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Economía de Tumaco: cómo pasar de la coca al coco
En Tumaco parece que el tiempo no avanza. Las actividades legales como la producción de coco, palma o cacao se siguen moviendo gracias a la fuerza humana, a puro hombro, sin industrialización ni nuevas tecnologías. Reportaje.
Hay una frase que resuena por las calles de esta ciudad desde hace años: “A Tumaco todo llega tarde”. Y tras dos días de visita en esta región del país, ubicada en la periferia de la periferia de Colombia, entendimos a qué se referían algunos de sus pobladores con estas palabras.
Lo primero que se advierte al recorrer las adoquinadas calles de Tumaco es que todo o casi todo funciona con la fuerza inquebrantable del músculo humano. La tecnología, la transformación productiva y el concepto de valor agregado, entre otros términos que hicieron carrera en las últimas décadas, son algo extraños en este municipio, así como la tecnocracia, la educación superior o la mecanización industrial.
Por donde se pase hay gente de Tumaco cargando todo tipo de mercancías en sus hombros. Desde los cogollos de la palma de aceite, hasta las lonas llenas de cocos o los bultos de frutos de cacao. También es posible advertir, cerca de la orilla del mar, como algunos habitantes se echan al hombro grandes vigas de madera, cuyo peso se incrementa por el agua que alcanza a recoger en su recorrido por el río.
Es claro que el mundo evolucionó gracias a la fuerza muscular del ser humano. Sin embargo, poco a poco se ha migrado a una economía en donde el conocimiento, innovación y la mecanización le echaron una mano al hombre para progresar.
De hecho, esta no es la única región de Colombia donde casi toda la economía funciona gracias a la fuerza y habilidades de las manos y el hombro. El asunto de fondo es que luego de hablar con empresarios, pobladores, academia y gobierno local, quedó claro que Tumaco podría cambiar su rumbo, con acciones más concretas de seguridad, asistencia técnica, vías de comunicación y, sobre todo, educación. Dinero le cuenta lo que encontró en esta región, pero especialmente lo que no encontró.
Oferta variada
Lo primero que hay que decir es que, a diferencia de otras regiones del pacífico colombiano, donde sus actividades económicas se centran en el comercio o las actividades portuarias, Tumaco tiene una gran variedad de productos y servicios. Esta ciudad es uno de esos lugares en donde la tierra y el mar se combinan muy bien para brindar todo tipo de oportunidades. Es el caso del coco. Aunque se cultiva a unas 4 horas de distancia del centro urbano, el fruto es traído en lancha y dejado en improvisados centros de acopio que se encargan de procesar el producto. De hecho, Tumaco es el principal productor de coco en el país, pues aporta 52% de la oferta nacional.
“Estoy a punto de parar la operación porque nos estamos viendo afectados con el coco de contrabando, especialmente el que viene de Venezuela, Panamá y Costa Rica. Tengo la intención de crear una empresa, pero no lo he logrado por el papeleo y la falta de asistencia técnica”, comenta uno de los dueños de estos negocios, José Darío Estupiñan, mientras nos deja ver su tarjeta de presentación en donde se lee: ‘Comercializadora Coco Fresh, el verdadero sabor del coco’.
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Miles de cocos en varias lanchas llegan cada semana a las orillas de Tumaco. En el caso de Coco Fresh, hablamos de una casa grande donde se atiborra el producto en varias secciones. Mientras recorremos el sitio, un operario pela un coco cada 10 segundos utilizando un machete cuya hoja ya se le nota un desgaste acentuado. Lleva años en este oficio y no tiene cortes graves, casi de milagro. Pero es más misteriosa la forma como subsiste esta rudimentaria industria. Estupiñan nos muestra varias botellas de aceite de coco, apetecido en grandes ciudades de Colombia y otras regiones del mundo; así mismo, nos deja ver su horno que funciona con leña y que permite deshidratar el coco rallado.
No hay que ser un conocedor en banca de inversión para darse cuenta del potencial de este negocio. El problema es que todo se queda en eso, en potencial. Parece el país de los mercados y productos potenciales.
Y otro de esos productos con grandes oportunidades es el cacao. Utilizado como punta de lanza en la campaña de varios gobiernos para convencer a los cocaleros de cambiarse a la legalidad, este aromático producto se viene produciendo desde hace más de un siglo en esta región. El gerente de Chocolates Tumaco, Hernes Klinger, explica que su empresa recoge la producción de unos 6.000 cultivadores. “Acá se cultiva uno de los mejores cacaos de Colombia y el mundo, gracias a la calidad de la tierra y a la combinación de matas de cacao con frutales. El problema es que no somos competitivos y nuestra producción por hectárea es muy baja”, comenta este joven empresario.
Y no está lejos de la realidad. En Tumaco se producen por cada hectárea unos 250 kilos de cacao al año, mientras en otras zonas del país, como en Santander, se llega a los 800 kilos. “Algunas plantas tienen más de 40 años, es necesario hacer una renovación de estas plantaciones. Así mismo, consideramos urgente la transformación del producto para, de esta manera, volverlo una actividad industrial”, comenta Klinger, quien recibe asesoría de la Usaid para constituirse como entidad sin ánimo de lucro.
La lista de productos con potencial sigue. Uno de los más importantes es el cultivo de camarón y la pesca de atún y otras especies en las cálidas aguas de Tumaco. No hay que perder de vista que muy cerca de esta población pasa la corriente de Humboldt, que funciona como termostato del clima en el mundo, pero además brinda condiciones favorables para la pesca. Sin embargo, esa lección de colegio parece que la recibió Ecuador y no Colombia.
Varios tumaqueños reconocen que una gran industria camaronera se desarrolló en los últimos años en la costa de ese país. “Ellos (Ecuador) integraron toda la cadena. En el caso del camarón, desde la fabricación de alimentos, pasando por la tecnificación del cultivo, especies más resistentes y la comercialización”, explica Luis Rosas, un empresario del camarón venido a menos que intenta sobrevivir en medio de un escenario complejo.
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Su planta de producción, que hace unos años llegó a tener decenas de trabajadores y exportaba a varios países, opera hoy en mínimos. La factoría produce unas 300 toneladas de camarón al año, cuando en 1998 logró comercializar 1.900 toneladas.
“Lo paradójico es que buena parte del atún y del camarón que se empaca en Ecuador se pesca en Colombia”, comenta Rosas. Eso se debería a un acuerdo binacional suscrito en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, donde se le otorgaron algunas ventajas logísticas a un poderoso empresario ecuatoriano en contraprestación de millonarias inversiones en Tumaco. Hoy, según varias fuentes consultadas, se mantiene la explotación de barcos ecuatorianos en las costas colombianas, pero no se ha cumplido con las inversiones ecuatorianas, país que se habría quejado por un ‘cambio en las condiciones de inversión’. En resumen, el tema de pesca en Tumaco se circunscribe a poco atún, poco camarón y nada de inversión.
¿Qué dicen las autoridades frente a este caso? Off the record, un agente de la Armada en Tumaco nos cuenta que las acciones de esta institución se concentran en las acciones contra el cultivo y el procesamiento de drogas y poco o nada en el contrabando de coco o los barcos de otros países que pescan en aguas colombianas. Al parecer, no se dan cuenta de que en la medida que apoyan la producción legal de estos productos le cierran el cerco a los narcotraficantes.
En todos los casos de empresarios de Tumaco se notó una ausencia casi total de crédito privado. No hay financiamiento para en esta ciudad ubicada en Nariño.
¿Así fue siempre?
No fue siempre así. La frase que destaca que todo llega tarde a Tumaco también aplica para lo negativo. Los cultivos de coca, que en la actualidad ocupan unas 30.000 hectáreas, solo aterrizaron en esta población en el año 2000, como consecuencia de las intensas y prolongadas jornadas de aspersión aérea que se concentraron por años en los departamentos de Putumayo y Chocó.
La ecuación de Tumaco es tan sencilla como oscura: entra el coco (contrabando) sale la coca. “La coca es de lejos la mayor producción agrícola del municipio”, cuenta sin eufemismos el alcalde de Tumaco, Julio César Rivera.
Pero devolviendo mucho más atrás la película de esta ciudad, que hoy parece de ficción o a veces de terror, esta tierra fue en su momento un remanso de paz y productividad. Hay que devolverse hasta el año 1930 para entender un poco cómo era esa zona antes de ‘Guacho’, los narcotraficantes mexicanos y la rampante corrupción y abandono.
“En 1930 Tumaco exportaba cacao a Inglaterra, era sede de la primera empresa camaronera de Colombia (Marcol) y era el punto de conexión natural entre el país y Asia. Acá llegaron muchos ingleses, alemanes, italianos y gente de Estados Unidos, por eso es fácil encontrar apellidos anglo en esta región”, cuenta la directora de la Cámara de Comercio de Tumaco, Zaida Mosquera Patterson, cuyo segundo apellido de origen inglés, reitera lo dicho.
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En la década del 80 la situación no era muy distinta, pues se trataba de una región que se sostenía gracias a la agricultura, la pesca y la madera. Luego vino el narcotráfico y el resto es historia.
Mosquera afirma que muchos empresarios, incluidos algunos de Ecuador, llegan a la Cámara en busca de oportunidades, pero que el tema de seguridad termina siendo una situación difícil de manejar.
El historial de planes del gobierno para sacar a Tumaco de esas tormentas sociales es enorme. Hay al menos unos 21 documentos de diagnóstico, toda clase de planes ‘Marshall’ para el Pacífico colombiano y hasta una estrategia para construir nuevas ciudades en Buenaventura y Tumaco. “Todo se ha quedado en el papel. El problema es que Tumaco no tiene tantos votos como otras regiones y no mueve tanto el PIB”, dice Mosquera.
Ni hablar de la regulación aduanera y tributaria con la que se ha querido estimular la inversión; zona especial de exportación, zona especial aduanera y Distrito Especial, son algunos de los ‘apellidos’ que le han colgado al municipio en los últimos años.
Las oportunidades
Una de las primeras imágenes que registra un viajero que aterriza en Tumaco es la masiva presencia de fuerza pública. Una vez llegamos a esta ciudad en el aeropuerto se veían cientos de soldados equipados. No sabíamos si llegaban o salían. También era posible ver varios helicópteros tipo Black Hawk y Huey de la Policía. En las calles de Tumaco no hay cuadra que no tenga militares o policías, da cierto alivio contar con tantos uniformados, pero también genera una percepción de inseguridad en la medida que los visitantes se preguntan por qué tanta fuerza pública.
Las razones son más que obvias, se busca por cielo y tierra a ‘Guacho’, el comandante disidente de las Farc que habría mandado asesinar hace meses a unos periodistas ecuatorianos que habían sido secuestrados previamente. También están los efectivos antinarcóticos con órdenes precisas de cerrarles el paso a las lanchas go fast y a los submarinos cargados de coca.
Pero al margen de estas fotos inocultables, es posible ver futuro en Tumaco. Vamos por un poco más de la mitad de este reportaje y no hemos hablado del turismo, del puerto, del activo comercio y de la gente noble de Tumaco.
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Sin embargo, para cambiar los aviones militares por las aeronaves civiles, o los submarinos cargados de coca por los yates de Norteamérica que cruzan al sur en busca de refugio, así como otras industrias prósperas, es necesario impulsar lo que se está haciendo bien. A continuación varios ejemplos.
El caso más relevante es que la Universidad Nacional de Colombia está desarrollando a 30 kilómetros del centro de Tumaco –una zona segura en caso de tsunami– una nueva sede universitaria que ayudará a cientos de tumaqueños en sus procesos de formación.
“En Tumaco hay una especie de desesperanza aprendida. Eso quiere decir que los niños y jóvenes no creen en un futuro distinto a manejar mototaxi, minutero o el narcotráfico. Eso puede cambiar en la medida que mejoremos las oportunidades de educación; en la más reciente convocatoria de la Universidad se presentaron 3.300 aspirantes para 250 cupos”, comenta el profesor de pensamiento estratégico de la Universidad Nacional, Carlos Alberto Rico.
¿Qué pasa con esos 3.050 jóvenes que no lograron entrar? “En el primer intento se descubre un sentimiento de desilusión, pero ya en el segundo fracaso eso cambia a una situación de desespero, y de ahí a la violencia hay un solo paso”, explica el académico.
Por esto se invierten unos $30.000 millones en la ampliación de la sede actual, que se quedó pequeña. Pero no todos ‘nacen‘ para ir a la Universidad. Se debe impulsar programas tecnológicos focalizados en atender las necesidades de la ciudad. “No se requieren 5.000 egresados de una tecnología de turismo, se necesitan dos tandas de 100. Luego hay que migrar a otras actividades que se estén necesitando”, recalca el profesor.
Esa versatilidad en la línea de formación es la que requiere en instituciones como el Sena para evitar lo sucedido en Yopal, Casanare, en donde hay una sobreoferta de enfermeras.
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El otro gran reto es que esos ingenieros, economistas y administradores de empresas tumaqueños que reciben educación superior vuelvan a su tierra. De ahí la necesidad de mejorar la cultura de la legalidad. “Acá la competencia real de la educación es la coca”, dice Rico.
Y no exagera. Un lanchero que emprenda un viaje entre Tumaco hacia las costas de México o Estados Unidos y logra ‘coronar’, recibe unos $200 millones, si se trata del líder de la embarcación hasta $500 millones.
“Esos tumaqueños no compran una casa en Tumaco, lo hacen en Cali. Es necesario que la sociedad aterrice en la realidad porque varias generaciones crecieron con la ilusión e influencia del narcotráfico”, añade el Alcalde de Tumaco.
Esta ilusión por llegar a las aulas de la educación superior se suma al emprendimiento de varios lugareños. Uno de ellos es Julio Sevillano, un líder de la zona que ha logrado juntar las esperanzas de miles de pequeños palmicultores en una asociación. “No se imagina las condiciones en las que sacamos nuestra palma de los cultivos, todo se hace al hombro”, dijo Sevillano. (Ver foto de plantación). La idea de esta asociación es transformar el cultivo en aceite y luego planear la fabricación de biodiésel. Entre el cogollo de la palma y el aceite hay un diferencial de utilidad del 320%, si se produce carburante el gap todavía es más alto.
Ahí es donde entra en escena el bogotano más enamorado de esta región del país. Se trata de Andrés Tarquino Franco, un experimentado exbanquero de inversión que desde hace varios años se convenció de la necesidad de invertir y creer en Tumaco. Tarquino es el gerente de Tumaco Pacific Port, firma que opera el puerto de Tumaco bajo una concesión concedida por el Ministerio de Transporte y la ANI.
Este empresario tiene la visión de convertir a Tumaco en un puerto estratégico del pacífico colombiano. Ya realizó inversiones por unos US$10 millones en equipos sofisticados en el puerto que permitirán convertir a Tumaco en un hub de distribución de combustibles en Nariño. La idea es traer por barco el combustible desde Cartagena (Reficar), para distribuirlo en las 400 estaciones de servicio del departamento. Aunque eso le traerá más tráfico a las vías de la ciudad, también le llegarán nuevas oportunidades comerciales y de empleo. Los camiones llegarán vacíos a Tumaco y saldrán cargados a los municipios de Nariño. Habrá un patio en las afueras para organizar con turnos la entrada y salida de los camiones cisterna.
Pero no solo eso. Tarquino lidera una nueva actividad industrial en esta población de 200.000 habitantes con una tasa de desempleo juvenil de 70%. “30% de las confecciones que Colombia exporta van para Ecuador. Queremos hacer la maquila acá en Tumaco con mujeres cabeza de hogar”, dice.
Para lograr ese propósito este bogotano recibirá en estos días unas 70 máquinas (suministradas por el Ministerio de Comercio) para entrenar al personal y confeccionar a finales de este año unas 90.000 prendas cada mes. “Pat Primo y el Éxito (Arkitect) ya nos van a materializar pedidos. También podremos hacer los uniformes de las empresas atuneras de Ecuador, pues acá será más barato”, dijo Tarquino.
Por el puerto también se planea, con la construcción de un patio de contenedores y la compra de grúa pórtico, exportar la producción agrícola de esta parte del país.
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Pero tal vez la noticia que más le cambiará la cara y el perfil a Tumaco es que a mediados del año entrante estaría lista la vía que comunicará en solo 3 horas a esta población con Ecuador. En la actualidad, si se quiere ir al vecino país se debe primero pasar por Pasto lo que se traduce en un viaje de 7 horas en el mejor de los casos. “Se está construyendo un puente sobre el río Mira, que una vez terminado nos permitirá atraer al turista y consumidor ecuatoriano”, anticipó Tarquino.
Así mismo, no sobra decir que Tumaco tiene varios sitios turísticos, como la excelente oferta de comida de mar, el atractivo del arco de roca y las playas de Bocagrande (25 minutos en lancha) y Salahonda, a una hora en lancha de Tumaco.
El nuevo gobierno del presidente de la República, Iván Duque, escogió a Tumaco como uno de sus primeros objetivos para imprimir el nuevo sello cargado de emprendimiento de su administración.
Ojalá esa identidad no se centre solo en un ejército de funcionarios de distintas entidades (a los que los tumaqueños llaman chalecos) y se dé a la tarea de mejorar la seguridad e impulsar las actividades comerciales que afloran en este rincón de Colombia.
El hombro y las manos seguirán siendo útiles, pero es necesario combinarlos con el cerebro y, sobre todo, el corazón.
6 cifras de su economía_
- Sofisticación e innovación: puesto 1.043 entre 1.102 municipios.
- Pobreza multidimensional: 84%, lo cual deja a Tumaco en el puesto 899 entre 1.043 municipios.
- Tasa de desempleo: 13%.
- Desempleo juvenil: 70%.
- Las NBI afectan al 48,7% de la población.
- Cobertura neta de educación media (2015) 20,4%.Pruebas Saber 11 matemáticas: 39,5% en 2016.