COMERCIO
Pese a devaluación, no reacciona el comercio exterior ¿Por qué?
A pesar de la devaluación real, el sector externo constituye todavía un riesgo importante para la economía colombiana. ¿Qué tanto y por qué?
Aunque la tasa de cambio real ha tenido una considerable depreciación desde agosto de 2014 (de 17%), los resultados del comercio exterior de Colombia no son alentadores.
El desbalance en la cuenta corriente del primer trimestre de 2016 (-5,6% del PIB) disminuyó respecto del mismo periodo del año anterior (-7% del PIB), como efecto tanto del menor déficit en la balanza de bienes y servicios, como del descenso de los pagos factoriales al resto del mundo. Sin embargo, todavía requiere un abundante flujo de financiación externa que podría escasear al estrecharse los mercados financieros internacionales. En ese caso, el ajuste de la demanda interna para hacer compatible el déficit con la financiación menos abundante tendría que ser muy rápido, lo cual requeriría incrementos considerables de la tasa de interés y el tipo de cambio, con efectos indeseables sobre la actividad económica y la inflación.
Por fortuna la cuenta financiera aún provee recursos suficientes (5,5% del PIB) para cubrir el déficit de la cuenta corriente. No obstante, es menor que un año atrás (7,3% del PIB), por la menor inversión en deuda pública y un crédito externo más bajo para el Gobierno. Una buena noticia es que el flujo de ingresos de capital continúa basado en su mayor parte (61%) en la inversión extranjera directa (7,6% del PIB), que se incrementó (44,5% anual) con base en la realizada en los sectores eléctrico y de transporte y comunicaciones. Sin embargo, la inversión de portafolio (29%) y el crédito externo (10%), que son más volátiles, constituyen una porción considerable de la financiación, que podría escasear al reducirse el acceso a los mercados internacionales de capital, lo cual forzaría un ajuste de la demanda interna y el crecimiento del PIB. Para suavizarlo, si se da el caso, de una manera preventiva las autoridades renovaron el acceso a la línea de crédito flexible del FMI, por US$11.500 millones.
Por otra parte, los déficits comercial y de servicios no se redujeron por un incremento de las ventas al exterior, sino porque la caída en términos absolutos de los egresos por importaciones superó en ambos casos la de los ingresos por exportaciones. Además, la mayor parte del déficit corriente (92%) se origina todavía en la balanza comercial, como ocurre desde el último trimestre de 2014.
En estas circunstancias, ¿por qué razones las exportaciones no se incrementaron después de la considerable depreciación de la tasa de cambio real ocurrida desde 2014? Una de ellas es que, debido a la composición de la oferta exportable, en la cual predominan las materias primas (59% de los ingresos), el valor de las ventas externas sigue afectado de un modo adverso por sus bajos precios internacionales. Otra causa es que las ventas externas sufren también los efectos del lento crecimiento mundial y la parálisis del comercio internacional, que se manifiestan en la baja demanda de los principales socios comerciales del país, aquejados algunos por el estancamiento y otros por la recesión.
Por estos motivos, los ingresos por exportaciones de bienes de Colombia en el periodo enero–mayo de 2016 (US$11.588 millones) disminuyeron de nuevo (a 27,9% anual). El descenso se debió sobre todo a la caída (de 36,9% anual) en el valor de las ventas al exterior de los productos primarios (US$6.789 millones). Dentro de ellos el petróleo y sus derivados tuvieron la disminución más significativa (49% anual), por causa tanto de sus precios más bajos (-32,3% anual) como en una proporción menos importante de las menores cantidades exportadas (-16,7% anual). También se redujo con un efecto notable el valor de las exportaciones de carbón (-22,8% anual), como consecuencia de sus menores precios (-22% anual).
Al mismo tiempo, los ingresos por exportaciones de productos industriales (US$4.260 millones) disminuyeron (a 10,5% anual) por el descenso en el valor de las ventas de hierro y acero, plástico, perfumería y artículos de tocador, papel, prendas de vestir, cuero y sus manufacturas y químicos. La caída del valor de las exportaciones tuvo lugar en casi todos los mercados.
Más allá de los factores coyunturales que afectan su desempeño, las exportaciones y la producción nacional enfrentan obstáculos estructurales que lesionan su competitividad. Las instituciones no ofrecen un entorno amigable para la inversión: la carga tributaria para las firmas es muy alta e incierta por las reformas recurrentes; la justicia no dirime de manera oportuna los conflictos; la regulación en muchos casos es perjudical e impone altos costos administrativos; los fallos judicales, junto con las decisiones de los organismos de control y de las autoridades, crean inseguridad jurídica y la corrupción eleva los costos de la inversión.
Los mercados de bienes y de factores son ineficientes, lo cual eleva los costos laborales y financieros e impide una asignación óptima de los recursos. El mal estado y baja calidad de la infraestructura, sobre todo en el caso del transporte y la electricidad, implican altos costos. Además, las normas laborales encarecen el trabajo formal. El costo de la formalidad es muy alto para las firmas y les impide a las más pequeñas mejorar su productividad. El capital humano es escaso y costoso debido a una educación pública de baja calidad. Por último, la innovación es poco dinámica y el gasto en investigación y desarrollo muy bajo.
La desaceleración de la demanda interna y la depreciación de la tasa de cambio real, que incrementó sus precios en moneda nacional, causó un descenso de los egresos por importaciones de bienes y servicios. En el periodo enero-mayo de 2016, la disminución fue considerable (22,3% anual) y generalizada. Esta caída en el valor de las compras al exterior sugiere que ha tenido lugar una sustitución de importaciones por producción nacional. Lo preocupante es que buena parte del descenso ocurrió en las de bienes de capital –maquinaria industrial, máquinas y aparatos de oficina y otro equipo fijo– y materias primas para la industria –productos químicos y mineros–.
En las condiciones descritas, el sector externo entraña todavía un riesgo importante para la economía colombiana, porque mantiene alta su vulnerabilidad a los choques provenientes del exterior. Debido a la poca competitividad de la producción nacional, no ha cambiado la composición de la oferta exportable hacia bienes con mayor valor agregado. Esto dificulta la expansión de las exportaciones en una coyuntura de escasa demanda externa y bajos precios de las materias primas. Por esta razón, la meta de incremento de las exportaciones no tradicionales establecida en el plan nacional de desarrollo –US$30.000 millones para 2018– luce improbable. Además, el ajuste del déficit externo es lento y causado por una disminución de las importaciones.