INDUSTRIA
La siderúrgica Gerdau Diaco quiere reabrir su planta de Tocancipá
La siderúrgica Gerdau Diaco quiere ampliar su producción en el país y reabrir su planta de Tocancipá. Hoy produce 510.000 toneladas de acero al año, pero su objetivo es ampliar este volumen. Estos son sus planes.
En medio de un panorama marcado por las crecientes importaciones y la baja demanda, la multinacional Gerdau Diaco prevé potenciar su presencia en el país y adelanta los estudios de viabilidad para reabrir una planta de producción de acero líquido ubicada en el municipio de Tocancipá (Cundinamarca), la cual paralizó sus operaciones hace varios años.
Esta factoría, que tiene una capacidad de producción de 25.000 toneladas al mes, frenó su operación hace unos años debido a factores como la insuficiencia de materia prima (chatarra) y la falta de suministro de energía, dice Rafael Laporta, gerente general de la empresa en el país.
Los estudios determinarán el monto de la inversión que se debe realizar y la viabilidad de la operación, la cual dependerá de las condiciones de mercado, la disponibilidad de chatarra y la garantía de condiciones competitivas de energía no solo en precio sino de disponibilidad.
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Según Laporta, el alto costo de la energía es precisamente uno de los talones de aquiles de la industria siderúrgica, pues de acuerdo con sus cálculos pesa 54% en el costo de transformación de la chatarra en acero.
La empresa, que genera ingresos anuales por US$360 millones, tiene actualmente en operación dos plantas de producción de acero líquido: la principal ubicada en Boyacá, y otra en el sur de Bogotá, cerca de la represa del Muña. Además, cuenta con infraestructura productiva de laminación en sus plantas. En Tuta (Boyacá) y Tocancipá posee patios para el almacenamiento de chatarra y maquinaria para hacer transformación de la misma.
Los planes de la empresa se prevén en un mercado que ha estado resentido y en el que el consumo aparente de acero –la suma de la producción local más las importaciones– muestra una caída superior a 9% entre enero y agosto de este año. En Colombia el consumo de aceros largos es de unas 2’100.000 toneladas y en este negocio las importaciones representan 35%.
Además del acero líquido, Gerdau Diaco produce acero figurado. Para el procesamiento de este material cuenta con 11 plantas en diferentes regiones del país, que se suman a otra de mallas electrosoldadas y grafil.
En 2013 adquirió una cadena de ferreterías para tener un canal de distribución propio, con la idea de desconcentrar los distribuidores e incrementar la canasta de productos y complementarla con líneas de cementos, tuberías y aceros planos. Se trata de Cyrgo, que tiene 16 sucursales.
La producción total de la empresa alcanza unas 42.500 toneladas al mes, lo que se traduce en alrededor de 510.000 toneladas al año; sin embargo, la capacidad instalada es de 560.000 toneladas sumados todos los materiales.
La empresa, que genera 1.400 empleos directos, realiza inversiones entre US$5 millones y US$8 millones por año para atender requerimientos ambientales, hacer mantenimiento a equipos, mejorar productividad y atender los criterios de seguridad que demanda el proceso productivo.
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Preocupaciones
Si bien la compañía prevé continuar con su proceso de crecimiento y consolidación, lo cierto es que hay factores que le preocupan al directivo, pues el sector no ha venido bien desde finales del año pasado.
Solo el paro camionero le generó a la compañía pérdidas cercanas a los US$3 millones en su resultado operacional. A esto se sumó el peso de la reforma tributaria; pues, si bien fue un proyecto que se vendió como una solución fiscal, “al final alguien tiene que pagar la cuenta”, dice Laporta, quien ha visto desestabilizada la confianza del consumidor, lo que ha llevado a que tanto el final de 2016 como este año fueran lentos en volumen, no solo para la empresa, sino para la cadena de construcción, principal cliente de la organización, pues representa 75% de las ventas.
No tiene muchas expectativas con las vías 4G, pues la demora en su ejecución, así como los procesos difíciles de negociación, que no le generan los beneficios esperados a la empresa, han hecho que el presupuesto para este sector sea limitado. Laporta considera que estos proyectos se vuelven poco atractivos desde una óptica de gana- gana, lo cual cataloga como una lástima, porque el país necesita de un desarrollo hacia las áreas que quedaron libres de las Farc, las cuales requieren proyectos de infraestructura.
“Se debería buscar una forma público-privada de reglamentación, legislación y parte ambiental que fuera más expedita, porque son regiones que brindan un mar de oportunidades. Dentro de la perspectiva de un mundo de riqueza se requiere la presencia de un Estado regulador, que brinde las condiciones mínimas para que las regiones se desarrollen”, expresa. A su juicio, el país tiene buenas expectativas y proyectos, pero concreta muy poco y esa es una preocupación que tiene como extranjero y empresario.
A esto se suma que operan en un país con fronteras abiertas, pero que requiere que se otorguen igualdad de condiciones para todos los jugadores. “Si se quiere que la industria local sea competitiva hay que proveer reglas equitativas”, manifiesta.
Otro tema es el tributario. Laporta lo ve como un costo “hundido”, porque no se refleja en infraestructura, un aspecto que afecta directamente la operación de la empresa. Tampoco en seguridad y atención en salud.
En medio de este panorama, es optimista de que 2018 será mejor y por ello los planes se centran en lograr mayores niveles de productividad, procurar una mejor eficiencia energética y fortalecer el tema medioambiental. Prevén que el PIB crecerá 2% y el PIB constructor 2,8% y el objetivo apunta a sacar provecho de los programas sociales del Gobierno en materia de vivienda, aunque reconoce que no son suficientes para reactivar la actividad.
Chatarra insuficiente
Uno de los inconvenientes que registran los productores siderúrgicos en el país es que no hay suficiente chatarra. Rafael Laporta, gerente general de Gerdau Diaco, reconoce que es un círculo vicioso, porque cuando la economía se mueve y registra un crecimiento continuo, la confianza de los consumidores crece y empiezan a cambiar sus electrodomésticos y carros, productos que se transforman en chatarra; pero si la economía va mal, las personas se abstienen de modificar estos bienes durables impactando directamente la oferta de material para la producción del acero.
Lo propio sucede con las industrias, que no realizan reconversiones ni cambios de maquinaria en momentos de dificultades económicas. Esa situación obliga a la importación de chatarra, un tema que se torna complejo, debido a los altos precios internacionales de este material. En los planes de la organización está incrementar el volumen de transformación de esta materia prima, como alternativa para soportar la estrategia de crecimiento de la multinacional en el mercado local.
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