ya están maduros.



Los locales

Pero el panorama de compradores no solo está allí. Hay jugadores locales, como la Empresa de Energía de Bogotá, EEB, que podrían estar interesados, pues aceleraría la eventual internacionalización de estas compañías. "ISA es un activo muy atractivo para empresas como la nuestra que lo que hace es inversiones en transporte de energía que comportan un bajo nivel de riesgo. En la medida en que somos inversionistas de una empresa que tiene una propiedad eminentemente pública, la manera de valorizar el patrimonio que nos han confiado es creciendo con este tipo de inversiones", explica Astrid Martínez, presidenta de EEB.

De hecho, aunque en Colombia son competidores, en el exterior ISA y EEB son socios en Red Eléctrica del Perú —donde tienen más del 80% del mercado— y han participado en procesos como el de Transelec en Chile. Además, en el salto que dio ISA a Brasil, al buscar un socio estratégico, en el primero que pensó fue en la EEB. La pregunta es si tiene la capacidad, luego de haberse quedado con Ecogás tras una inversión superior a $3,2 billones. Según Martínez, la empresa tiene capacidad de endeudamiento, "pero dependerá del análisis que se haga con los bancos".

Es muy importante definir el futuro de ISA y, si se decide la venta, concretar los pasos siguientes. Para Vargas, de Betania, una posibilidad es abrirla a todo el mundo o como en el modelo español, donde después de la venta de la propiedad, "el gobierno se reservó un superpoder último".

Si la empresa se vende, quien la compre no solo se quedará con una de las más importantes infraestructuras de transmisión de energía en la región, sino con el vehículo para seguir creciendo.