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Educación ambiental: reenfocar la política pública es la tarea en Colombia
Articular los esfuerzos, reconocer los problemas ambientales actuales y modificar herramientas como los Praes, son algunas de las consideraciones que dan varios expertos hoy, cuando se conmemora el Día Mundial de la Educación Ambiental.
La crisis climática se agudiza y la educación ambiental se constituye en uno de los principales pilares para contrarrestarla.
En esta materia, Colombia, pese a que ha avanzado y hecho grandes esfuerzos, aún tiene muchos vacíos y retos por cumplir.
Una mayor articulación del Sistema Nacional Ambiental (Sina) con el Ministerio de Educación es, por ejemplo, uno de los grandes desafíos.
"Veo que Colombia está en un proceso de mejora permanente en su educación ambiental (formal, informal y no formal), pero todavía falta muchísimo. Si existe un esfuerzo continuado y coordinado entre los productores de conocimiento, quienes educan y los tomadores de decisiones, podremos continuar observando cambios muy positivos a favor del medioambiente entre generaciones", señaló Ana María Hernández, presidenta de la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES por sus siglas en inglés).
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La experta sostuvo, además, que la educación no debe estar únicamente enfocada a seguir unas materias mínimas en colegios y universidades. Cree que la formación desde diferentes metodologías y para diferentes públicos es necesaria. "Es complejo llegar a los hogares no solo a través de las tareas escolares, sino de proyectos de aprendizaje para los adultos en los barrios o en los lugares de trabajo. Sobre esto hay esfuerzos fantásticos que deben ser tomados como ejemplo y para ello, la coordinación entre organizaciones y autoridades locales es totalmente necesaria", expresó.
Destacó el trabajo que deben cumplir los medios de comunicación en explicar la importancia de trabajar por el medioambiente. "Hay que fomentar aún más la difusión pedagógica. No solo se trata de dar la noticia, sino enseñar al oyente o al lector sobre cómo hacer que la vida en su día a día sea más sostenible. ¿Qué tal youtubers o influencers que den treinta segundos en sus espacios para cuidar mejor el medio ambiente?, ¿qué tal recetas que permitan conocer mejor nuestra biodiversidad?", manifestó.
Para los expertos se debe educar a los niños y jóvenes de acuerdo al contexto y sus problemáticas ambientales. Foto: Mauricio Ochoa Suárez.
Sandra Vilardy, doctora en ecología y medioambiente y directora de Parques Cómo Vamos, considera que es necesario reenfocar los esfuerzos, reconocer los problemas ambientales actuales y modificar la política pública existente en esta materia en el país.
“Hace más de 20 años, cuando se hizo la política pública de educación ambiental, los retos eran otros. Hoy tenemos unos desafíos más graves, más acelerados y la educación debe cumplir un papel fundamental allí”, explicó.
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La también bióloga marina considera que se debe adelantar un diagnóstico de la política pública existente, revisar los éxitos y desaciertos, y alinearla con las políticas de adaptación climática y de biodiversidad pues, para ella, todavía falta estructuración.
“Vemos esfuerzos interesantes, pero muy heterogéneos y muy dirigidos más al conocimiento de ese metabolismo social del reciclaje y el ahorro y cuidado del agua, pero tenemos, por ejemplo, un muy mal conocimiento sobre la biodiversidad y, en este punto, es importante recalcar que cuando hablamos de medioambiente no solamente deberíamos hablar sobre lo que usamos los humanos, sino de lo que dependemos como especie”, aseguró.
El Estado debe entrar a cobijar y respaldar más a los docentes que se dedican a implementar los Proyetos Ambientales Escolares para que sus efectos sean más efectivos. Foto: Diana Rey/Semana.
¿Qué tan efectiva ha sido esa política? se pregunta Vilardy. Para ella es urgente responder este interrogante y entrar a evaluar en profundidad los instrumentos hasta ahora creados como los Procesos Comunitario de Educación Ambiental (Proceda) y los Proyectos Ambientales Escolares (Prae), de cara a mitigar realmente la crisis climática generada por el hombre. “Es una tarea pendiente hace rato. La educación para la sostenibilidad debe ser fundamental para que podamos ver ciudadanos climáticamente responsables. Es una realidad lo que va a pasar, el mundo va a cambiar y va a ser un lugar mucho más incierto para vivir y necesitamos formar a los ciudadanos que van a tener que enfrentar los efectos de la crisis climática, entones es muy urgente trabajar en este tema. Es el gran reto de la humanidad y yo creo que no lo hemos visto así”, sostuvo.
Para Vilardy los institutos de investigación existentes en el país y el Sina, podrían hacer un proceso mucho más robusto para acompañar al Ministerio de Educación en la producción de material para los colegios.
Educar para conservar es uno de los mayores retos que tiene el país. Foto: Diana Rey/Semana.
Fernando Trujillo, director científico de la Fundación Omacha, considera, entre tanto, que la educación ambiental no se puede seguir manejando como si fuera un apéndice de la educación como tal, sino que se debería incorporar en los currículos y dentro de toda la estructura educativa, siendo transversal a todas las materias.
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“No podemos seguir manejando el tema ambiental como un discurso romántico adicional, un simple requisito o una electiva, tiene que ser parte esencial de los procesos de educativos. Educación ambiental no es dar una charla y hacer unos afiches bonitos, sino que hay que diseñar también esos materiales y contenidos didácticos con las comunidades en las regiones, acordes al contexto y sus particularidades. Debe haber un trabajo mucho más estrecho entre los profesores de las regiones y la parte investigativa. Por ejemplo, muchas organizaciones hacen materiales educativos muy buenos, pero muchos de ellos son concebidos desde las ciudades y no desde la perspectiva local y sus necesidades. Eso hay que mejorarlo”, consideró Trujillo.
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Los Praes deben dejar de ser mecanismos impositivos y se deben incorporar en los currículos, siendo transversal a todas las materias. Foto: Diana Rey/Semana.
Opinión que comparte Ferney Díaz, coordinador de comunicaciones estratégicas de WWF Colombia, para quien los Praes deben dejar de ser mecanismos impositivos, desconectados del territorio. “A veces se reconoce el problema ambiental, pero no la relación de los estudiantes con el mismo y con el entorno, y eso lo que hace es que tengamos proyectos a muy corto plazo y que finalmente no los involucran”, mencionó.
Agregó que la educación ambiental se debe brindar a partir del contexto en el que las personas viven. “Vemos niños que reconocen animales que no pertenecen a su contexto y territorio e ignoran completamente lo que tienen alrededor. Más allá de un proceso de apropiación, esto tiene que ver en cómo eso se vuelve en un mecanismo de conservación a largo plazo, porque yo no voy a poder conservar una cosa que no conozco y no voy a poder cuidar una cosa que no entiendo y eso es lo que pasa cuando no se involucra a las comunidades locales en los procesos de educación ambiental”, dijo.
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Para él no solo es fundamental entender el capital ambiental de un país como Colombia, sino, además, apropiarse y saberlo administrar para poder hablar de sostenibilidad. “Entender, administrar y conocer perfectamente ese capital es responsabilidad de la educación ambiental, entonces en cuanto más responsables seamos en cómo se lleva a cabo esa educación, mucho más efectiva va a ser la conservación a largo plazo”, apuntó.
Díaz cree que Colombia es un país en el que la normatividad ambiental bastante avanzado y más en materia de educación ambiental, sin embargo, sostiene que carece, como muchas otras normas, de procesos de implementación claros. “El país tiene la tarea de coger esas normas y volverlas acciones que sean determinantes para las problemáticas que enfrenta como, por ejemplo, la deforestación, la contaminación por plásticos, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático para que trasciendan, a través de la educación ambiental, en acciones a largo plazo que no se queden en las aulas, de tal suerte que los jóvenes se vuelvan en parte activa en la solución”, manifestó.
El rol de las comunidades indígenas
En ese nuevo esquema las comunidades indígenas, afros y campesinas deben jugar un rol fundamental. Ana María Hernandez, presidenta de la IPBES, considera que los pueblos indígenas y las comunidades locales tradicionales tienen conocimientos importantes de la intrínseca relación entre el hombre y su medioambiente, que nacen desde sus propias raíces, cultura e historia.
"Ellos han pasado sus conocimientos de enorme valor entre generaciones, porque además su supervivencia depende de que este conocimiento se mantenga vivo. Ellos son un ejemplo fundamental de educación ambiental basada en el aprender haciendo, en la experiencia y en la observación permanente. Debemos tener un gran respeto hacia su conocimiento, escucharlos y aprender de ellos. Son líderes de educación ambiental por naturaleza", dijo.
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Fernando Trujillo, director científico de la Fundación Omacha, es fundamental que se dé un diálogo de saberes, un intermabio de conocimientos que permita a los niños y jóvenes aprender en temas ambientales, a partir de las experiencias de los indígenas y comunidades locales. "Es importante conciliar esos dos discursos, el del conocimiento científico con el conocimiento tradicional para poder avanzar de mejor manera en esta materia", puntualizó.