EDUCACIÓN
30 años después: así son hoy los estudiantes de la Séptima Papeleta
Se cumplen 30 años de un movimiento estudiantil que salió a las calles después del magnicidio de Luis Carlos Galán y logró cambiar la Constitución. ¿En qué andan hoy los protagonistas de este hecho histórico?
Los estudiantes de la Séptima Papeleta produjeron una de las mayores transformaciones de la historia reciente: convocaron a miles de personas a marchar después del asesinato de Luis Carlos Galán, y se convirtieron en líderes para convocar una constituyente para un nuevo pacto social. De hecho, su movimiento, que este miércoles cumplió 30 años, precipitó una nueva Constitución, la de 1991.
Quienes celebran esta semana esos 30 años, resaltan que su mayor mérito fue haberse gestado en medio del clamor nacional. Ese sentimiento fue inspirado por un grupo estudiantil que logró que su idea de una séptima papeleta en las elecciones terminara en una convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente.
Hace cinco años, cuando ese movimiento también cumplió un cuarto de siglo, SEMANA invitó a sus protagonistas para recrear las emblemáticas imágenes de ese sueño. Allí estuvieron la hoy alcaldesa Claudia López, la decana de la Facultad de Derecho de Los Andes, Catalina Botero, la actual gerente de Canal Capital, Ana María Ruiz; la directora de la MOE, Alejandra Barrios; el exconcejal de Medellín, Fabio Villa;el magistrado de la JEP, Gustavo Salazar; el abogado Alfonso Gómez y el exsecretario de Educación de Bogotá en la Adminsitración Petro, Óscar Sánchez.
El 11 de marzo de 1990 más de 2 millones y medio de colombianos apoyaron en las urnas esa causa que ellos inspiraron. Se denominó “Séptima Papeleta” pues ese día se realizaban seis elecciones (Senado, Cámara de Representantes, Asamblea Departamental, juntas administradoras locales (JAL), Concejo y alcaldes), y esta fue una adicional. Los estudiantes contaron las papeletas, pero la Registraduría no las reconoció como válidas y hubo que incluir otra en las elecciones de Presidencia que vinieron después. A punta de foros, citas y conferencias, este grupo de persistentes estudiantes terminó logrando más de lo que se habían propuesto.
En ese entonces la alcaldesa Claudia López era apenas una estudiante de Biología de la Distrital. Era la primera vez que iba a ir a votar, sin embargo, a sus tres candidatos (Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro y Luis Carlos Galán) los asesinaron. La indignación la llevó al movimiento estudiantil, y poco tiempo después se cambió a la carrera de Gobierno y Relaciones Internacionales del Externado. “Para mí la Séptima Papeleta fue una reafirmación de que no nos dejaríamos callar por la mafia, de que saldríamos a defender la democracia y que reformaríamos al país. Hoy sigo creyendo lo mismo”, dice orgullosa.
Catalina Botero llegó a ser relatora para la libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En ese momento, cuando estudiaba Derecho en Los Andes, facultad que hoy dirige, le dijo a SEMANA que se había sumado a esa causa por “un sentimiento generalizado de rabia y de tristeza que nos obligaba a preguntarnos de qué valía ser jóvenes”. Ahora describe ese movimiento como “una descarga de esperanza. Y eso justamente es lo que sentía el día de esa foto: esperanza”. Para ella, el mayor logro que tuvieron fue “generar el suficiente optimismo para rehacer, de una manera nunca antes vista en la historia del país, con una nueva y mucho más democrática Constitución”.
Lo mismo aseguró Alejandra Barrios, la directora de la Misión de Observación Electoral (MOE), que en ese momento estudiaba Finanzas en el Externado. “Fue la nueva Constitución la que nos dio las herramientas para hacer frente a las crisis de paramilitarismo, narcotráfico e ilegalidad en la política que vino después”, sostiene.
Ana María Ruiz se unió a ese movimiento cuando estudiaba Ciencias Políticas. Recientemente fue nombrada como gerente del Canal Capital. “Aún me pregunto cómo garantizamos que Colombia sea el Estado laico, plural e incluyente que soñamos”, dice.
Fabio Villa era de Sociología de la Universidad Nacional y terminó siendo el único estudiante que logró un escaño en la Asamblea Nacional Constituyente. Fue concejal de Medellín y está terminando su doctorado. Para él, “la Séptima Papeleta es el salto más importante del país en el siglo pasado. Que un grupo de estudiantes haya logrado semejante transformación tiene un peso en la historia enorme”.
Alfonso Gómez dirige hoy su oficina de abogado y está convencido de que se hizo mucho, pero falta mucho más. “Las normas no son lo único que se necesita para que cambien las costumbres políticas. En el Congreso y en la Justicia hay cosas que siguen muy mal”, dice.
Él no es el único que tiene esa percepción. Gustavo Salazar, quien ahora es magistrado de la JEP, cree que solo se recorrió una parte del camino. “La Séptima Papeleta es un proceso que aún no ha acabado”, sostiene.
Lo mismo piensa Óscar Sánchez: “Nuestra generación pensaba ser la generación de la paz, pero terminó viviendo en una realidad de profundización de la guerra, del narcotráfico y de la inequidad social”, concluye.
Ha pasado toda una generación desde que estos jóvenes marcharon en busca de un país mejor. Pero más allá de las virtudes que este movimiento tuvo y a los triunfos que la nueva Constitución política le adeuda a este grupo de soñadores, lo cierto es que también muchas cosas en Colombia siguen muy mal.
En la década de los 60, otra generación como ellos también marchó para cambiar el mundo. En mayo del 68, que Francia recuerda con nostalgia se lograron hitos que marcaron la historia. Se cambiaron gobiernos y políticas y fue tan profundo su impacto, que desde allí se dice que “cuando París estornuda, toda Europa se resfría”. Muchos de los protagonistas de esa revolución estudiantil terminaron gobernando el Viejo Continente, pero no pudieron entregarles a sus hijos el mundo mejor con el que soñaban. Ahora cuando los jóvenes de la Séptima Papeleta están asumiendo las riendas de una nueva Colombia en un momento crucial como el actual, habría que desearles muchísima más suerte.