EDUARDO LORA
Ubíquese
¿En qué escalón salarial está usted?
Hágase la siguiente pregunta: en una escala de 1 a 100 donde 1 es el escalón de los asalariados de más bajos ingresos y 100 es el escalón de los asalariados de más altos ingresos, ¿en qué escalón está situado usted?
Si usted es como la mayoría de la gente, seguramente piensa que está más cerca del percentil 50 que al que realmente pertenece. Compruébelo en el cuadro. Por ejemplo, si su salario (sin arandelas) es de dos millones de pesos, usted es uno de los afortunados del escalón 90.
Usted no es clase media, no se diga mentiras. Clase media es quien tiene $800.000 de salario, es decir, ligeramente por encima del salario mínimo ($781.242). Y ni qué decir si su salario es de cuatro millones: en ese caso su percentil es el 97. Y si su salario supera los $6,7 millones mensuales usted pertenece al 1% más rico de los asalariados.
Estas cifras vienen de la recién publicada Gran Encuesta Integrada de Hogares del Dane de junio de 2018.
Aparte de que todos nos decimos mentiras respecto a nuestra posición, el sistema de remuneraciones laborales colombiano es muy poco transparente. Excepto para los trabajadores muy bajos en la escala, el salario propiamente dicho representa aproximadamente la mitad de lo que recibe el empleado. El resto son arandelas que incluyen desde las horas extras hasta las primas y las bonificaciones por las más diversas razones. Como resultado, el ejecutivo del percentil 99 gana en realidad de $13,8 millones para arriba, y no los $6,7 millones de su salario nominal.
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Las arandelas son el mecanismo de evasión que han desarrollado con el tiempo empresas y empleados para evadir sobrecostos laborales tales como las contribuciones a las cajas de compensación y las cotizaciones obligatorias para la salud y las pensiones.
Y es lógico que sea así, porque esos sistemas de solidaridad implican más costos que beneficios desde el punto de vista de la gran mayoría de los asalariados. Por eso son de afiliación obligatoria.
El problema es que, aunque fueron creados con el loable empeño de proteger a los trabajadores, no han logrado ese objetivo. Estos sistemas no cubren a quienes más protección necesitan: los millones de trabajadores independientes, de mujeres y de viejos que no han sido parte del sistema formal de empleo, o lo han sido solo de manera muy pasajera.
Ubíquese: usted no pertenece a la clase media y, como casi todos los trabajadores formales, las arandelas salariales le sirven para eludir parte de las contribuciones a los sistemas de protección.
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¿No sería más lógico sincerar todo esto eliminando todo tipo de contribuciones forzosas y estableciendo en su lugar sistemas de protección social universal financiados con impuestos generales, como el impuesto de renta y el IVA? Todos saldríamos ganando, habría más empleo formal, más solidaridad social y empresas más productivas. Y usted mantendría su posición en la jerarquía de ingresos sin ser un evasor.