Melba Pérez, socia fundadora de Presencia Legal SAS | Foto: Pedro Baute

ANÁLISIS

¿Se hunde el Titanic?

Se agitan las aguas mansas de sector eléctrico, el coloso de la infraestructura –Hidroituango– se mantiene en emergencia.

20 de diciembre de 2018

El imperceptible desarrollo de la infraestructura energética de los últimos 20 años se ve expuesto y se hace visible ante los colombianos desde el pasado 28 de abril con el primer derrumbe en el túnel de desviación del proyecto hidroeléctrico Pescadero Ituango, ¡El Titanic chocó contra el iceberg! 

Los ojos de nacionales y extranjeros se centraron en el Coloso soñado desde 1962, una obra que generaría 2.400MW a partir de diciembre de 2018 con la operación comercial de la central, lo cual representaría el 17% de la demanda de energía eléctrica del país se podría hundir; del júbilo de pocos, pasamos al desconcierto y la incertidumbre de muchos. 

Un proceso de 6 años de construcción del gran buque de la energía, en su cuerpo, una montaña monitoreada por su movimiento y el río Cauca cuyas aguas son la fuerza incontrolable de la naturaleza; su corazón aloja la caverna principal de la casa de máquinas, transformadores, generadores, equipos electromecánicos y de control que están por evaluarse, se especula que robots han entrado a verificar el estado del espacio vital del proyecto y se han perdido en el camino de salida, por lo que a pesar de las buenas noticias que busca dar su capitán –EPM–, la viabilidad del proyecto sigue siendo a la fecha un misterio. 

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Ante la emergencia, capitán, tripulación, constructores y dueños, concentraron los esfuerzos en proteger a las comunidades y la conservación de la integridad del proyecto, sin embargo, la situación no tardó en generar las diferencias propias del temor, los juicios de responsabilidad que tendrían que venir más tarde, son hoy una feroz pelea en búsqueda de culpables, en la que las compensaciones económicas son incalculables y habrá muchos ahogados. 

De otro lado, entidades, autoridades e instituciones, algunas departamentales y municipales, tienen el reto de actuar con diligencia e independencia, a pesar del rol de accionistas y de hacer cumplir las obligaciones asumidas por EPM y en el nuevo Gobierno, sus servidores, tienen la obligación no solo de entender técnicamente las dimensiones de lo que sucede, sino de atender eficazmente, como expertos en infraestructura y energía eléctrica, el posible naufragio.  

Sin el navegar de Hidroituango, la expectativa de una energía a menor precio cambia y en subasta de 2019 veremos el efecto que tendrá en las billeteras de los usuarios y cuánto engordará la de quienes tienen energía disponible para ofrecer al mercado, hoy y en los próximos años las consecuencias adversas no se percibirán, pero con los años y en particular a partir del 2022 la situación puede ser sustancialmente distinta.

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Las aguas del sector eléctrico dejaron la calma, obligaron a una subasta de reconfiguración y el Titanic no se presentó, ¿Qué pasó?; la Creg anuncia que aplazará la subasta de enero de 2019, ¿será que se está dando tiempo para saber si el Coloso navegará en unos años? ¿Será que nos estamos preparando para volver a la generación con carbón y que los combustibles líquidos son la  alternativa para generar que veremos en futuras subastas? Sin olvidar que lo eólico y solar, a lo que se le da tanta importancia en medios, es tan pequeño que no incidirá en lo que es el convulsionado mar.

Existía la certeza de que con el navegar del Titanic, el sistema estaría completo y garantizado, con grandes beneficios en el desarrollo del país, “nunca” tendríamos premuras por fenómenos como el Niño, los cambios tecnológicos, lo que quedaría por desarrollar de las nuevas pequeñas centrales, serían ese pequeño y normal devenir del día a día.

Pese a lo anterior, en la adversidad, nos percatamos que en Colombia tenemos un sistema eléctrico robusto y un mercado organizado, existen grandes proyectos de infraestructura que se han construido y puesto en operación en los últimos años, con una característica fundamental y es que en Colombia, tenemos una generación hidroeléctrica muy importante y con ello ambientalmente limpia.

Sogamoso, Termocol, Gecelca3, Amoyá,  Quimbo, Miel II y Cucuana hacen parte de una estructura planeada y eficazmente ejecutada con las subastas del cargo por confiabilidad de 2008, a pesar de lo que ya es una tragedia en el sector eléctrico y que su infraestructura es destacable frente a otros sectores, se sigue trabajando en impedir el naufragio del “insumergible”, existen unas garantías que respaldan sus compromisos, se cuenta con los mecanismos para que otros proyectos se presenten a poner lo que faltaría de energía a partir del año 2022, un esquema de importación del que habrá que echar mano en su oportunidad, la infraestructura de fuentes de generación diferentes se están preparando, todo lo que sea necesario con tal de evitar el fantasma de un racionamiento, apagón y lo que podría ser la horrible noche.

Por: Melba Pérez, socia fundadora de Presencia Legal SAS

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