Universidades

Bases de datos: ¿una pérdida de plata para las universidades?

Las mejores instituciones, también en Colombia, invierten gruesas sumas de dinero en la contratación de estas editoriales virtuales. Sin embargo, algunas no están haciendo buen uso de estas herramientas.

9 de mayo de 2017
| Foto: pixabay.com

A pesar de que las bases de datos universitarias son una puerta al conocimiento, también son un tiquete sumamente costoso que solo algunas instituciones pueden pagar para garantizar a sus docentes y alumnos la producción científica. Es el caso de la Universidad Nacional que destina de su presupuesto entre  5.000 y 6.000 millones de pesos anuales para la contratación de editoriales que ofrecen plataformas de información distribuida en monografías, tesis, revistas, periódicos, investigaciones, banco de imágenes, audios y videos. Recursos que son de vital importancia para la generación de conocimiento.

Esta institución, pionera en la producción de artículos científicos en Colombia, según el Ranking ASC-Sapiens 2016, cuenta con más de 70 editoriales contratadas, entre ellas,  la polémica editorial científica Elsevier, que en 2014 fue acusada por la Universidad de  Harvard de incrementar los precios de contratación. La queja se refería, entre otras minucias, al cobro excesivo de las revistas por las que podrían estar pagando 40.000 dólares por la suscripción. 

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Estas cifras en Colombia también pueden llegar a ser escandalosas, especialmente porque es común escuchar que aquí no se invierte en investigación. Pero al buscar la cantidad de contrataciones que tienen las mejores universidades del país, esto no es del todo cierto. Por ejemplo, la Universidad de los Andes cuenta con 112 bases de datos vigentes para el año 2017, la Universidad del Rosario con 200, la Universidad Javeriana ,con 232, y la Universidad de Antioquia tiene 65. Aunque varias de estas instituciones prefieren no revelar el precio que pagan por ellas cada año, la cantidad que destina la Nacional podría aterrizar entre 5.000 y 6.000 millones de pesos.

“Queremos llegar a un presupuesto de 8.000 millones de pesos para obtener más bases de datos. No tiene sentido limitar el precio del conocimiento. Yo soy de los que cree que para que exista una sociedad desarrollada debe generarse conocimiento nuevo, y para hacerlo hay que buscar la información más actualizada, y esa no se encuentra en libros o revistas impresas”, aseguró a Semana Educación Édgar Prieto, director nacional de las bibliotecas de la institución y profesor de la Facultad de Medicina.

Pero, ¿es eficiente destinar esta cuantiosa suma para la contratación de bases de datos?, ¿la comunidad académica está aprovechando este recurso? o, incluso, ¿será que no hay otra manera de acceder a investigaciones globales?

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Julián David Cortés, profesor de la Universidad del Rosario, quien realizó una investigación en 2016,  titulada “Eficiencia en el uso de bases de datos digitales para la producción científica en universidades de Colombia”, encontró que de 27 universidades acreditadas en alta calidad en 2014, la relación entre la cantidad de profesores de tiempo completo que emplean estas plataformas y los recursos de información científico-tecnológica y la producción de documentos científicos es débil. Además, según Cortés, no hay un uso eficiente de estos recursos en general.

Por ejemplo, el estudio identificó casos críticos de universidades como la Javeriana que cuenta con 160 bases de datos y de la Universidad del Valle con 126 y un número de profesores de tiempo completo considerablemente mayor a las demás universidades:  la Javeriana cuenta con 1.457 y la del Valle con 833. A pesar de contar con los recursos, tienen un desempeño relativo ineficiente en la producción de documentos.

“Mientras seis de las universidades acreditadas en el país hacen un uso eficiente de los recursos para el avance de la producción científica, 14 instituciones se encuentran entre el tercero y cuarto puesto en términos de eficiencia”, expuso Cortés en su investigación, publicada en la revista Española de Documentación Cietífica.

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¿Cuál sería la solución? 

En este estudio, Cortés  recomiendó una solución que la mayoría de académicos han sugerido alguna vez. Se trata de la adquisición conjunta de bases de datos entre todas las universidades, ya que cada una paga por una editorial que la mayoría también está contratando. Asimismo, aconseja el uso de bases de datos de libre acceso.

Pero al parecer no es cosa fácil. Óscar Gualdrón, director de Fomento a la Investigación de Colciencias, señaló a esta publicación que puede ser más costosa la contratación de estas bases de datos en conjunto. “Las editoriales cobran de acuerdo al número de miembros que ingresan a la base de datos y por la frecuencia de uso. De modo que no tendría sentido unir la Nacional con los Andes, por dar un ejemplo”.

Por otro lado, la idea que da Cortés sobre “la creación de un sistema que optimice la inversión en bancos de información científica de calidad, de cara a un oligopolio por parte de las editoriales académicas de mayor prestigio”, también la comparte Prieto desde la Universidad Nacional, quien argumentó que el gobierno debería financiar ese banco al que todas las instituciones de educación superior deberían acceder.

Mientras eso sucede, las universidades de Colombia, y casi todas en el mundo seguirán pagando altas sumas de dinero por el conocimiento que producen los investigadores, a quienes en muchas editoriales no les pagan por sus artículos, aseguró Robert Darnton , director de la Biblioteca de Harvard en 2014 al diario The Guardian. Lo que quiere decir que, algunas instituciones tienen que pagar para tener acceso al conocimiento de sus propios profesores e investigadores.

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