MARIÁNGELES CAMARGO
Los secretos de la banquera sostenible
Durante más de una década ha asesorado a las más importantes instituciones financieras de América Latina para que se adapten a los negocios “verdes”.
No hay vacaciones en que no vaya a escalar montañas. Y el sitio del mundo que prefiere está en Las Dolomitas, una cadena de picos en los Alpes italianos cuya vista espectacular deja a cualquiera sin aire. Subirlas también, pero a ese tipo de retos está acostumbrada Mariángeles Camargo, administradora de empresas de la UNAB, con máster en finanzas de Bentley College, quien hoy trabaja para asesorar a las instituciones financieras a ser más “verdes”.
Hace 12 años, cuando empezó su trabajo en finanzas sostenibles en Suleasing Internacional, el panorama se veía tan difícil como subir esas montañas, porque se trataba de un concepto nuevo y el nivel de influencia que tenían los bancos sobre sus clientes era limitado.
La sostenibilidad era vista como obras puntuales, desde ahorrar energía y papel en las oficinas hasta hacer parques o donar útiles para escuelas. Pero su visión de banca sostenible va más allá y abarca desde el manejo adecuado de los recursos internos y su efecto en la sociedad, hasta el crecimiento de la institución. Ser sostenible es tener un sistema para gestionar riesgos a la hora de otorgar créditos. “Es cuidar que esos recursos no vayan a parar a empresas que de alguna manera no cumplen con ciertos estándares, no solo en temas de contaminación sino también en los de derechos humanos, como maltrato laboral”.
También implica buscar oportunidades de negocios sostenibles y en esto las posibilidades son inmensas, desde créditos para financiar vivienda verde hasta gafas de buena calidad para personas de escasos recursos.
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Sus primeros años impulsando los conceptos de banca sostenible fueron duros, pues implicaba competir con otras instituciones financieras en igualdad de condiciones, pero exigiendo a los clientes que cumplieran mejores estándares en manejo de riesgo social y ambiental. El sistema pronto se volvió un modelo a seguir, y junto con ABN Amro en Brasil (hoy Banco Santander) y el Cuscatlán de El Salvador, Suleasing Internacional se convirtió en pionera.
En 2004 esta santandereana decidió mudarse a Washington, donde hoy reside junto a su esposo y su hija de 8 años, para trabajar en este tema de la mano de organismos multilaterales que impulsan la banca verde en la región. Trabajó durante dos años en Sustainable Finance Limited con Leo Johnson –hermano del político inglés Boris Johnson–, una de las figuras más reconocidas en el campo de la sostenibilidad. Hoy es consultora independiente y desde su propia firma, MC3 Sustainability Consulting, ha asesorado diferentes instituciones financieras y el alcance de su trabajo ha llegado a por lo menos 50 de ellas en Colombia, Panamá y Centroamérica, Brasil, Argentina, Perú, Ecuador, e incluso Corea e India. Entre sus clientes están la Corporación Financiera Internacional, el BID, la CAF, Ecobanking y la CII, entre otras.
El panorama que ve hoy es muy diferente al que enfrentó al inicio de su trabajo, pues hoy encuentra líderes que jalonan el tema, creen en este tipo de negocios y trabajan en iniciativas sólidas. Un ejemplo claro es que en Colombia, un país que ella ve como de los más avanzados en el tema de banca sostenible, se estableció el Protocolo Verde, un marco para promover el desarrollo sostenible del país. Lo más interesante, dice, es que instituciones bancarias pequeñas y medianas han incorporado el tema por convencimiento puro.
Esto es importante, no solo porque la institución financiera puede perder dinero si estas empresas son cerradas por los gobiernos –por malas prácticas ambientales o sociales– sino también porque dañan la reputación del banco y eso tiene un costo enorme.
Aunque se trabaja por cuantificar el beneficio económico que se deriva de los negocios sostenibles, ha sido difícil llegar a una cifra exacta, pero lo que sí se puede afirmar es que las entidades financieras que están alineadas en este reto son mucho más exitosas. “Hay una relación de causa y efecto, pero es difícil saber exactamente cuál es el retorno concreto del enfoque verde”, asegura.
Mariángeles Camargo cree que en el tema de banca sostenible falta mucho por hacer. Aunque ya son más de 100 las instituciones financieras en América Latina que pueden ser consideradas en esta categoría –porque incorporan iniciativas de sostenibilidad en su negocio–, cree que el cambio climático y el crecimiento de la población son los grandes retos de futuro. Por eso, su siguiente hito apunta a escalar estos nuevos desafíos con su experiencia y su conocimiento en sostenibilidad.
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